Enlace Judío México e Israel.- Más de 450 cohetes disparados contra Israel; las medidas de seguridad —desde Cúpula de Hierro hasta el entrenamiento de la población civil para reaccionar en caso de ataque— logrando que no haya pérdidas humanas que lamentar entre los civiles israelíes; 34 palestinos, terroristas mayoritariamente, eliminados. Y la reacción palestina es la más asombrosa posible.
IRVING GATELL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO
Se ha dicho en incontables ocasiones que los palestinos no pierden una oportunidad para perder una oportunidad. Eso se refiere a que cuando han tenido todas las ventajas para negociar y obtener concesiones por parte de Israel, inequívocamente las han desperdiciado, a veces de manera francamente tonta.
Pero hay otro matiz de esa vocación por el error. Simplemente, basta con darle un vistazo a la conducta de Yihad Islámica en los últimos días.
El asunto es sencillo: Aprovechando la incapacidad de Hamás para imponer un control efectivo en Gaza (a veces, por falta de recursos humanos; pero también por falta de interés), Yihad se ha dedicado a disparar cohetes en franca violación a la supuesta política de llevar la fiesta en paz, establecida extraoficialmente por Israel y Hamás.
Por supuesto, Yihad confiaba en que la respuesta de Israel siempre sería indirecta. Es decir, que los ataques de represalia irían contra Hamás como parte de una exigencia para que reforzara su control. Exigencia que, evidentemente, nunca tuvo resultados.
Por eso, Abu al-Ata, uno de los más altos mandos de Yihad Islámica, se arriesgó a un plan más pretencioso. Encargado de muchas de las actividades terroristas del grupo, se sabe que estaba listo para lanzar una serie de ataques más agresivos y variados contra Israel.
El resultado fue sensacional: Un misil cayó en su propia cama mientras él dormía allí.
Su muerte (y de paso la de su hijo) fue instantánea, cortesía de los servicios de inteligencia israelí.
La reacción de Yihad Islámica fue furiosa: los más de 450 cohetes que he mencionado. Advirtieron que Israel había iniciado la guerra (claro, porque sus atentados no cuentan como agresión en su antilógica enemistada con la inteligencia humana), pero que no podría detenerla. Continuaron con su clásica verborragia sobre las puertas del infierno abiertas y otras cosas similares.
Y lo trataron de cumplir. El problema fue que Israel ya estaba preparado, y durante lo más violento de los acontecimientos, muchos escuadrones de lanzacohetes fueron alcanzados por misiles israelíes. ¿Resultado? El lógico: decenas de militantes de Yihad eliminados.
Pero insisten.
Es una lógica insana: Yo te ataco, yo bombardeo tus civiles, yo trato de destruirte, pero sólo hablo de provocaciones de guerra cuando tú respondes. Yo estoy en evidente desventaja militar, tanto en la logística como en los servicios de inteligencia, pero no importa. Ataco, y si respondes, me enojo y me indigno. Yo veo cómo vas eliminando a mis combatientes, a la par que compruebo que estás desarticulando mis ataques y tu población sigue ilesa; pero tampoco importa. Insisto en atacar, y me vuelvo a enojar si tú respondes y me revientas.
Hay una vieja regla de la cultura empresarial que he citado muchas veces para referirme a los increíbles fallos palestinos, y hoy la tengo que volver a citar: Si quieres resultados diferentes, has cosas diferentes.
Yihad Islámica sigue sin entenderlo. Sigue creyendo que al amparo de sus convicciones religiosas y cierta complicidad de Hamás, puede atacar impunemente a Israel. Peor aún: cree que el mundo es lo suficientemente imbécil como para tragarse el cuento de que es Israel quien provoca la guerra por medio de sus respuestas (claro, de que hay gente que se traga esa torpe visión de las cosas, la hay; pero mi impresión es que cada vez son menos).
Al final, el resultado siempre es el mismo: palestinos en desventaja, derrotados, enterrando a una juventud que en vez de ponerse a trabajar, se sacrifica en nombre de una guerra absurda, injusta y sin futuro.
Las cosas no le están saliendo bien a Yihad en otro frente: Hamas no se ha mostrado particularmente interesado en confrontarse con Israel por este último episodio. Por supuesto, han hecho las declaraciones obligadas de siempre. Han cumplido con el protocolo retórico y han condenado a Israel. Pero nada más. La impresión que dejan es que no tienen ningún gusto por involucrarse en un pleito que no es de ellos, y menos ahora que Israel varió su estrategia y en vez de tomar las represalias contra Hamás, está aprovechando que los combatientes de Yihad —haciendo gala de una pésima estrategia militar— se están exponiendo al intensificar sus disparos de cohetes. Por eso ahora los misiles los están recibiendo ellos, directamente.
Eso, por supuesto, le conviene a Hamás. A fin de cuentas, Yihad siempre ha sido un grupo rival que estaría feliz de que Hamás perdiera el control de la Franja de Gaza, para así poder sustituirlos.
Evidentemente, en este fracaso y colapso autoinducido por Yihad Islámica, está como trasfondo la cultura de la exaltación del martirio. Se la pasan repitiendo a sus jóvenes y a sus niños que no hay nada más sagrado ni meritorio que morir por la causa, que todo mundo se prepara —literalmente— para morir.
Es como la escena final de La Vida de Bryan, esa genial película de Monty Python, cuando el protagonista, agonizando en la cruz, recibe la visita de una tropa de japoneses, que resultan ser el escuadrón kamikaze patrocinado por su propio grupo subversivo. Bryan pregunta si lo vienen a rescatar, y los japoneses suicidas le dicen que no. Que vienen a suicidarse. Vamos, porque para eso son los kamikazes.
Los palestinos están derrotados de antemano porque su discurso es a favor del martirio. No tienen una sola neurona conectada con la posibilidad de ganar, de construir, de mejorar.
Y Yihad Islámica nos está dando una cátedra de cómo se hacen mal las cosas, siempre para garantizar el fracaso y la derrota.
La vocación por perder, encarnada del modo más patético.
Y yo me pregunto: ¿Algún día la comunidad internacional tendrá las agallas —o peor aún: el interés— para ponerle un alto a los palestinos y obligarlos a que hagan bien las cosas?
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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