Enlace Judío México e Israel – Si alguna vez has ido a un templo judío o estado junto a dos personas que practican esta religión podrás haber notado que la palabra “Amen” se usa frecuentemente. Es la forma en que los judíos contestamos a una bendición, un buen deseo o una afirmación positiva de D-os. Es tan antigua como la Torá y una de las mejores formas de afirmar que creemos en D-os.
Significado de la palabra
La palabra quiere decir “Que así sea” o “Así será” y su raíz es la misma que la de “emuná” (fe) en el judaísmo, de hecho, tienen las mismas letras. De tal forma que amén significa también la base de la fe, la confianza en la existencia de D-os y Su verdad. Para la Kabalá, “amén” y “emet” (verdad) están relacionados porque comparten las primeras dos letras.
Amabas representan la verdad, pero desde una cara distinta. Emet es la realidad como D-os hace que sea, la verdad eterna y amen la verdad en este mundo, incompleta y desconocida.
La alef y la mem son las letras que ambas palabras comparten. Si quitamos del abecedario las tres letras que forman el nombre de D-os tenemos que la alef es la primer letra del abecedario, la mem es exactamente la letra de en medio y la taf, es a la vez, la última letra de la palabra emet y la última letra del abecedario. Por eso, esta palabra representa la verdad que es absoluta y revelada a través del tiempo. Dentro del pensamiento judío se piensa que así como en tiempos anteriores hubo revelaciones, al final de los tiempos volverá a haber revelaciones y se conocerá la verdad de todos los eventos que hoy son oscuros, tanto a nivel individual como a nivel colectivo.
Lo que los cabalistas nos dicen es que D-os nos ha dado la alef y la mem, el pasado y el presente, sabemos de Su existencia por las revelaciones que hizo en antaño y por la guía que da a nuestra vida en el presente. Lo que desconocemos es el futuro, la última letra, la letra que “amen” no comparte. Para ellos, la nun del amén es la letra que nosotros ponemos como respuesta. Es la confianza que tenemos en Él y en lo que nos fue revelado, es justo la letra siguiente a la mem y representa también el mundo que nos fue dado, el de la acción. Demuestra nuestro deseo y disposición a hacer tangible y materializar la palabra de D-os en este mundo. Finalmente es la letra que nos llevará a la Revelación.
Por eso, la fortaleza de esta palabra es tan grande, porque cada vez que una persona la dice está reafirmando su plena confianza en D-os y su voluntad de actuar acorde. Además, es una forma de alabar en conjunto a D-os, de unirse a la plegaria del otro para engrandecer Su nombre.
Cada vez que aparece en la Torá se menciona como un mandato de cómo la persona o el pueblo deben responder. Mientras que el Talmud (Sanhedrín 111a) se limita a mencionar la grandeza de aquel que la dice con honestidad y nos recuerda que “amén también es el acrónimo de “El Melej Nemaan” “D-os, Rey y confiable.”
Actualmente existen dos formas comunes de pronunciarla los sefardíes (judíos árabes o provenientes de Turquía) dicen “Amén” y los ashquenazis dicen “Oimén,” ambas son correctas. A continuación mencionaremos algunas de las reglas que comprenden esta palabra.
¿Cuándo se dice?
Uno debe responder amén cuando escucha a otro decir una bendición, incluso si ésta no tiene el nombre de D-os en ella.
Para poder responder amen uno debe haber oído la bendición completa, el final de la misma o al menos saber a qué bendición está respondiendo amén. Si no sabe no lo puede decir.
Uno puede responder amen a cualquier bendición que escuche a través de un micrófono, un altavoz, un radio o un televisor. Sin embargo, no puede decir amén si la persona que lo dice no hace la bendición con la intención de bendecir, por ejemplo, una obra de teatro o cuando un niño practica su lección. Tampoco se puede decir amén si lo que la persona escucha es una grabación y no ocurre en vivo.
Uno debe responder amén inmediatamente después de que la bendición fue completada.
¿Cuándo no se dice?
Uno no debe decir un amén apurado, en el que no se escuchan bien cada una de las letras o dicho cuando el que hace la bendición no ha terminado de decirla.
Uno no puede decir amén a su propia bendición. La única excepción se encuentra en la tercera bendición del Bircat Hamazón, fuera de ésta no se puede.
Si uno está diciendo una bendición y termina al mismo tiempo que otra persona, no puede contestar amén, porque parecería que se está diciendo amén a sí mismo. Tampoco puede interrumpir su bendición para responder amén a la de alguien más.
Uno no puede decir amén a una bendición equivocada, por ejemplo alguien que dice la bendición de los frutos para un vegetal. Tampoco puede decir amén si se encuentra en un lugar en el que no podría bendecir, porque hay basura o huele feo, por ejemplo.
Uno no puede decir amén si habla después de que la otra persona dijo la bendición, o si pasa un tiempo largo entre que la bendición fue dicha y la persona quiere responder.
El amén no se debe escuchar más alto que la bendición.
Si un cantor se impone sobre la congregación sin la voluntad de la segunda, uno no está obligado a decir amén a sus bendiciones
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