Enlace Judío México e Israel- Es un hecho que todos los seres humanos somos susceptibles a contagiarnos del nuevo coronavirus SARS-CoV2; sin embargo, no todos desarrollamos la enfermedad COVID-19, y entre los que sí llegan a presentarla, ésta ocurre con una alta variabilidad.
Es claro que no todos nos enfermamos igual, aparentemente, esta enfermedad es especialmente selectiva. A pesar de que se ha visto que la edad es uno de los factores más determinantes, no es el único.
El 27 de marzo, Science reportó sobre la iniciativa de un grupo de investigadores que busca los patrones genómicos en el ADN (ácido desoxirribonucleico) de grupos de poblaciones humanas para entender de qué manera nuestra genética determina la forma en que el nuevo coronavirus actúa en cada quien. Esto con la esperanza de identificar quiénes están con mayores riesgos, para protegerlos, así como encontrar nuevas ideas para futuros tratamientos. Sin ninguna enfermedad crónica, existen casos de muchachos jóvenes en salas de terapia intensiva y gente mayor que se ha recuperado de forma extraordinaria. Esta variabilidad debe tener una explicación importante de desmenuzar y el grupo internacional de científicos ha tomado como misión, encontrarla.
La carga genética que cada uno tenemos, heredada en igual proporción de nuestra madre y nuestro padre, sí influye en nuestra susceptibilidad a ciertos males y en la forma que respondemos a ellos. Recuerdo que durante mi época de estudiante, cuando en 1998 hice una estancia en un laboratorio del CDC (Centro de Control y Prevención de Enfermedades) en Atlanta, mi labor era tratar de encontrar alguna diferencia en la secuencia genética de un grupo de mujeres tailandesas que al parecer eran inmunes al HIV. Comparábamos secuencias específicas de los componentes inmunológicos para descifrar el origen de su milagrosa resistencia al virus, con el afán de controlar la epidemia que entonces, y hasta ahora, devastaba al mundo.
El estudio presentado en la prestigiosa revista Science pretende comparar el material genético de pacientes con enfermedades severas de COVID-19 (que no hayan tenido una enfermedad condicionante previa como diabetes, problemas cardiacos o pulmonares), con el ADN de personas con casos leves y de quienes han sido positivos asintomáticos.
LA PROTEÍNA ACE2
Aunque es imposible predecir los resultados, se espera encontrar una diferencia sustancial en la presencia de la proteína ACE2 (enzima convertidora de angiotensina) entre los grupos estudiados. ACE2 es una estructura que tenemos todos en nuestras células especialmente del sistema respiratorio y que el virus aprovecha para entrar a nuestras células. Un pequeño e interesante estudio hecho en China, explicó, que un mayor número de hombres asiáticos tuvieron COVID-19 porque el mosaico celular de sus pulmones masculinos posee mayor cantidad de ACE2 que los de mujer; esta diferencia de género, en la expresión de ACE2, al parecer fue un determinante para tener, o no, COVID-19 en China.
En otras palabras, al tener más proteínas ACE2, los virus encontraban más alternativas de “entradas” para infectar las células de pulmón, aumentando así los casos clínicos. Aunque este estudio fue pequeño, es una pista importante de seguir; habrá que ampliar la exploración, analizar si sigue siendo cierto para otras poblaciones. Sin duda, este hallazgo nos da una idea de por qué podríamos quizás encontrar mayores casos graves de COVID-19 en quienes tengan mayor expresión de ACE2, determinado por su inevitable genética.
Existen hoy en día bibliotecas genómicas completas que los científicos pueden consultar para encontrar información detallada de miles de personas de todo el mundo. La idea, es hacer una revisión exhaustiva de estas bases de datos, por poblaciones, y compararla con los genomas obtenidos de pacientes hospitalizados en distintos países, clasificándolos en asintomáticos, leves, graves y fatales. Así, se podrá encontrar si realmente la expresión de ACE2 es un determinante para el curso de la enfermedad, como el estudio chino sugirió, o no. Los resultados, cuando se tengan, ayudarán a predecir quienes estamos en mayor riesgo; nos dará información sumamente valiosa para idear tratamientos más específicos y mejorar las estrategias de prevención. Haciendo que el enfoque a la pandemia sea menos general y más individualizada.
TIPOS DE SANGRE
Existen otros factores genéticos interesantes de estudiar. Un grupo de investigadores chinos reportó sobre la relación del tipo de sangre ABO con la propensión de tener COVID-19. Científicos de Stanford están trabajando para confirmar los resultados; aparentemente, quienes poseen tipo de sangre O exhiben menor probabilidad de padecer el nuevo coronavirus que quienes tienen tipo de sangre A. Aunque tampoco es claro aún el mecanismo, se sabe que personas con sangre tipo O tienen menor propensión a otras infecciones, a ataques al corazón y a formar coágulos en la sangre.
LA PROTEÍNA HLA
Otro componente genético que los científicos de este estudio quieren analizar consiste en verificar si los genes que codifican para el componente inmunológico HLA (antígeno leucocitario humano) determinan el curso de la enfermedad COVID-19. HLA es una proteína que ayuda al cuerpo a detectar a los invasores extraños, como virus y bacterias; es la responsable de desencadenar la respuesta de defensa de nuestro organismo, determina el tipo de reacción inmunológica que cada paciente produce. Los investigadores están tratando de encontrar si variaciones genéticos en HLA modifican la severidad de la respuesta inmune y por ende la gravedad de la enfermedad.
MUCHAS VECES, LOS ANTECEDENTES DETERMINAN EL DESTINO. PERO NO SON UNA SENTENCIA.
Sabemos que los grupos étnicos a los que pertenecemos nos predisponen a diversas enfermedades. A pesar de ser todos iguales, Homo sapiens con 23 pares de cromosomas en cada una de nuestros núcleos celulares, la carga genética es variable y nos hace a cada uno diferente. Unos más altos, de pelo rizado u ojos verdes. Todos seres humanos, pero para un médico, no es lo mismo ser judío ashkenazi, nativo americano, afro-americano, asiático, africano, nórdico, mediterráneo, celta, europeo o indígena. La historia clínica puede ser diferente, los antecedentes muchas veces determinan el destino. No siempre. La Torre de Babel genética genera un coctel de proteínas que nos hacen a veces más propensos. Los genes guardan esa información tan íntima y primordial de quienes somos, y cómo podemos enfermarnos y curarnos.
Pero no es lo único, los componentes ambientales se involucran en el día a día para desencadenar o acallar los posibles males. La genética es una propensión, no siempre una sentencia.
Importante conocer el componente genético de COVID-19, las circunstancias que la potencian y atenúan. Quizás ello nos explicará por qué a pesar de que países tomaron medidas de distanciamiento social equiparables, tuvieron estadísticas tan dispares. Quizás no todo es culpa de la infraestructura del sistema de salud local, ni exclusivamente responsabilidad de los líderes políticos nacionales. Debe haber un ingrediente genético que aún no podemos obviar. Tendremos que esperar para descubrir su existencia, su relevancia y su magnitud. Por lo pronto, es un gran signo de interrogación importante de resolver.
¡Celebremos la individualidad! Encontremos lo que nos hace distintos frente a esta pandemia.
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