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jueves 21 de noviembre de 2024

¿Dónde se estableció la primera comunidad judía en América? Una pista: no fue en Brasil

Enlace Judío México e Israel- Alice Backal, una de las mayores expertas del criptojudaísmo en México, encontró, en un viaje a Taxco, una misteriosa mikve. El hecho detona años de investigación, tras los cuales se deriva lo siguiente: la primera comunidad judía del continente americano se estableció en México, y más específicamente en la ciudad de Taxco.

ALICE GOJMAN DE BACKAL

En la ciudad de Taxco de Alarcón se estableció la primera comunidad de criptojudíos en México, en el siglo XVI. Llegaron con los primeros conquistadores y colonizadores de la Nueva España.

Al igual que los españoles cristianos buscaban encontrar en el Nuevo Mundo una mejor situación económica, en especial los conversos de origen judío, estar alejados del Santo Tribunal de la Inquisición.

Desde los primeros años del siglo XVI descubrieron minas de plata sobre todo en las cercanías del Puerto de Acapulco. Una de ellas se encontró en Tlalpujahua, y otras en Taxco. Esos nuevos colonos venían tanto de España como de Portugal, después de que fueron expulsados en 1492.

Los que no se convirtieron y se fueron a Portugal fueron también convertidos por la fuerza en 1497 y pocos años después , en 1536, empezaron a ser perseguidos por la Inquisición. Por ello encontraron el camino hacia la Nueva España donde estarían más alejados de este peligro.

Lo que estos inmigrantes buscaban eran sobre todo las minas de metales preciosos para mejorar su situación económica. Esos asentamientos en las minas atraían el comercio y el desarrollo social, cultural y político.

Una de las primeras minas estuvo localizada en Ayuteco cerca de las estancias de Cortés en  Cuautla y Cuernavaca. De Ayuteco siguieron hacia Pachuca donde se estableció un grupo grande de mineros portugueses que enviaban cargamentos de plata a la ciudad de México, por el camino de Puebla.

La mayoría guardaba la Ley de Moisés, pero eran muy cautelosos al reunirse los viernes para celebrar el Shabat. Cuidaban con gran celo todas las ceremonias y costumbres judaicas en sus casas, mientras en el exterior aparecían como buenos cristianos.

Cuando Luis de Carvajal el Viejo llegó a Tampico con el permiso de llevar cien familias para poblar el Nuevo Reino de León, un gran porcentaje era de origen judío. Sin embargo no permanecieron todos en el Norte por las malas condiciones que encontraron y decidieron buscar otros lugares donde asentarse con sus familias.

Entre esas familias que salieron de Pánuco estaba su propia familia , es decir, su hermana Francisca , su esposo Rodriguez de Matos y sus hijos, entre ellos Luis de Carvajal el Mozo.

Sus hijas Leonor y Catalina habían contraído nupcias con dos criptojudíos, mineros de profesión y muy ricos que se habían establecido en Taxco.

Leonor se casó con Jorge de Almeyda y Catalina con Antonio Díaz de Cáceres. Ellos fueron los que sembraron las semillas para fundar una comunidad judía que tuvo un gran desarrollo en esa ciudad cercana al Puerto de Acapulco.

Jorge de Almeyda había llegado a la Nueva España con su madre Felipa de Fonseca y sus hermanos Héctor de Fonseca y Miguel Hernández de Almeyda, todos practicantes del judaísmo, sobre todo su madre. Jorge después de establecerse en la ciudad de México, buscó otras alternativas y llegó a Taxco donde se dedicó a la minería. Ahí conoció a Antonio Díaz de Cáceres que llegó de Portugal y se dedicó a la minería con gran éxito.

Al llegar a Taxco la familia se dividió ya que doña Francisca había enviudado y junto con su hija Isabel la mayor y su hijo Miguel se fueron a vivir con Jorge de Almeyda y Leonor a su hacienda ubicada en el Real de Cantarranas, mientras que Mariana y Ana se fueron con Antonio Díaz de Cáceres y Catalina su esposa, a la hacienda situada en el real de Tenango.

Luis y Baltazar se dedicaron al comercio ambulante, vendiendo diversas mercancías en Sultepec, Temascaltepec, Zacualpan y Taxco. Esta actividad les permitió conocer en los caminos a muchos de sus correligionarios y establecer relaciones cercanas. Sobre todo Luis se hizo muy amigo de Jorge Díaz al cual conoció en las minas de Taxco, un hombre que había vivido en una comunidad judía de Venecia y que le enseñó muchas cosas de la religión al joven Luis.

La situación geográfica de las minas, alejadas de la ciudad de México y del Tribunal de la Inquisición, les permitió a estos hombres y mujeres tener una vida comunitaria más o menos estrecha en Taxco y en los reales de minas más cercanos.

Fue la casa de Leonor y Jorge de Almeyda un lugar de reunión de un gran grupo de judaizantes que estuvo activa durante varios años. La Hacienda de Cantarranas fue base de esta pequeña comunidad clandestina ya que tenía en su construcción una pequeña Iglesia que se convirtió en Sinagoga y la posibilidad de tener un baño ritual por la cercanía a un manantial de aguas cristalinas.

Sus prácticas religiosas eran aquellas que no exigían actos públicos y que no eran fácilmente detectados por los vecinos. Estos criptojudíos se reunían en diferentes lugares a pesar del peligro de ser denunciados, siempre había visitas e intercambio de ideas y de noticias.

Uno de los primeros mineros en asentarse en Taxco fue Miguel Hernández  dedicado a la minería y al comercio, era primo de los Fonseca con los que se reunía frecuentemente para celebrar el shabat y los ayunos.

Esos conversos mercaderes llegaron a poseer grandes fortunas, pues eran los abastecedores de alimentos y mercancías varias, a casi todos los centros mineros y ciudades recién fundadas. Ocultando sus orígenes lograron ascender en la escala social y ocupar puestos destacados en la sociedad novohispana.

El grupo minero destacó pronto por su gran poder económico. El metal era llevado en barras a la capital para su acuñación. El dinero acuñado era utilizado para comprar mercancías y traer productos manufacturados para ser vendidos en los reales de minas.

Para muchos de esos criptojudíos la actividad de viajar constantemente para hacer negocios, era la mejor forma de ganarse la vida y la oportunidad de encontrar una residencia segura alejados del Tribunal. Fue así como Taxco se convirtió en un gran refugio para muchos de ellos en el siglo XVI.

Una de las rutas marítimas hizo de Acapulco el centro de un comercio sin precedentes. Los galeones retornaban cargados de China y de la India con ricas mercancías. La seda, el algodón, la porcelana china, y las especies, tenían un alto precio en la Nueva España y a la llegada de los Galeones a Acapulco estaban los comerciantes para comprarlos productos en pública subasta. Junto a ellos se encontraban los mineros que llegaban con sus recuas cargadas de plata que era comerciada en el Oriente.

Fue así como Tepecuacuilco, Zumpango y Taxco se convirtieron en los principales centros comerciales. Los mismos centros mineros desarrollaron un mercado por la afluencia de dinero que atraía a los pueblos circunvecinos para vender ahí sus productos.

Esos criptojudíos sobre todo los de origen portugués formaron una comunidad alrededor de la Hacienda de Cantarranas, apoyándose y agrupándose para sentirse seguros y aislados.

A esa área le llamaron “Judiantla” por la cantidad de judíos que en ella vivían.  Se encontraba como a 9 kilómetros del centro de la ciudad. Sin embargo con el tiempo ese nombre por razones de antisemitismo fue cambiado a l de Juliantla., como se le conoce en la actualidad.

La pequeña comunidad desapareció en manos del Tribunal de la Inquisición sobre todo en el gran Auto de Fe realizado en el año de 1596 en el cual fueron quemados en la hoguera Luis de Carvajal el Mozo, su madre, y sus tres hermanas Isabel, Leonor y Catalina, además de su gran compañero Tomás de Fonseca Castellanos. Los inquisidores se encargaron de quitarle sus bienes a los que consideraron herejes del cristianismo.

La Hacienda de Cantarranas quedó destruída, el único vestigio que ha permanecido es el baño ritual (mikve) que sigue recibiendo el agua del manantial.

 

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