Enlace Judío México e Israel- Sabemos que estamos en época de fin de año cuando comenzamos a ver luces por todos lados. Una mezcla de estímulos lumínicos que llaman nuestra atención y nos regocijan el corazón.
Todo comienza por los espectaculares escaparates resplandecientes que nos atraen para que adquiramos regalos hacia festividades también cargadas de luz: Janucá, la fiesta de las luces, donde se enciende el candelabro de 9 brazos durante 8 días para recordar el milagro del aceite en épocas de los Macabeos; Kwanzaa, cuando se prenden las velas de un candelabro para reafirmar los 7 principios culturales africanos; Navidad, que reviste a toda la ciudad, casas y avenidas, de cientos de foquitos en frondosos pinos y bengalas que sacian el placer por la pirotécnica; y el principio del año nuevo que culmina durante los coloridos fuegos artificiales que visten los cielos para el cambio, en este caso, de década.
Pero en esta temporada también disfrutamos de otro tipo de luces, luces que nos regala la naturaleza para deslumbrarnos con sus radiantes dones. Y me refiero no sólo a las fogatas y chimeneas que intentan calentar los ambientes caseros ante el intenso frío decembrino; sino a diversos mundos naturales que nos regalan espectáculos lumínicos durante este último mes, como despidiendo entre todos el 2019.
Entre ellas, las fantásticas auroras boreales que atraen a cientos de curiosos y danzan sin fin justo en esta época de oscuridad total en el círculo polar norte; las larvas de la mosca Arachnocampa flava que lanzan sus hilos biolumiscentes para atrapar distraídas moscas en las cuevas del Parque Nacional de Springbrook en Australia; los dinoflagelados que en una noche sin luna en la Bahía de Mosquito en Puerto Rico destellan un hermoso brillo azul intermitente sobre la superficie del mar; y mirando hacia la bóveda celeste, el paso en unos días del Cometa PANSTARRS, llamado también cometa azul; la lluvia de estrellas Gemínidas, una de las más espectaculares del año con su máximo el 14 de Diciembre con hasta 120 meteoritos penetrando la atmósfera terrestre cada hora; la lluvia de estrellas Ursidas, menos espectacular pero visible más cerca de las principales festividades del mes; y si estas leyendo este texto desde la zona de Asia-Pacífico, disfrutarás del último eclipse solar de la década el día 26. Todos espectáculos de luz, contraste; de asombro, sorpresa; de placer visual.
¿Pero por qué nos gustan tanto las luces? ¿Qué de ellas nos llama la atención? Sin duda la luz es vital para nuestra existencia. Desde el punto de vista teológico, lo primero que hizo el Creador, después de establecer el orden fue crear la luz. De forma paralela; en la ciencia, el Big Bang, aceptado actualmente como el momento preciso de inicio del Universo como lo conocemos, fue una explosión expansiva de materia y energía: de luz. Astrónomos buscan hasta el día de hoy mirar a través de los telescopios más poderosos para encontrar la luz de esos comienzos y trazar con certeza la evolución del espacio-tiempo.
Este 2019 fue especialmente importante para la ciencia con hallazgos que tuvieron que ver con luz. El 10 de abril se publicó la primera fotografía de un agujero negro con 6.5 billones de veces la masa de nuestro Sol. Esta fotografía, que le dio la vuelta al mundo inmediatamente, y para la cual el INAOE en Puebla orgullosamente colaboró, intensificó la aún no resuelta paradoja de la información que Stephen Hawking sostuvo con los teóricos en mecánica cuántica hasta el día de su muerte el año anterior.
En este año que ya casi finaliza, que la UNESCO declaró como el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos por su 150 aniversario desde su creación; se utilizó la radiación lumínica color lila que emiten las partículas de helio para eliminar con plasma células cancerígenas durante tres cirugías, arrojando prometedoras esperanzas para un nuevo tratamiento contra el cáncer actualmente en fase experimental.
Es de todos conocido que la luz tiene efectos profundos en nuestro estado de ánimo. Según la Sociedad de Ingenieros en Iluminación (IES) la distribución no uniforme de luz intensa proveniente desde el techo provoca tensión, mientras que si ésta llega en tonos cálidos desde el suelo genera un ambiente más relajado; incluso más íntimo y romántico. De hecho, la Clínica Mayo, indica que la terapia a base de luz es uno de los mejores tratamientos contra el Desorden Afectivo Estacional (SAD, por sus siglas en inglés), una condición que incluye depresión generalmente presente durante en invierno en ciertas regiones geográficas.
Cuando por las mañanas nuestro cuerpo reconoce la luz solar a través del nervio óptico, disminuyen los niveles de melatonina (sustancia que liberamos de forma natural para provocar sueño) y se incrementan los de serotonina; conocida como la hormona de la felicidad. Quizás por eso nos sentimos muy dichosos al ver tantas luces que iluminan esta época especialmente opaca; en que amanece más tarde y anoche más temprano, en que celebramos el solsticio de invierno que contrarrestamos con encuentros familiares colmados de abrazos lumínicos, esperanza encandiladora, deseos esplendorosos y brillosas aspiraciones.
Te deseo que disfrutes de una hermosa época resplandeciente de luz; con inmensa claridad e intensos destellos de serotonina hacia un año 2020 incandescente.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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