Enlace Judío México e Israel – Todos los seres humanos somos resultado de una relación sexual, aunque gracias a la ciencia médica, ahora, ésta a veces pudo haber sido indirecta.
DUDE PARA ENLACE JUDÍO
En esa relación, seguramente hubo amor… y placer.
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Entonces, ¿por qué, si es un acto ordenado y bendecido por D-os, si es tan placentero y por último, indispensable para la supervivencia de la especie humana, está rodeado de tantos miedos, información equivocada y prejuicios? La causa es la ignorancia, la falta de información veraz, sencilla y clara.
Es un acto tan natural como comer, dormir, hacer la digestión, que tiene, como ventaja adicional, que lo hacemos con otra persona, con la que llegamos a tener un vínculo emocional, por quien sentimos bonito.
Qué puede ser mejor que dar y recibir placer con alguien que nos gusta, a quien queremos.
Y como ya hemos visto, ese placer nos invade a través de todos los sentidos.
La Torá nos lo dice en muchas partes. Una de las más bellas es El Cantar de Los Cantares:
Que me bese, que me bese con los besos de su boca.
Que me bese, ay, que me bese.
Mejores son que el vino tus amores.
Tus olores, fragancias.
Perfume derramado es el de tu nombre.
Hermosas tus mejillas entre el pelo, tu cuello entre collares.
Cuando el rey en su lecho reposa, exhala mi nardo sus aromas.
Bolsita de mirra es él, mi amado.
Aquí entre mis pechos descansando.
Tu cabellera, un rebaño de cabras subiendo al Galaad.
Tus dientes como ovejas esquiladas saliendo de bañarse.
Tus labios como cintillos de grana, y gracioso tu hablar.
Mitades tus mejillas de granada a través de tu islán.
Tu cuello, torre David asentada en las colinas.
Cuelgan de ella escudos mil, escudos de valentías.
Mellizos tus dos pechos de gacela paciendo entre azucenas.
La vista, el olfato, el tacto, el oído, el gusto: todas las puertas de los sentidos abiertas de par en par para dejar entrar el placer.
Si D-os no hubiera querido regalarnos la capacidad de experimentar el placer, podría habernos hecho reproducir por muchos otros medios igual de efectivos pero fríos, algunos, hasta sin contacto con otro ser.
Es como un milagro el que ese placer se dé y se reciba con todo el cuerpo y más intensamente, con las partes más íntimas, más sensibles de los cuerpos, cómo el interior del cuerpo de la mujer acaricia al hombre.
Todo el cuerpo del ser humano, si está reparado, entrenado, es capaz de ser un receptor de sensaciones placenteras, pero, maravillosamente, la mujer cuenta con un órgano que solo tiene como fin el placer.
Para estar preparado, debemos aprender, como aprendemos a realizar cualquier otra Mitzvá. Aprendemos a rezar, aprendemos a lavarnos las manos y a prender las velas, nos preparamos para Shabat.
Y para aprender, primero debemos conocer. Conocernos a nosotros mismos y al otro. En la Torá leemos que el verbo “CONOCER” también se utiliza para referirse a las relaciones carnales.
“Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín…”
Así que para conocer a nuestra pareja, debemos empezar a conocernos, a conocer nuestro cuerpo y las maravillas con que nos regaló D-os para recibir y dar placer, ya que el placer sexual se menciona desde los primeros capítulos de la Torá. En Bereshit (Génesis), cuando el ángel que visitó a Abraham le dice que Sara tendrá un hijo, ella lo oye y dice “Acaso estando ya marchita, ¿he de tener placer…?”
Todo nuestro cuerpo tiene la capacidad de sentir placer.
Y como para conocer un todo, es recomendable conocer sus partes, iremos conociéndolas una por una.
Algo maravilloso es que en la mujer, a diferencia que en el hombre, existe un órgano cuya única función es el permitir sentir placer. Esté órgano fue desconocido, ignorado, ocultado, por milenios y, sorprendentemente, hasta hace pocos años se empezó a estudiar seriamente y está saliendo del clóset, tanto así, que, por ejemplo, fue el tema del artículo principal de la revista El País Semanal de España del domingo 1 de marzo y se han difundido excelentes vídeos de su sorprendente funcionamiento.
Continuará…
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