Enlace Judío México – A veces cuando observamos la naturaleza, el comportamiento humano y en general el mundo que nos rodea es inevitable pensar ¿de dónde viene todo esto? ¿Fuimos creados de alguna fuente consciente, o nuestra existencia es una mera causalidad? Son algunas de las preguntas que todo hombre se hace antes de acercarse a una religión o doctrina; antes incluso de pensar en D-os. A un converso en el judaísmo se le llama “hijo de Abraham” precisamente porque Abraham fue el encargado de difundir el monoteísmo entre las naciones; la idea de que existe un orden superior al aparente, que hay cosas eternas y divinas que se encuentran en la esencia de todo lo creado. Difundió el postulado de que fuimos creados con sentido, que no somos un accidente de la causalidad. Sin embargo, el momento en que D-os le da una letra de Su nombre es porque Abraham demostró tener un amor profundísimo por todos los hombres y por eso mereció recibir el nombre de “padre de las naciones.” El creer en un sólo D-os lo llevó a ver que todos los hombres estamos unidos bajo ese amor, bajo el mismo Creador.
Como explicamos en el artículo pasado (¿Qué es la fe para el judaísmo y por qué Abraham es el arquetipo del hombre que ama a D-os?) Abraham se convierte en el hombre que representa la fe, porque fue el único que pudo ver a D-os y confiar en Él incluso en las situaciones más adversas. Las “pruebas” de Abraham nos demuestran como su relación con D-os fue evolucionando a lo largo del tiempo, hasta que logró vivir con D-os en su totalidad, con su cuerpo, su mente y sus emociones. Sin embargo, este fue un desarrollo que se dio a lo largo de toda una vida y que requirió de un trabajo espiritual monumental. Para poder adentrarnos al crecimiento del patriarca se pueden tomar como ejemplo tres pruebas básicas que representan distintas etapas del desarrollo de la fe y que fueron un punto de quiebre para la vida de Abraham. Trataremos de adentrarnos a cada una de ellas.
“Lej Leja”. Deja tu tierra y la casa de tu padre.
Cuando la Mishná menciona que Abraham fue probado con diez pruebas distintas no dice cuáles fueron realmente. Por tanto, los sabios como los comentaristas ofrecen cada uno su propia lista, lo cual nos muestra la forma distinta en que la fe se concibe por cada uno de los filósofos. Muchas veces aunque no se refieren a los mismos eventos, concuerdan en los aprendizajes y la temática. Por ejemplo, tanto Rashi como Maimónides y Rab Bartinura’s concuerdan que dejar la casa de su padre fue una de las primeras pruebas de Abraham, aunque no para todos ellos necesariamente la primera. En todo caso tanto en el contexto de los relatos talmúdicos, como de la narración, los comentaristas concuerdan en que la primera prueba de Abraham fue arriesgar la vida por combatir la idolatría de su tierra de forma pública.
En sus comentarios Rashi y Bartinura se refieren a los midrashim (relatos de la tradición oral que a veces son retomado por el Talmud). En dichos relatos Abraham se nos presenta como el hombre que vio a D-os desde muy temprana edad a través de maravillarse del mundo material y las interacciones humanas. Desde pequeño se nos muestra destruyendo los ídolos de su padre y más adelante siendo perseguido por Nimrod por rehusarse a cometer actos de idolatría. Uno de los relatos más conocidos es aquel donde Nimrod arroja a Abraham a un horno con fuego y D-os mismo salva al patriarca, haciendo que el fuego no lo queme. Para los comentaristas es en el contexto de estos sucesos que más adelante D-os se le revela a Abraham y le dice las primeras palabras que leemos en la Torá con referencia a Abraham “Lej Leja” “Deja tu tierra y la casa de tu padre a la tierra que Yo te enseñaré.” Para los tres comentaristas el ciclo entero comprende una de las pruebas de Abraham. De ella podemos aprender muchísimos aspectos sobre la percepción judía de la fe.
La primera es que D-os se expresa en la realidad frente a todos, pero sólo aquel que está dispuesto a vivir con principios y arriesgar su vida por ellos es capaz de hablar directamente con D-os. D-os le habla a Abraham únicamente después de que éste decidió entrar al fuego por no cometer un acto de idolatría. Esto es así porque la forma en que D-os se comunica con nosotros depende de la disposición que tengamos frente a la realidad. Abraham pudo hablar con D-os porque estaba dispuesto a escucharlo. Primero a través de su percepción pudo ver racional y emocionalmente la necesidad de que existiera un sólo D-os. Cuando estuvo dispuesto a actuar en consecuencia y morir por ello es que D-os pudo hablar directamente con él, porque su disposición ante la realidad cambió; incluyó en su vida para siempre el elemento de compromiso que tanto lo distinguiría. Además fue capaz de ver la importancia de vivir una vida apegada a la verdad y a lo eterno; una vida dedicada a D-os.
Lo cual está muy relacionado con el segundo aprendizaje, que el primer contacto con D-os la primera necesidad para abrirse a ver Su Presencia, es alejarse de la idolatría. El problema primordial de la idolatría es que separa al hombre de D-os; tanto haciéndole creer que está sujeto a las leyes de la naturaleza, a un destino que no está en sus manos sino en el azar y en el capricho; como también le hace creer justo lo contrario que puede controlar el destino del mundo sobornando esas fuerzas. En ningún momento existe una relación más allá de la fuerza y el poder, incluso se busca servir a la fuerza más poderosa, no a la verdaderamente ética. Entablar una relación con D-os a partir del monoteísmo implica buscar una Unidad, saber que no existe el azar; que D-os hace participe al hombre del destino del mundo, únicamente cuando éste está dispuesto a escucharlo y someter su deseo de control para abrirse a una relación.
Finalmente la idolatría divide a los hombres en naciones enfrentadas, puesto que al existir numerosas fuerzas y numerosos dioses existen distintos ordenes morales. Se elimina por completo la responsabilidad moral que existe entre un ser humano y otro cuando pertenecen a naciones distintas. En cambio bajo la luz monoteísta al ser todos creados por el mismo D-os el objetivo del mundo es uno, por lo cual la responsabilidad de un hombre con respecto al otro es innegable. Abraham fue capaz de ver ambos lados de la balanza; la necesidad de escuchar a D-os tanto en el plano individual, como de hacer público y manifiesto Su nombre. Cuando entra al horno manifiesta la necesidad de la creencia en un sólo D-os.
La circuncisión. Un pacto con D-os
Como habíamos explicado antes las dos características más distintivas de Abraham son su inigualable bondad y amor a las personas independientemente de la nación a la que pertenezcan y una fidelidad absoluta hacia la palabra de D-os. Ambas se hacen aparentes cuando D-os le pide circuncidarse. Justo después de esta prueba es que D-os le de una letra de Su nombre, y Abram deja de llamarse Abram (el padre de Aram) para llamarse Abraham (padre de numerosas naciones). ¿Por qué es tan significativo este momento que cambia esencialmente quien es Abraham y su función en este mundo? Tanto el texto toraico como los midrashim nos lo explican.
Empecemos con lo más básico cuando D-os le pide a Abraham hacerse la circuncisión, usa las palabras “camina en Mis formas y sé integro frente a Mí.” Bajo este visión la plenitud llega al hombre cuando entrega su vida a D-os. No es suficiente vivir en base a principios aparte es necesario que cada aspecto de la vida esté rodeado de la creencia y la fe en D-os. La circuncisión simboliza que nos entregamos a D-os no sólo a través de nuestra fe, sino también a través de nuestro cuerpo y nuestra alma. Eso es ser “íntegro” o “completo” frente a D-os. Sin embargo, ¿por qué D-os lo hace “padre de las naciones”?
Los midrashim nos cuentan que Abraham antes de hacer la circuncisión pregunta a D-os si dicho pacto no lo separará del resto de la gente. Los mismos relatos nos cuentan que Abraham solía invitar a todo el que pasaba cerca de su tienda a comer y mientras se deleitaban con manjares, les hacía ver la belleza de la Creación y los convertía al monoteísmo, haciéndoles además agradecer a D-os por lo que habían comido. Su preocupación en cuanto al nuevo pacto que hace con D-os no es por sí mismo, por el miedo a estar sólo, sino por el amor que le tenía a las personas. De nada sirve tener fe si uno es incapaz de vivirla y compartirla con su prójimo. Abraham tenía miedo de con el nuevo pacto, la gente se alejará porque entonces no podría ayudarlos a creer en D-os; y aquellos que ya se habían acercado, podrían alejarse nuevamente. Según nos narran los midrashim, D-os lo calma dándole su letra y mostrándole que será “padre de las naciones.” Sin embargo, es justo a través de dicha entrega que representa la circunsición que Abraham será padre, porque es a través de la fe que guiará a los hombres. D-os le muestra que la fe, la habilidad de escuchar a D-os y entregarse a Él es el mejor regalo que puede otorgarles. Por eso la letra del nombre divino también está en su nuevo nombre.
La atadura de Isaac. “Aquí estoy, hijo”
De todas las pruebas que Abraham enfrentó en su vida la que mayor conmoción y extrañeza causa es la Atadura de Isaac. ¿Cómo es posible que D-os le pidiera sacrificar a su propio hijo? Es más ¿cómo es posible que Abraham ruegue a D-os por la salvación de Sodoma y Gomorra y no lo haga por su hijo? Pareciera que el patriarca acepta el mandato sin dudar de su veracidad y lo pone en marcha inmediatamente. La razón es que a través de está acción Abraham demuestra tener una disposición absoluta para cumplir la voluntad divina, no sólo a través de sus pensamientos y a través de sus acciones sino también a través de sus emociones. Si las otras pruebas fueron pruebas sobre la emuná (sobre las acciones y las creencias) está es una prueba de bitajón (sobre las emociones, la confianza). Abraham tiene la confianza absoluta en D-os, incluso cuando la situación es adversa, incluso cuando Su orden parece ajeno a lo racional. D-os le había prometido a Abraham que de Isaac saldría una gran descendencia, para poder llevar a su hijo al monte Moriá, Abraham debe tener la confianza absoluta de que pese al sacrificio, D-os cumplirá su promesa; de que D-os encontrará una forma de revivir a Isaac. “D-os proveerá del cabrito” le dice a su hijo.
La palabra “Hineni” “Aquí estoy” marca toda la diferencia entre este pasaje y cualquier otro. No se refiere a una localidad física, sino espiritual representa la disposición absoluta hacia el interlocutor. Cuando D-os llama Abraham, él le contesta “Aquí estoy,” mostrando la completa disposición que tienen frente a Él. La misma palabra también se la dice Isaac cuando él lo llama. Eso representa que Abraham tenía la confianza que Isaac mismo también se beneficiaría de la orden divina. Aunque Isaac tenía treinta y ocho años cuando ocurre el suceso, sigue permitiendo que su padre lo instruya y lo guíe; el hecho de que suban juntos al monte, muestra que ambos estaban en la misma disposición. Tanto así que en uno de los midrashim Isaac le pide a Abraham que lo ate con cuerdas, no vaya ser que el miedo cause en él un movimiento involuntario y el sacrificio sea invalidado.
La prueba para los dos implica confiar en que al final es D-os quien maneja la realidad incluso en las condiciones más dolorosas, incluso en la adversidad. Cuando Isaac pregunta ¿dónde está el cabrito? Isaac no hace una pregunta literal, sino metafórica, él sabe que él es quien va a ser sacrificado. Isaac pregunta por la disposición espiritual que debe tener, por el lugar frente a D-os en el que se encuentra. Con su respuesta Abraham le da a entender que la realidad la maneja D-os y que debe dejarse guiar por Él. Sin embargo, no es una fe ciega, sino una fe que le permite a la persona encontrar orden en el caos, sentido en la adversidad; una fe que se fundamenta en la razón, primeramente primeramente a través del contacto directo con la realidad; en la acción y la vida llevada con principios, el amor al prójimo y la confianza absoluta en D-os; en que es Él quien dirige el mundo y lo dirige siempre hacia un buen lugar.
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