Enlace Judío México e Israel – A raíz del confinamiento provocado por el covid-19, la violencia de género y los conflictos familiares se han disparado. En esta entrevista, la psicoterapeuta y activista Susana Franklin nos habla sobre cómo evitar estas situaciones y, si es muy tarde, cómo salir de ellas.
Susana Franklin, directora de Fundación Diarq, ha observado, como otras activistas, cómo la epidemia de covid-19, y el aislamiento social impuesto en México para mitigar su propagación, han incidido en un aumento de la violencia contra las mujeres en el seno de su hogar.
“Imagínate el estrés cotidiano en una pareja normal”, dice en entrevista para Enlace Judío, “sin dinero o viviendo al día o viendo que ahora sí cerraron tu negocio, sigues pagando impuestos, empleos… porque te hablo de todos lo niveles, ahora imagínate la gente sin recursos, pues todavía peor.”
Susana Franklin, quien además de ser psicoterapeuta certificada en terapia focalizada en emociones para parejas, dirige un albergue para mujeres amenazadas, dice que la violencia se expresa de múltiples maneras. Las descalificaciones, los insultos, los gritos…. muchas veces, estas formas de violencia son la antesala de la violencia física, que en estos días se ha vuelto más recurrente, dadas las condiciones de alto estrés que viven las familias en el encierro.
Para muchos hombres, por ejemplo, es difícil hablar de sus emociones y se convierten en bombas de tiempo. “En la cultura de los hombres, decir ‘tengo miedo’, ‘estoy asustado’, ‘no sé qué va a pasar’ es verse débil.”
Los asuntos más triviales pueden volverse incendiarios. “Imagínate que uno es más exagerado que el otro en la cuestión de la limpieza. Y entonces, en lugar de decir ‘oye, creo que estás exagerando’ y hablar de una manera asertiva, lo que empiezan a hacer es que empiezan las críticas: ‘ah, es que eres una exagerada’, ‘es que, de veras, te pasas’, ‘a ti todo te vale gorro’, y empiezan los siempres y los nuncas (…).”
Así “empieza toda esta violencia verbal” que, eventualmente, puede terminar en violencia física. Y no solo las mujeres la padecen: “yo creo que muchísima de esta violencia se la están llevando los niños”, nos dice Franklin.
“Mucho de lo que nosotros hemos pedido en nuestras redes es que, si vecinos, amigos (…) se enteran de situaciones así, que le hablen a la patrulla y lo denuncien, porque pues tú imagínate, si los feminicidios, de enero a marzo, fue la cifra más alta que tuvimos en México de años enteros, lo que es esto y lo que va a ser en esta cuarentena.”
Un grito de auxilio
Ha sido tal la demanda que el albergue de Franklin se encuentra al límite de su capacidad. Aun así, invita a las víctimas de violencia de género a buscar ayuda en este u otro refugio, pues su vida podría correr peligro.
“Nuestro refugio, en este momento, está lleno pero no importa, igual nos pueden contactar y estamos toda una red de refugios en donde, si yo no la puedo recibir, sí podemos ayudarla a que la reciba otro refugio y a lo mejor le pagamos el transporte para que se pueda ir a otro lugar que sea seguro.”
La capacidad de estos centros está “totalmente rebasada”. Según Franklin, la demanda de refugio ha aumentado 30% en el curso de la epidemia.
En la Ciudad de México existe un solo refugio del estado, que se suma a los tres refugios privados para mujeres víctimas de violencia y sus hijos para integrar una oferta que hoy parece insuficiente. Sin embargo, “también están los del Estado de México que no están lejos, que también hemos podido colocar a otras mujeres ahí.”
La situación actual agrava la crisis pero la insuficiencia de refugios para mujeres en peligros, como la de hospitales para enfermos graves, es una realidad permanente en México. “Ese ha sido el problema de toda la vida. Los refugios nunca han sido suficientes. Hay como 70 refugios en toda la república y la mitad son de gobierno. Yo te puedo decir que, por ejemplo, California debe de tener 200, 300 refugios, y aquí solo hay uno por estado y, a veces, ni eso.”
Cuarentena
El refugio de la Fundación Diarq ha recibido a innumerables mujeres a lo largo de muchos años. Les otorga servicios múltiples que van desde la asesoría hasta la provisión de refugio, donde pueden encontrar servicios de salud, alimento, ropa y artículos de limpieza personal para ellas y sus hijos.
También les brindan capacitación laboral para ayudarlas a conseguir independencia económica y que así no deban volver a la casa de sus agresores. En esta época de epidemia, sin embargo, un refugio se puede convertir también en una amenaza.
A pregunta expresa sobre si no es peligroso concentrar a las mujeres y sus hijos en un solo sitio, en tiempos de la epidemia de covid-19, Franklin responde que “no, porque no salen y, si salen, ya no vuelven a entrar. Por ahora esa es la consigna. Imagínate que sale una y se contagia y contagia al resto, y hay muchísimos más niños que mujeres.”
A las mujeres que llegan en este momento se les aísla durante dos semanas en un cuarto del que no pueden salir hasta que no haya seguridad de que no son portadoras del SARS-coV2. Luego ya se pueden integrar a la población del refugio.
Estrategia para parejas
Estar en contacto con nuestras emociones y ser capaces de identificar sentimientos como la ira o la ansiedad es muy importante para evitar conflictos entre parejas que viven el aislamiento juntas.
“Las estrategias serían estar en contacto con las emociones para saber si mujer u hombre mesiento enojada, me siento ansiosa, qué está pasando adentro de mí, para que yo pueda hablarlo con mi pareja nombrando estas emociones, porque una vez que se nombran (…) puedes trabajar con ellas. Puedes hablar de tu enojo, puedes hablar de tu ansiedad, de tu angustia, puedes percibir si estás enojado, irritable, si necesitas este tiempo fuera, pedírselo a tu pareja y decirle ‘¿sabes qué? me siento rebasada, déjame encerrarme en el cuarto 20 minutos y ahorita salgo’.”.
Pero no todo es negativo en esta situación. Según la experta, es una oportunidad para pasar tiempo con la familia, para compartir las comidas y para conversar. “También yo pienso que hay que acotar el tiempo de las noticias. Hay personas que se la pasan escuchando las noticias todo el día. Esto sube la ansiedad terrible.”
Otro consejo para sobrevivir la convivencia en confinamiento es “tener una rutina que le dé estructura a la casa y que nos dé estructura a nosotros porque eso nos pone como en orden, te da cierto control. El problema ahorita, esta ansiedad tan fuerte que sentimos es por la pérdida de control de todo lo que está pasando.”
La incertidumbre sobre la economía y la salud del mundo entero causa un sentimiento de pérdida del control. La epidemia y su evolución no dependen de nosotros. Lo que sí podemos controlar, opina Franklin, es a qué hora nos levantamos, qué hacemos en la casa, cómo organizamos nuestro tiempo en confinamiento. Esa estructura devuelve cierta forma de control que nos puede ayudar a contrarrestar la ansiedad.
Hacer algo por los demás
“Cada quién, desde nuestra trinchera, podemos hacer algo por los demás”, dice una mujer que lleva muchos años dedicada a hacer algo por las mujeres víctimas de violencia en México.
“Esta empatía emocional, como poder ponerte en los zapatos de tu pareja. Imagínate, si tú eres una mujer que no trabaja porque cuidas a los niños, pero ahorita tu pareja no está percibiendo el dinero que solía tener, pero que los gastos siguen, la colegiatura… aquí es donde viene esa parte de empatía.”
Dice que “en lugar de entrar a estos ciclos de crítica, de enojo, de pleito, pues imagínate que te puedas poner en sus zapatos, de él o de ella, y poder hablar desde la empatía, no desde la crítica ni el enojo. Desde ahí uno puede crear cosas nuevas. Desde el enojo, no solo no minimizas el problema, lo haces todavía más grande.”
Desde luego, este nivel de entendimiento solo se puede producir entre parejas que no viven inmersas en escenarios de violencia. “Si se está viviendo violencia, por su puesto que ahí no hay empatía ni hay seguridad ni nada. Ahí tendremos que ver también el nivel de violencia. Una cosa es un grito o un insulto y otra cosa es que tu vida corra peligro.”
Pero, una vez más, la violencia suele escalar y es importante no rebasar la línea que divide el insulto del asalto. “En el momento que ya esté absolutamente fuera de control, que haya amenazas de muerte…. en ese momento, por supuesto, hay que buscar ayuda y cuando ya también esto se va escalando, cuando esto ya no solo son insultos, cuando empieza el empujón, el te golpeo, en ese momento es momento de salirse.”
Si estás en una situación de violencia y crees que corres peligro, puedes pedir ayuda a la Fundación Diarq en este número: 5202 78 66 , o puedes visitar su sitio web: www.fdiarq.org
Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío
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