Enlace Judío México e Israel – La ONU acaba de publicar una “lista negra” de empresas (israelíes y extranjeras) que tienen ubicadas sus fábricas o instalaciones en la zona en litigio de Cisjordania. La medida tiene un claro sesgo a favor del boicot contra productos israelíes, pero la realidad es que los que van a salir perdiendo —otra vez— van a ser los palestinos.
Lo que menos es de extrañar es que la responsabilidad de publicar la lista negra haya sido de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos (es un decir), Michelle Bachelet. Se ha confirmado nuevamente el sesgo anti-israelí de los socialistas latinoamericanos, y de paso el del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Los episodios empiezan a rayar en lo cómico, después de varios años hundidos en lo absurdo e irracional. Por ejemplo, en agosto de 2019, el ACNUDH condenó a Israel como el único país en el mundo que viola los derechos de las mujeres.
Otro ejemplo patético fue que en noviembre de 2019, unos pocos días después de que los grupos terroristas palestinos atacaran a civiles judíos lanzando más de 200 cohetes contra ellos —situación en la que la ONU entera se mantuvo en silencio—, la Asamblea General de la ONU aprobó ocho resoluciones en contra de Israel.
Ningún otro país fue condenado por ninguna otra situación. Y también está la ya consabida obsesión del Consejo de Derechos Humanos: en todas sus reuniones, sin importar que el mundo se esté cayendo en pedazos, siempre hay un tema obligado en la agenda: condenar a Israel.
Así que los intentos de presión exclusivamente enfocados hacia Israel no son nuevos. Tampoco útiles. La realidad es que esta situación abyecta solo ha desprestigiado a la ONU, y sus resoluciones cada vez tienen menos impacto en el mundo real. La retirada de Estados Unidos de organismos como el propio CDH o la UNESCO ha provocado una severa crisis —sobre todo económica— en el organismo, y la absoluta indisposición de Israel a colaborar en cualquier investigación tiene marginada a la ONU como una verdadera paria de la política en Medio Oriente.
Pero hay algo que me sorprende, más allá del claro sesgo anti-israelí de este organismo internacional: su sorprendente incapacidad para analizar las cosas desde la simple ley de causa y efecto. Situación que, si las cosas le salen bien a la ONU, solo se va a traducir en más daño contra los palestinos.
Pese a que el movimiento en pro de Boicots, Desinversiones y Sanciones contra Israel (BDS) ha sido declarado ilegal en muchos lugares del mundo —es lógico: es abiertamente xenófobo y discriminatorio—, Bachellet, la típica izquierdista chilena, sigue impulsando su agenda en la ONU. Por ello se ha publicado esta lista de empresas que operan en los mal llamados “territorios palestinos” (el término correcto es “territorios en litigio con los palestinos”).
El objetivo evidente es que el resto del mundo ejerza presión sobre ellos, preferentemente por medio de boicots. La meta ideal sería que esas empresas cierren o trasladen sus instalaciones a otro lugar. Ya se sabe: un tipo de medida que nunca se va a aplicar contra empresas turcas establecidas en la zona ocupada de Chipre, o contra empresas chinas en el Tíbet. Pero bueno. Qué se le va a hacer.
Las consecuencias de esa medida son obvias: si el proyecto llega a funcionar y esas empresas cierran, ¿quiénes van a ser los primeros —y probablemente únicos—afectados? Sus trabajadores. Quedarían desempleados. ¿Y quiénes están trabajando en esas empresas? Adivinó: palestinos.
Si las empresas están ubicadas en territorio poblado por palestinos, es lógico que la planta laboral esté integrada masivamente por palestinos. De hecho, esas empresas representan una de las más valoradas fuentes de empleo para palestinos, porque pagan mucho mejor que las empresas palestinas de dueños palestinos y controladas por las autoridades palestinas.
El cierre de esas empresas significaría la pérdida de decenas de miles de plazas laborales, y la consecuencia inmediata sería un empobrecimiento generalizado de amplios sectores de la población palestina, así como otra crisis económica para ese grupo (o la intensificación de la crisis que, en realidad, ya tienen).
Yo no sé si la inteligentísima gente de la ONU se ha puesto a pensar, pero deberían estar haciendo todo lo contrario. Deberían obligar (o bueno, tratar de obligar) a Israel a hacer más inversiones en Cisjordania, para de ese modo inyectar dinero en la economía palestina.
Pero no. Cuando el odio irracional domina tus razonamientos y tus acciones, lo único que se puede esperar es que te la pases haciendo tonterías.
Bachellet y el CDH de la ONU no están interesados en hacer algo realmente positivo por los palestinos. Solo quieren fastidiar a Israel. El problema es que su ceguera es tal, que lo hacen atacando justo una de las áreas en las que las acciones israelíes traen más beneficios concretos a la población palestina.
Es muy dudoso, prácticamente improbable, que el intento de la ONU por boicotear estas empresas funcione. En la práctica, los productos de estas marcas se venden bien, o sus servicios siguen siendo solicitados. Lo más probable es que todo este cuento de la “lista negra” termine por ser uno de tantos sinsentidos que se quedan en el papel.
Pero eso no le quita lo insensato a Bachellet y a la ONU. No matiza ni diluye el hecho de que se comportan como unos absolutos brutos.
Mientras tanto, el tiempo sigue corriendo y todo se va alineando para que se implemente el plan de paz propuesto por Trump (que corre sin competencia alguna hacia su reelección). La ONU, con este nivel político de cuarta categoría, solo está confirmando que no tiene nada que aportarle al asunto, y sentenciándose a quedar relegada.
Mejor así. No queremos inútiles metiendo las manos en Medio Oriente.
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