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viernes 22 de noviembre de 2024

Asesinatos inconvenientes

Enlace Judío México e Israel.- El aumento global en el odio al judío difícilmente se registra en el Occidente.

BARI WEISS

Hace dos años, un hombre de 27 años llamado Kobili Traoré ingresó al departamento parisino de una maestra jardinera de 65 años llamada Sarah Halimi. Traoré golpeó a la Sra. Halimi y la apuñaló. Según testigos, él la llamó demonio y sucia judía. Gritó, “Alau akbar,” luego arrojó el cuerpo aporreado de la Sra. Halimi por la ventana de su departamento del tercer piso. Esto es lo que Traoré dijo a los fiscales: “Me sentí perseguido. Cuando vi la Torá y un candelabro en su casa me sentí oprimido. Vi su cara transformarse.”

Una pensaría que este sería un crimen de odio evidente. Fue el asesinato a sangre fría de una mujer en su propia casa por el pecado de ser una judía. Pero los fiscales franceses decidieron dar de baja los cargos de asesinato contra Traoré porque él… había fumado cannabis.

Si la traición de Francia a Sarah Halimi es chocante para ustedes, quizás no han estado prestando mucha atención a lo que para ahora puede ser descripto como una calamidad moral barriendo el Occidente de la cual su historia es apenas el ejemplo más claro. Una crisis, me apresuro a agregar, que es tal vez menos conocida porque ha sido en gran medida pasada por alto por la prensa convencional.

La lectura más generosa de este enorme punto ciego es que la historia no es siempre sencilla; han habido algunas medidas loables para defenderse. El martes, por ejemplo, el parlamento francés adoptó formalmente la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional de Recordación del Holocausto cuando aprobó una moción declarando al antisionismo una forma de odio al judío. Pero en el mismo día, más de 100 lápidas judías fueron pintadas con esvásticas en un cementerio cerca de Estrasburgo — un potente recordatorio de que los gobiernos son apenas tan buenos como la cultura y la gente que los sostiene.

Así que permítanme decirlo claramente: Estamos sufriendo una epidemia generalizada de la salud social y se origina en el abaratamiento de la sangre judía. Si el odio a los judíos puede ser justificado como un malentendido o ignorado como un error o menoscabado como un desliz verbal o descartado como “sólo antisionismo,” ustedes pueden casi garantizar que lo será.

Pero debajo del señalamiento y echar la culpa a la víctima y las acusaciones de pánico arrojadas contra un pueblo que algo sabe sobre persecución, está la misma vieja intolerancia — el odio a los judíos que ha presagiado la muerte de tantas sociedades aparentemente civilizadas. Un odio que todavía, después de siglos, ejerce su atractivo poderoso durante períodos de malestar político y económico, cuando los enojados, los confundidos, los estafados y los asustados buscan explicaciones simples y un chivo expiatorio. Y ni siquiera los que buscan edificar a los marginalizados no pueden encontrar su voz en lo que concierne a los judíos que enfrentan antisemitismo.

Den una mirada a algunos de los eventos alrededor de la fiesta de Acción de Gracias, incidentes que han mantenido a los judíos en todo el mundo pegados a sus teléfonos, y que han impulsado a algunos a actualizar sus pasaportes y los de sus hijos.

Empiecen con Gran Bretaña. El pasado viernes por la noche, un rabino que recién había dejado una sinagoga fue golpeado en la calle por adolescentes que gritaban, “Maten a los judíos.” Estos hechos, ahora normales, llegan cuando hay una posibilidad decente que el líder laborista Jeremy Corbyn se convierta en el próximo primer ministro, dando a los antisemitas la licencia oficial de un importante gobierno occidental.

La larga historia de calumnias de Corbyn contra los judíos e Israel, sus palabras cálidas acerca de sus “amigos” en Hezbolá, y su visión del mundo, la cual es mucho más admirada en países como Rusia y Venezuela que en Inglaterra misma, está bien documentada. Para elegir tan sólo el último titular: La BBC, dijo Corbyn en la televisión estatal iraní, es “sesgada” diciendo que “Israel tiene un derecho a existir.” (Mi favorito sigue siendo su comentario de que los sionistas británicos “que, habiendo vivido en este país por un muy largo tiempo, probablemente todas sus vidas, no entienden la ironía inglesa.)

El pescado se pudre desde la cabeza, y así es con el Laborismo. Según el gran rabino de Gran Bretaña, Ephraim Mirvis, hay 130 casos de denuncias excepcionales de antisemitismo contra miembros del Partido Laborista. El 93% de los judíos británicos dicen que ellos no votarán por el Laborismo. El 47% dice que “considerará seriamente” emigrar si gana el Laborismo.

Otras cuestiones, se les dice a los judíos, son más importantes que su propia seguridad. A veces sus temores son catalogados como “histeria.” El cineasta socialista Ken Loach lo ha llamado una “caza de brujas.” El poderoso líder sindical, Len McCluskey, ha acusado a la comunidad judía de “hostilidad intransigente.” Cuando el Rabino Mirvis tomó la medida extraordinaria de intervenir en la elección, insistiendo en que el “alma misma de nuestra nación está en juego”, fue acusado, variadamente, de mala fe, de alejar el foco de la amenaza real de la intolerancia de la derecha, y de avivar de hecho él mismo el antisemitismo.

Voz Judía para el Laborismo, el grupo fachada judío favorito del partido, ha codificado todas estas tácticas de manipulación en un documento que esboza servicialmente la estrategia para cómo otros grupos y movimientos políticos con una voluntad de poder pueden acallar las preocupaciones judías acerca de antisemitismo organizado y sistémico.

En Italia, la ciudad de Schio decidió en contra de establecer un memorial del Holocausto — las sutiles “piedras de tropiezo” de latón llamadas stolpersteine que marcan las calles de las ciudades europeas donde todavía pasean los sobrevivientes del genocidio de Hitler — bajo el fundamento que 14 piedras en una ciudad de 40,000 probaría ser muy divisivo. “Dejen que las víctimas descansen en paz”, dijo Alberto Bertoldo, un político local. El memorial, dijo, correría el riesgo de “generar nuevo odio y división.”

Mientras en Schio el Holocausto prueba ser una cuestión moral divisiva, en Montreal lo fue un viaje planificado a Israel. Jordyn Wright es una estudiante judía de segundo año que se encuentra en la junta de la Sociedad Estudiantil de la Universidad de McGill.

Durante el receso invernal, Jordyn está planeando, como cientos de otros estudiantes universitarios judíos norteamericanos, ir a Israel con Hillel. Como resultado de ese viaje, el gobierno estudiantil votó por pedir su renuncia. No importa que el viaje incluyera tiempo con los palestinos en la Margen Occidental. No importa que otro líder del gobierno estudiantil esté yendo también; aparentemente porque ese estudiante no es judío, no fue requerida ninguna renuncia.

Yo alterné durante el fin de semana entre el relato escalofriante de la Srta. Wright de la historia de discriminación antijudía en su escuela y The Washington Post, el cual había publicado un perfil raro de Valerie Plame, la ex oficial de la C.I.A. que ahora está compitiendo para el Congreso como una demócrata en Nuevo México.

Allí nos enteramos que Plame se ve “asombrosamente bien a los 56, como si el aire de altitud elevada del desierto hubiera preservado su piel desde el día en que ella llegó aquí hace 12 años.” Pero en ninguna parte en el largo artículo el lector se entera que hace dos años la Sra. Plame tuiteó un ensayo llamado “Los judíos estadounidenses están manejando las guerras de Estados Unidos” de un hombre famoso por su pensamiento conspirativo antijudío en un sitio web que coquetea con la negación del Holocausto. Ella compartió también un artículo que vinculaba a Israel con los ataques del 11 de septiembre.

Por otro lado, en el Partido Demócrata, Linda Sarsour, la activista que fue removida de su posición de liderazgo en la Marcha de las Mujeres gracias a su historia de escándalos antisemitas y que ahora se desempeña como una suplente del candidato presidencial Bernie Sanders, dio una charla el viernes ante un grupo llamado Musulmanes Estadounidenses para Palestina. La parte de su charla, que circuló online, se enfocó en la aparente hipocresía de los sionistas progresistas: Sarsour preguntó acerca de la gente que es el blanco No. 1 de los supremacistas blancos, ¿Cómo ellos pueden afirmar oponerse a la supremacía blanca cuando apoyan a “un Estado como Israel, que está creado sobre la supremacía, que está creado sobre la idea que los judíos son supremos a todos los demás?”

Para que no piensen que es “sólo antisionismo,” consideren que la suplente de Sanders habló en una conferencia e imprimió la siguiente frase en su programa: “El Sionismo ha entrado como una enfermedad para destruir la pureza de Al Quds.” (Al Quds es el nombre árabe para Jerusalén.)

¿Debería contarles acerca de un programa fundamentalista cristiano en TruNews presentado por un hombre llamado Rick Wiles? Donald Trump Jr. le concedió una entrevista a TruNews y su representante fue convocado por el Presidente Trump a una conferencia de prensa. La semana pasada en su programa, el Sr. Wiles afirmó que los judíos están detrás del proceso de juicio político contra el presidente. Un “golpe judío,” lo llamó, que reemplazaría a Trump con “una camarilla judía.”

¿Debo contarles sobre las esvásticas encontradas en Sexta y I, una sinagoga y centro de vida cultural e intelectual judía en Washington? ¿O las pintadas en rojo sobre una estatua del gran escritor en idish Scholem Aleijem en Ucrania?

¿O que el lunes por la mañana en Crown Heights, Brooklyn, una pasajera judía del subterráneo informó que otra mujer le gritó insultos y amenazó con arrojarla a las vías? ¿Y que al día siguiente, también en Crown Heights, tres adolescentes arrojaron piedras a un autobús de una escuela primaria judía, rompiendo una ventanilla?

Hay un tema aquí. El tema es que el odio al judío está aumentando y sin embargo la victimización de los judíos no demanda atención o inspira indignación popular. Que a menos que los judíos sean asesinados por neonazis, el único grupo al que todos los de consciencia reconocen como malvado, los asesinatos inconvenientes de judíos, sus golpizas, su discriminación, la discriminación de su Estado para la demonización serán explicadas.

Cuando ustedes observan cada uno de estos incidentes, quizás es posible aún fingir que estos son brotes al azar de intolerancia perpetrados por vándalos sin ninguna organización o poder real detrás de ellos.

Pero las perspectivas electorales de Corbyn en Gran Bretaña cuentan una historia diferente y mucho más angustiosa — que una persona con algunos de los mismos impulsos que esos vándalos puede encontrarse a muy corta distancia de la oficina del primer ministro. Esto es lo que sucede cuando una cultura decide que las vidas judías son obstáculos.

 

*Bari Weiss es autora de “Cómo Combatir el Antisemitismo.”

 

Fuente: The New York Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

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