¿Es ‘Jad Gadiá’ la primera canción infantil en la historia grabada?

¿Es 'Chad Gadya' la primera cancion infantil en la historia grabada? (Credito de la foto: cortesia)

Enlace Judío México e Israel.- Algunos académicos han coronado a Jad Gadiá como la canción infantil más antigua conocida, o al menos una de las primeras.

AMIT NAOR / BIBLIOTECA NACIONAL DE ISRAEL

Para la mayoría de los lectores seculares modernos que no conocen bien el enigmático estilo midráshico de nuestros Sabios, la Hagadá de Pésaj es un texto bastante abstruso. La decisión de concluir el trabajo con un oscuro poema litúrgico sobre un extraño cabrito quizás solo aumenta la sensación de confusión entre los lectores. Es posible que la fuente de esta extraña canción radique en el deseo de mantener el interés de los participantes más jóvenes hasta el final del Seder, que tradicionalmente es un asunto largo.

El propósito de la Hagadá es cumplir el mandamiento importante “y le contarás a tu hijo” (y a tu hija, podríamos agregar) la historia del Éxodo. Por lo tanto, los niños y las niñas son el foco del texto del Seder de Pésaj y la Hagadá está llena de varios rituales y pasajes destinados a mantener a los participantes más pequeños del Seder alerta e interesados: son los niños quienes hacen las cuatro preguntas tradicionales indagando sobre las extrañas costumbres de la tarde. Ellos son los que buscan al Afikomán y están atentos a la llegada del profeta Eliahu. Jad Gadiá, la canción final, con sus animales y otras figuras fantásticas, representa algo que los niños esperan con ansias.

Por esta razón, algunos académicos han coronado a Jad Gadiá como la canción infantil más antigua conocida, o al menos una de las primeras. Obviamente no tenemos información sobre canciones que no se escribieron por escrito y cantaron los padres a sus hijos en el transcurso de los miles de años de la historia humana; debe haber habido muchas. Pero en “Jad Gadiá”, encontramos, probablemente por primera vez, una canción específicamente escrita y puesta en imprenta por el bien de la educación de los niños.

Es muy posible que sepas la canción de memoria y tal vez incluso la tararees mientras lees, pero echemos un vistazo más de cerca a sus atributos. Jad Gadiá es lo que se conoce como una canción acumulativa, lo que significa que en cada verso progresivo se agrega un nuevo elemento a la lista de elementos del verso anterior. Probablemente estés familiarizado con canciones de este tipo. Por ejemplo, “El viejo MacDonald tenía una granja”, “Los doce días de Navidad”, y la canción que precede a “Jad Gadiá” en la Hagadá, “Ejad Mi Yodea?” (“¿Quién conoce a uno?”). La repetición y el estribillo familiar hacen que este tipo de canciones sean especialmente populares entre los niños.

¿Qué más podemos aprender de un vistazo rápido a la canción? Aunque el idioma parece ser arameo, la canción está llena de errores gramaticales, y también hay palabras hebreas incrustadas en él, lo que sugiere que el autor no hablaba arameo con fluidez y que en el momento de su escritura, el arameo ya no era un idioma hablado.

Esto también es quizás una pista de cuándo se escribió la canción. La aparición de la canción en la Hagadá data del siglo XV o XVI, y sus versiones anteriores pueden haberse escrito ya en el siglo XIV. La canción apareció por primera vez impresa en la Hagadá de Praga del siglo XVI. Una versión temprana del poema litúrgico (piut), en arameo impecable, se ha ubicado en un manuscrito posteriormente agregado al libro de oraciones de la comunidad de Provenza en Francia. La redacción es algo diferente de la versión que cantamos hoy (por ejemplo, aparece un ratón en algunas de las versiones de la región de la Francia moderna). Se supone que los judíos que huyeron de Francia después de la gran expulsión de 1306, llevaron el poema litúrgico con ellos a las comunidades de la región de Ashkenaz (hoy en día Alemania y el norte de Europa), y desde allí encontraron su camino hacia la Hagadá. Solo más tarde la canción también llegó a las Hagadot de las comunidades sefardíes en España y Oriente Medio.

¿Pero cuál es el origen del poema? ¿Son los motivos en él una invención judía? Como cabría esperar en el caso de una canción popular antigua, no tenemos una respuesta definitiva a estas preguntas. Motivos similares aparecen en muchas canciones de todo el mundo. En su artículo sobre Jad Gadiá, Uriel Ofek menciona motivos similares en historias de Japón, Grecia y América del Sur. Se puede encontrar cuentos comparables en ruso y francés, y algunas versiones en idioma alemán incluso usan la fórmula “Jad Gadiá”. Curiosamente, una canción de cuento de hadas de los hermanos Grimm, “La pera no quiere caer”, tiene un parecido notable. En esta canción, un terrateniente envía a un niño campesino llamado Jockli a sacudir una pera de un árbol. Después de que Jockli se niega, envían un perro a morderlo. Cuando el perro se niega, se envía sucesivamente un palo, agua, un toro y un carnicero, y cada uno se niega a llevar a cabo la tarea, hasta que llega el intimidante verdugo, lo que hace que el resto de los personajes se alineen.

El equivalente en inglés de la canción es “The House that Jack Built”, con la cadena que comienza con la malta (grano) que se come una rata. Los personajes de la canción son radicalmente diferentes y progresan de una rata a un gato, un perro, una “vaca con el cuerno arrugado”, una “doncella totalmente abandonada”, un “hombre completamente andrajoso y desgarrado”, un “sacerdote completamente afeitado”, un “gallo que cantaba por la mañana” y un “granjero sembrando su maíz”. No todos se comen entre sí, pero algunos académicos han insistido en la conexión entre las canciones y han argumentado que la historia de Jack se originó a partir de la canción sobre la cabra judía. Como se comentó, no hay forma de determinar con certeza qué fue primero. Uriel Ofek especula en el artículo mencionado anteriormente que “no sería una exageración afirmar que no hay una nación o idioma que no tenga una fábula, rima o cuento popular con algún formato o contenido tipo Jad Gadiá”.

Los eruditos judíos a lo largo de los años, que no se contentan con dejar “Jad Gadiá” como un cuento entrañable en la Hagadá de Pésaj, cuyo único propósito es entretener a los niños, lo han puesto en capas con interpretaciones. La cadena acumulada de episodios, que puede leerse fácilmente como nada más que un cuento de hadas humorístico, se ha cargado de importancia teológica sobre el papel de Dios en el mundo. Un comentario, por ejemplo, sugiere que la cabra es un símbolo del pueblo judío, y los otros personajes son las naciones que han planeado destruirla: Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma, los musulmanes, los cruzados y los turcos.  Finalmente, el Santo vendrá y redimirá al pueblo judío.

Mucho se ha escrito sobre esta intrigante canción que comienza con una pequeña cabra y que concluye la Hagadá de Pésaj. El misterioso piut ha despertado el interés de los investigadores del folklore y la poesía litúrgica a lo largo de los años que han tratado de localizar su origen y conexión con canciones populares similares en diferentes idiomas. Quizás alrededor de la mesa de Pésaj este año también puedas compartir algo sobre la canción, que bien podría ser la primera canción infantil grabada en la historia.

Epílogo

No olvidamos que antes de “Jad Gadiá” en la Hagadá hay otra canción de estructura similar, también destinada al disfrute y la edificación de los niños. La historia de “Ejad Mi Yodea” merece un artículo separado, pero ya podemos decirle que también apareció por primera vez en forma impresa en la misma Hagadá de Praga del siglo XVI, y que fue conocida en Europa tal vez desde el siglo XV. “Ejad Mi Yodea” también tiene paralelos en los idiomas europeos, pero a diferencia de “Jad Gadiá”, se extendió mucho antes a las comunidades de España y Portugal e incluso llegó a la comunidad de Cochin en la India. Por lo tanto, la cuestión de su origen es aún más complicada, pero sobre esto les contaremos más en el futuro.

Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudío

 

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Silvia Schnessel: Silvia Schnessel es corresponsal de Enlace Judío en España. Docente y traductora, maneja el español, el hebreo, el francés, el inglés y el catalán. Es amante del periodismo, del sionismo y de Israel.