Enlace Judío México e Israel – A veces pareciera que hay dos tipos de padres de familia: los que sienten que todo lo hacen perfecto y no aceptan ningún tipo de crítica y los que entienden que ser padre es sumamente complejo y, por eso, están abiertos a todo tipo de consejos.
Claro, darle consejos a un padre o a una madre, seguro, es un tema difícil de tratar, y es que cuando alguien quiere hacer una línea entre lo que está bien y lo que está mal hay quienes, después de la evaluación, quedan situados del lado en el que no quieren estar. Resultado que puede llegar a ser molesto, pues estamos hablando de nuestro rol como padres y ese es un tema bastante sensible para quien quiere sentirse “el padre perfecto”.
Así que este es un texto para los padres que se aceptan imperfectos, pero saben que es justamente eso lo que nos permite mejorar en nuestro rol más importante de la vida: el de padres de familia.
Desde que nuestros hijos eran un pequeño bebé nos llenamos de ilusiones y de expectativas, estábamos al pendiente de cuándo debía gatear, balbucear, comer sólidos, aplaudir o caminar. Sin embargo, aquel tierno bebé fue adquiriendo independencia con el paso del tiempo.
No sé en qué etapa de la paternidad te encuentres, tal vez tus hijos ya hacen la tarea solitos o tal vez ya toman el coche para ir con sus propios amigos, da igual, el proceso es el mismo: el primer paso en este importante proceso de independencia es que nosotros, como padres, nos mantengamos cerca, porque solo desde una posición cercana podemos tener contacto para influir en sus vidas de una manera sana.
Si no te sientes cerca de ellos haz lo posible por hacerlo, y si ya consideras que tienes una buena relación, este es el plan de acción:
1.-Platica con ellos, pero cuidado, hombres y mujeres platican de modo distinto: con tu hija ya tienes algo positivo de entrada, pues a las mujeres nos encanta hablar, así que si tú le pones a tu hija un escenario cómodo, ella no va a tardar en platicar: está en su naturaleza. Cuando las mujeres amamos, lo que queremos hacer es vínculos, y esos vínculos los hacemos a través de la comunicación.
Cuando una mujer (y no importa la edad) se siente cómoda con una persona, lo primero que quiere hacer es comunicarse más, y si de plano esa persona ya tiene su confianza total, la mujer buscará en su interior sus más íntimos secretos para depositarlos en esa persona a la que le tiene una confianza total; pues bien, si así son las cosas, lo ideal es que la persona de más confianza sea mamá.
Claro, no es fácil, las relaciones mamá-hija a veces pueden ser bastante complicadas. Parte clave de una buena relación es que la mamá “escoja sus batallas”, porque al discutir de más no solo empeoramos la relación, sino que creamos una distancia que nos afecta más de lo que importaba aquella batalla.
Espero haberme explicado bien; antes de pelear evalúa si la causa lo amerita, las relaciones padres-hijos están llenas de discusiones banales que nos llenan de sensaciones negativas. Grábatelo bien: las mujeres, por
naturaleza, queremos hablar, desde muy temprana edad, cuando le tenemos confianza a alguien lo que queremos es compartirle nuestros más íntimos secretos. Si no me crees, recuerda a tu amiga a la que le
contabas absolutamente todo a la hora del recreo.
Por otro lado, si lo que tienes son hijos hombres la tarea puede ser un poco más tardada: ¡aguas!, dije “tardada”, no “complicada”, es decir, nos puede llevar un poco más de tiempo y esto tiene una razón de ser: dicen que los hombres no hablan frente a frente, sino más bien, hombro a hombro. Esto quiere decir que los hombres fluyen mejor cuando eso de comunicarse es la consecuencia de otra tarea que se está dando de manera paralela.
Los hombres hablan mientras juegan o mientras ven un partido de fut; tener un rostro paternal en frente de
ellos con espíritu indagador puede ser bastante incómodo, es por eso que las caras frontales no son nada convenientes para nuestros hijos adolescentes. A las mujeres, por ejemplo, les encanta sentir que tienen el interés de sus padres, mientras que a los hombres ese interés puede resultarles sobreprotector y nada confortable, así que el consejo principal para tener un acercamiento con tus hijos hombres adolescentes es crear una actividad en la que platicar sea el efecto secundario, ese que se dio por casualidad. Los largos trayectos en el coche son una excelente opción.
Una vez creado el escenario, tanto con hombres como con mujeres, es importantísimo no convertir nuestras pláticas en sesiones de cuestionamientos; sí, lo sé, tenemos muchas preguntas, preguntas que sin duda nos preocupan, pero no podemos convertirnos en detectives desesperados; guarda todas tus preguntas: “¿quién de tus amigos le entra a la marihuana? ¿Tú la has probado? ¿Has probado el cigarro? ¿Ya te diste tu primer beso? ¿Que tan lejos has llegado con tu novio? ¿Quieres tener relaciones sexuales antes del matrimonio? ¿Ya tuviste relaciones sexuales? Sí usas preservativo, ¿verdad??”
¡Para! Tus preguntas son válidas pero tienen que esperar, al menos que tu hijo o hija te las conteste todas sin ningún reparo, tienes que dosificarlas de manera natural, así que por más difícil que parezca, controla tu ansiedad sobre el tema.
El último consejo por hoy es el siguiente: se tú el primero en hablar. Tú también fuiste adolescente, ¿no? Pues entonces tú también comparte lo vivido, tanto lo bueno como lo malo; no tengas miedo o pena de mostrar tus equivocaciones: para un hijo, ver a un padre que se asume imperfecto en la vida es el inicio de una relación abierta y libre de hipocresías.
El que tú cuentes experiencias personales puede significar para tu hijo o hija grandes aprendizajes, háblales sobre el conocido o el amigo que tuvo un fatal accidente por manejar borracho, cuéntales sobre aquel
amigo que se perdió en la adicción de la que ya no pudo salir, cuéntales lo que sabes de la vida, no desde una personalidad de padre sabelotodo, sino desde un punto de vista de una persona que lleva 40 años o más en esta vida, y sólo eso es lo que, como padre, te ha hecho ganar altura para tener un punto de vista con más
perspectiva.
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