EnlaceJudío México e Israel.- En una entrevista de Ima Sanchíz a Herwig Czech, doctor en Historia y experto en medicina del Tercer Reich, que publica La Vanguardia, el investigador dice que “no todos los científicos eran nazis, pero muchos aprovecharon la coyuntura”
Herwig Czech, austriaco, de 45 años, es un investigador posdoctoral en la Universidad Médica de Viena que lleva nueve meses en la Universidad de Berlín investigando la historia de la neurociencia durante el Tercer Reich.
Czech realizó un estudio diciendo que el Dr. Hans Asperger, pionero en el estudio del autismo, contribuyó a los esfuerzos nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Según Czech, Hans Asperger fue un colaborador nazi que envió a los niños a la muerte antes y durante la Segunda Guerra Mundial, de acuerdo a una nueva investigación.
Asperger, cuyo nombre se usó para una afección conocida como “síndrome de Asperger”, es considerado como un innovador en el tratamiento del autismo. El estudio de Herwig Czech indica que contribuyó activamente a un programa de eugenesia nazi que intentó mejorar las poblaciones humanas a través de la cría controlada y la “higiene racial”, eliminando a las personas con características hereditarias indeseables.
El estudio de Czech fue publicado en la revista Molecular Autism.
Citando documentos que inicialmente se creían destruidos, Czech dijo que Asperger “contribuyó activamente” al programa nazi, refiriendo a los niños “profundamente discapacitados” a la notoria clínica Spiegelgrund en Austria, sabiendo que enfrentarían sus muertes a través del hambre o la inyección letal.
Aunque Asperger se jactó después de la guerra de que la Gestapo lo persiguió por no entregar a los niños, la investigación de Czech dijo que no encontró evidencia para respaldar esas afirmaciones.
“Asperger logró acomodarse al régimen nazi y fue recompensado por sus afirmaciones de lealtad con oportunidades de carrera“, escribió Czech, estudioso de historia médica en la Universidad Médica de Viena.
Czech también dijo que Asperger “legitimó públicamente las políticas de higiene racial” que incluían esterilizaciones forzadas.
Los académicos contribuyentes escribieron que Asperger “no solo estaba haciendo todo lo posible para sobrevivir en condiciones intolerables, sino que también era cómplice de sus superiores nazis al atacar a las personas más vulnerables de la sociedad“.
Asperger, quien murió en 1980 a la edad de 74 años, fue el primero en su campo en identificar a un grupo de niños con características psicológicas distintas que inicialmente se denominaron “psicópatas autistas”. Publicó un estudio sobre el tema en 1944. En el momento de su muerte, el término “síndrome de Asperger” se utilizó cada vez más para reconocer su contribución al campo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, dirigió una clínica infantil en Viena y luego fue jefe de pediatría en la Universidad de Viena.
En la entrevista de La Vanguardia, se reconoce el valor de Czech por dedicarse a estudiar la historia de la medicina y el nacionalismo en Austria, lo cual no es tarea fácil dado que mucha gente todavía se resiste, pero el investigador persiste, y su producción científica es indiscutible. En su último libro, Hans Asperger, autismo y Tercer Reich (NED), desmonta la impecable biografía de este pediatra que había conseguido pasar a la historia como un héroe antinazi. Pero Asperger diagnosticó muchos casos de niños con problemas psiquiátricos “no educables” e incluso envió a algunos a Am Spiegelgrund, clínica donde entre 1940 y 1945 se asesinó a 800 niños con sobredosis de drogas u otros medios. “El caso de Asperger demuestra una vez más que no es preciso ser un gran criminal ni tener una vocación de serlo para ser parte significativa de un sistema criminal”.
Czech también estudia la explotación del cerebro de las víctimas durante y después de la II Guerra Mundial, en importantes instituciones científicas como parte de un gran proyecto de la Universidad Médica de Viena, de Oxford Brookes, Academia de Ciencias Nacional de Alemania y Universidad Técnica de Munich.
En el estudio, analiza restos de colecciones de cerebros de niños y adultos. En la investigación está implicada la Sociedad Max Planck, que conservaba gran núnmero de cerebros de niños y adultos exterminados por padecer enfermedades mentales.
Czech dice que esas muestras se siguieron utilizando para hacer estudios científicos hasta los años ochenta. “No había una distinción clara entre la ciencia limpia y la ciencia nazi; es decir, se podía practicar una ciencia válida bajo criterios puramente científicos con cerebros obtenidos de manera no ética“, dice. Eso significa que cerebros de víctimas de la eutanasia nazi fueron utilizados por científicos no nazis.
Por ejemplo, “El jefe del departamento de neuropatología del Instituto Kaiser Wilhelm para la Investigación del Cerebro de Berlín, Julius Hallervorden, reconocido científico, estuvo esperando a que terminaran con la vida, en una cámara de gas cerca de Berlín, de 50 niños escogidos con fines científicos. Obtuvo los cerebros inmediatamente después de su muerte“, dijo Czech en la entrevista de La Vanguardia.
El fin era investigar sobre las patologías cerebrales, pero también la eugenesia, la idea de la genética preventiva.
En el proyecto, se investigan institutos fuera del sistema universitario, pero también dentro de las universidades. August Hirt, profesor de anatomía, uno de los acusados en Nuremberg si no hubiera muerto, que coleccionaba esqueletos judíos, fue responsable de la muerte de 86 personas intentando documentar las diferencias anatómicas de la raza judía.
Dice Czech que La psicosis no es una explicación suficiente para lo que pasó. Es más complicado, están más cerca de nuestro pensamiento de lo que queremos admitir. No todos los científicos eran nazis, pero muchos aprovecharon la coyuntura.
“Al final somos nosotros, los humanos, los que hicimos eso”.
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