Enlace Judío México e Israel.- Por tercer año consecutivo, el ayuntamiento de mi localidad tuvo a bien invitarme a participar en el acto de Conmemoración del Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto en representación del pueblo judío.
Así, el domingo 26 de enero, un día antes de la fecha establecida por la Asamblea General de Naciones Unidas el 1 de noviembre de 2005, convocados por el Ajuntament de Lleida, nos reunimos a las 12 h en la calle Jaume II, en el barrio de Cappont, frente a la escultura conocida como FITA (hito), obra de Àngel Eroles, para rendir honor a las víctimas.
El acto contó con breves intervenciones del alcalde de la ciudad, Miquel Pueyo, el representante de la asociación Amical Mauthausen, autoridades locales, entidades y familiares de los 45 vecinos de la ciudad que fueron deportados a los campos nazis.
Intercalando las intervenciones, la soprano Eva Maria Ruiz, con Carles Herraiz a la guitarra, interpretaron emotivas canciones alusivas: Wiegala, una canción de cuna en idish de Ilse Weber, compositora judía que cantaba a los niños y enfermos antes de ser conducidos al horno crematorio de Auschwitz; el Canto de los Deportados, compuesto por prisioneros del campo de concentración Börgermoor; Morir en Ravensbrück, de Montserrat Roig y Marina Rossell.
Estaba programado también el Cant dels Ocells (Canto de los Pájaros), de Pau Casals, en violoncello, a cargo de Hugo Herraiz, pero dificultades técnicas lo impidieron.
Comprometida con el deber moral de transmitir la memoria a las generaciones que nos suceden, y de concienciar al mundo entero para que asuma su rol de no permitir NUNCA MÁS que tal atrocidad se repita, esta fue mi intervención:
Una de las voces más importantes en la memoria del Holocausto y la defensa de los derechos humanos es Eli Wiesel, superviviente de los campos de exterminio de Auschwitz y Buchenwald, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1986.
En un pasaje de su discurso al aceptar el Nobel, dijo:
“Lo recuerdo: sucedió ayer, o hace una eternidad. Un joven chico judío descubrió el Reino de la Noche. Recuerdo su desconcierto, recuerdo su angustia. Todo sucedió tan deprisa. El gueto. La deportación. El vagón de ganado sellado. El altar ardiente donde la historia de nuestro pueblo y el futuro de la humanidad habrían de ser sacrificados. Recuerdo que preguntó a su padre: ‘¿Puede ser esto verdad? Esto es el siglo XX, no la Edad Media. ¿Quién puede permitir que se cometan crímenes así? ¿Cómo puede el mundo permanecer en silencio?
Ahora ese chico me mira a mí. ‘Dime’, pregunta, ‘¿qué has hecho con mi futuro, qué has hecho con tu vida? Y yo le digo que lo he intentado. Que he intentado mantener la memoria viva, que he intentado luchar contra aquellos que olvidan. Porque si olvidamos, somos culpables, somos cómplices”.
Tras la guerra, Wiesel se formó en París como periodista si bien no habló del Holocausto durante una década. Acabaría escribiendo decenas de ensayos y novelas. Su primer libro fue La Noche, traducido a más de 30 idiomas, en el que la idea central, la que guió su vida, era “Olvidar a los muertos equivale a matarlos por segunda vez”. En él relata su vergüenza por permanecer en silencio mientras golpeaban a su padre.
Wiesel dedicó su vida a la defensa de los derechos humanos, a mantener viva la memoria del Holocausto a través de la educación
En una entrevista cuando contaba 58 años, Eli Wiesel reflexionó sobre la generación de intelectuales supervivientes de los campos de los nazis, de la que salieron Primo Levi, Simon Wiesenthal, Jorge Semprún o él mismo. “Nunca ha habido una generación a la que obsesionara tanto la memoria como la nuestra, pero creo que es el patrimonio que debemos dejar a nuestros hijos“.
A continuación, intervinieron los representante del colectivo gitano, de la asociación Amical Mauthausen, del colectivo LGTBI, del Cen ro Excursionista de Lleida, del colectivo Síndrome de Down, de las Minorías Religiosas y dos adolescentes en representación de los colegios de la ciudad.
Al final de cada interveción, los participantes depositaron una vela encendida junto a la escultura.
Cerró el acto el alcalde, Sr. Pueyo, haciendo mención a reflexiones de Primo Levi y frases del Talmud.
Por último, el público se acercó a depositar ramos de flores sobre los nombres de las víctimas.
Me llena de orgullo que a pesar de la ola de antisemitismo que se está desplegando por el mundo cual monstruo latente al acecho, la ciudad en la que vivo dedique un momento para recordar aquella barbarie y lo perpetúe con un acto oficial que celebra anualmente como parte de la agenda municipal.
Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico
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