Enlace Judío México e Israel – Como se ha mencionado antes, Pésaj es una de las festividades más celebradas por los judíos en el mundo. Parte de su popularidad radica en que el concepto mismo de la festividad sintetiza todos los principios judíos de la fe. El primer mandamiento para los judíos es precisamente un mandamiento de fe: “Yo soy D-os, tu D-os, que te sacó de Egipto” uno debe verse a sí mismo como si D-os lo hubiera sacado directamente de Egipto. Debe creer en la omnipotencia divina, la presencia de D-os en el mundo, Su intervención en la historia, y en la tradición como la trasmisión correcta de los mandatos revelados al pueblo judío. Todos estos preceptos que son la base de la fe judía se pueden aprender directamente de Pésaj. En la siguiente reflexión rab Mayer habla sobre la relación que guardan la fe y la tradición en la festividad.
La fe y la tradición en Pésaj
La festividad de Pésaj tiene dos ejes: “emuná” (fe) y “mesorá” (tradición). La creencia y el conocimiento de D-os se basa en la experiencia del Éxodo de Egipto. “Yo soy D-os, tu D-os, que te ha sacado de Egipto, de la casa de esclavitud” (Éxodo 20:2). “El principio básico de toda ideología y toda ciencia es percibir que existe un Primer Ser que le dio la existencia a todo ser… saber esta verdad es una mitzvá activa, como está dicho ‘Yo soy D-os, tu D-os…’” (Rambam Yesodei HaTorá 1:16) En Egipto presenciamos la providencia de D-os sobre el mundo y aprendimos sobre el castigo y la recompensa.
“Cuando cumplimos con el mandato de recordar la salida de Egipto, recordamos las enseñanzas que la fe nos ha traído y las fortalecemos” (Rambán parashat Bo). En Pésaj cuando volvemos a vivir la salida de Egipto, volvemos vívidas en nuestra carne las enseñanzas sobre la fe.
Y con esto en mente es que tenemos la fortuna de poder comer de la matzá, “el pan de la fe”, como le llamó el Zohar Hakadosh.
Por dichas razones, Pésaj es el tiempo específico que nos lleva a cultivar y profundizar nuestra fe en D-os.
El segundo enfoque de Pésaj es la “mesora”, la transmisión y enseñanza de nuestra fe. “Y deberás decirle a tu hijo en ese día ‘Es por esto que D-os hizo por mí cuando salí de Egipto’” (Éxodo 13:8). “La Torá nos habla de los cuatro hijos…”
En efecto ambos principios están interrelacionados. La relación simbiótica entre la fe y la tradición debe ser entendida en todos sus matices. El nivel más básico es el siguiente: los padres y educadores quieren darle a los niños lo mejor. Quieren darles las herramientas necesarias para el futuro y la vida; quieren darles lo más importante lo más preciado. De la misma forma un creyente comprometido intenta enseñarle su fe a sus hijos o sus alumnos. La fe es el cristal a través del cual la vida debería ser vista, entendida y vivida. La fe te da una guía sobre cómo la vida debe ser vivida.
Sin embargo, la relación simbiótica entre la fe y la tradición tiene raíces y razones mucho más profundas. La fe ofrece una visión completa sobre el presente, el pasado y el futuro. El mundo fue creado para la Torá, para el pueblo judío que aceptó y vivió a través de la Torá. La vida no simplemente transita por el tiempo. La vida – la existencia misma – tiene un próposito y el último propósito es el establecimiento del reino de D-os en la Tierra.
Por eso la tradición “mesora” es una componente indispensable de la fe. Al trasmitirle nuestras creencias a las generaciones venideras sembramos la semilla de la Redención y el establecimiento del reino divino. Cualquiera que vive bajo el principio de “Yo soy Tu D-os” debe traducir ea experiencia hacia la idea de narrarlo a sus hijos.
Rambán al discutir el Sefer HaMitzvot de Maimonides recalca el lazo entre emuná (fe) y mesorá (tradición). Es una mitzvá lo sa’aseh (que no debe olvidarse y que se realiza cotidianamente), pues es la base de nuestra fe en la Torá, dicha mitzvá según Rambán también incluye trasmitir el recuerdo y la creencia a las futuras generaciones. La trasmisión de tus creencias también muestra la fe que tienes en ellas, puesto que tradición y fe son inseparables.
Abraham, nuestro padre, era un predicador, y por ello es el paradigma de la fe. Según nos dicen los sabios, triunfó sobre diez pruebas distintas. Su vida entera fue una travesía por la fe. Y al mismo tiempo, la Torá escoge un momento particular para describirlo como “creyente.” Nos narra su reacción cuando D-os le dice que pese a su edad y su infertilidad será padre de un hijo que herede su legado. Su reacción fue “creer en D-os.” Sólo después de su respuesta es que D-os le permite ver su fe manifiesta en el futuro a través de su legado.
Al judío se le pide llevar una vida de fe, cuya raíz y ancla es la salida de Egipto y cuyo futuro es el reino divino.
Fuente: Rab Mayer Twerski
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