Enlace Judío México e Israel.- En lo que bien puede haber sido la duración más corta de sanciones en la historia moderna, el Presidente Trump levantó el 23 de octubre todas las sanciones que había impuesto sobre Turquía apenas nueve días antes por “escalar la violencia, poner en peligro a civiles inocentes, y desestabilizar la región” con su incursión militar en el noreste de Siria.
JONATHAN SCHANZER Y AYKAN ERDEMIR
En su declaración, Trump se refirió al presidente turco Recep Tayyip Erdoğan como “un hombre que he llegado a conocer muy bien, y un hombre que ama a su país.” Trump luego agregó, “En su pensamiento, él está haciendo lo correcto por su país.” Y ahora, dice Trump, los dos hombres se pueden estar “reuniendo en el futuro muy cercano.”
Los medios han estado correctamente enfocados en la incursión de Turquía en el noreste de Siria, con informes de fugas del ISIS y crímenes de guerra cometidos por los satélites islámicos de Ankara. Pero para los observadores, el comportamiento canalla de Erdoğan no es nuevo. Su gobierno ha facilitado los planes de evasión de sanciones de Irán y Venezuela mientras apoya abiertamente a grupos terroristas tales como Hamás y Jabhat al-Nusra vinculado a Al Qaeda.
A pesar de su discurso duro sobre los aliados de la OTAN que debilitan los intereses estadounidenses (sí, Turquía es un aliado de la OTAN), Trump está inclinado inexplicablemente a dar un pase libre al gobierno de Erdoğan. En casi todo paso en el camino de su presidencia, él ha elegido apaciguar al líder turco cuando pudo haber caído sobre él en formas que los estadounidenses ahora esperan de su presidente de discurso duro. Los legisladores desconcertados quieren saber por qué.
Durante la audiencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado el martes, el Sen. Tom Udall de Nuevo México recordó a sus colegas que “Erdoğan ha amenazado los intereses financieros del presidente en Estambul antes” y preguntó al Representante Especial de EE.UU para Compromiso en Siria, Jim Jeffrey, “¿Le preocupa que el presidente de EE.UU tenga un interés de negocios activo en Turquía al mismo tiempo que nuestra nación, incluido usted, está comprometida en apuestas muy altas, compromiso diplomático tenso, y el presidente de Turquía ya ha amenazado ese interés comercial al menos una vez que sepamos?”
La exposición de Turquía de Trump fue tan conspicua que incluso sus partidarios ardientes plantearon la cuestión antes de las elecciones del 2016. En una entrevista radial en diciembre del 2015, Steve Bannon preguntó a Trump cómo respondería él a sus críticos “cuando ellos digan, ‘Ey, miren, este tipo tiene intereses creados en todo el mundo. ¿Cómo sé que él va a enfrentar a Turquía?'” Trump no rehuyó admitir su exposición en Turquía: “Tengo un pequeño conflicto de interés porque tengo una gran, gran construcción en Estambul, y es un trabajo tremendamente exitoso.”
Si las inversiones de Trump son un factor en su armado de la política hacia Turquía es algo que podemos no saber nunca. Pero lo que está claro es que en un número de episodios desagradables, acechan los turcos.
Empecemos por el primer asesor en seguridad nacional de Trump, Michael Flynn. Cinco meses después que Flynn se unió a la campaña de Trump como un asesor en temas de seguridad nacional, una empresa holandesa con vínculos estrechos con el gobierno turco firmó con él un contrato por u$s600,000. Flynn luego se reunió con dos funcionarios del gobierno turco en Manhattan para discutir la rendición de Fethullah Gulen, el ex aliado convertido en némesis de Erdoğan radicado en EE.UU, a cambio de millones de dólares.
El Día de la Elección, Flynn publicó un artículo en el Hill llamando a Washington “a ver el mundo desde la perspectiva de Turquía.” El artículo ahora tiene una nota del editor diciendo que Flynn ni divulgó su trabajo para el gobierno turco ni el hecho que la empresa holandesa “revisó el borrador antes que fuera enviado a The Hill.” Flynn desde entonces ha admitido violando las leyes de lobby extranjero.
Mehmet Ali Yalcindag, uno de los interlocutores turcos claves de Trump, asistió a la celebración de la victoria del presidente electo en la Ciudad de New York. Yalcindag es el yerno del desarrollador detrás de las Torres Trump en Estambul, que han sido una fuente valiosa de regalías. Durante una llamada en noviembre del 2016 con Erdoğan, Trump se refirió a Yalcindag como un “amigo cercano.” Según los medios turcos, Yalcindag fue electo como presidente del Consejo Empresario Estadounidense-Turco cuasi-estatal en enero del 2018 gracias a sus “vínculos cercanos” con Trump. El predecesor de Yalcindag como presidente del consejo era el dueño de la empresa holandesa que contrató a Flynn en el 2016, quien ya no pudo viajar a EE.UU debido a una acusación en su contra por operar como un agente ilegal del gobierno de Turquía.
Durante los últimos tres años, Turquía también ha mostrado gran interés en los hoteles estadounidenses de Trump. Hasta ahora ha habido cuatro eventos relacionados con el gobierno turco en el Hotel Trump. Según Ciudadanos para Responsabilidad y Ética en Washington, “funcionarios turcos han hecho 14 visitas a propiedades de Trump, más que a cualquier otro país.”
Turquía también ha ganado influencia con el gobierno de Trump contratando a Ballard Partners, una firma de relaciones de gobierno altamente influyente dirigida por el principal recaudador de fondos de Trump en Florida, Brian Ballard, cuyas contribuciones agrupadas al comité de la victoria de Trump alcanzaron casi u$s300, 000 el último trimestre. Los socios de Ballard ganaron aproximadamente u$s2 millones representando al gobierno turco y al segundo prestamista público más grande, Halkbank.
Halkbank fue acusado por el Departamento de Justicia por una gama de crímenes financieros el 15 de octubre, el día después que Trump impuso sus sanciones de corta vida sobre Turquía por invadir Siria. El banco había sido la institución financiera clave en el esquema “Petróleo por Oro” del 2012 al 2015. Esta fue la operación de evasión de sanciones más grande en la historia moderna, por la cual Turquía movió oro y dinero en efectivo a Irán en el apogeo de los esfuerzos de EE.UU por frustrar las ambiciones nucleares de Irán, con figuras de alto nivel en Turquía embolsándose algunos de los ingresos en el camino.
En el centro del esquema estaba un empresario turco-iraní llamado Reza Zarrab. El FBI lo arrestó en 2016 cuando él decidió inexplicablemente llevar a su familia de vacaciones a Disney World. El gobierno turco se indignó por su arresto y probablemente temió que su principal lavador de dinero podría compartir lo que sabía con las autoridades de EE.UU. Fue en este punto que Rudy Giuliani, después de reunirse con Erdoğan, fue retenido según se informa por Zarrab. La empresa de Giuliani, Greenberg Traurig LLP, sirvió como un agente registrado del gobierno turco.
Informes publicados hace poco en Bloomberg ahora acusan que a instancias de Giuliani en la segunda mitad del 2017, Trump pidió al entonces Secretario de Estado Rex Tillerson presionar al Departamento de Justicia a dar de baja su caso contra Zarrab. Giuliani según se informa también instó a Trump a extraditar a Gulen — el mismo clérigo que Flynn buscó extraditar.
Zarrab finalmente se volvió un testigo de la acusación, y Giuliani ya no tuvo más un rol en el drama de Halkbank. Pero la administración Trump, por dos años, falló en seguir la acusación contra Halkbank, aun cuando el gobierno turco se negó a negociar su sanción con las autoridades de EE.UU — una medida sin precedentes por parte de un banco extranjero que viola las leyes de sanciones estadounidenses. Fue sólo después de la invasión turca de Siria que la causa prosiguió.
Mientras tanto, Trump siguió dando a Erdoğan un pase libre en una gama de otras actividades malignas, tales como su apoyo crucial a Hamás. Turquía ha adquirido también el sistema ruso de defensa aérea S400. Turquía es una jurisdicción de finanzas ilícitas para grupos tales como al Qaeda e ISIS. Y el gobierno continúa erosionando las instituciones democráticas. El gobierno de Trump ha elegido no imponer sanciones por nada de esto, por no hablar de desafiar al gobierno de Erdoğan. En su lugar, Trump continúa llamando públicamente a Erdoğan un “amigo.”
Esta indulgencia hacia Turquía es altamente inconsistente con otras políticas exteriores de Trump. Este es un presidente que ha priorizado las sanciones sobre Irán pero por dos años rechazó acusar oficialmente a los más grandes evasores de las sanciones contra Irán en Turquía. Trump ha criticado a aliados de la OTAN que no ponen mucho de su parte pero sigue permitiendo a Turquía desafiar la política estadounidense en un amplio rango de cuestiones claves. Es justo preguntar si sus tratos de negocios desempeñan algún rol, por no mencionar su tendencia a rodearse de asociados que tienen sus propias relaciones de negocios con Ankara. Pero no hay respuestas claras.
Lo que sabemos: Trump sigue dando un pase libre a este miembro canalla de la OTAN.
*Jonathan Schanzer, ex analista en finanzas del terrorismo en el Departamento del Tesoro de EE.UU, es vicepresidente principal en la Fundación para la Defensa de las Democracias, donde Aykan Erdemir, ex legislador turco, es miembro principal.
Fuente: Washington Examiner
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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