Una mujer de la alta burguesía del S XVI, miembro de una familia de la aristocracia judía en el Reino de Nápoles, y fundadora de una red financiera con cinco bancos.
ENLACE JUDÍO MÉXICO E ISRAEL: El linaje de los Abravanel, cuyo más célebre ancestro habría sido el Rey David, fue una de las más aristocráticas familias judías de Sefarad en la Edad Media. En la Península Ibérica el más antiguo representante del linaje es Yehudá Abravanel, sevillano de 1310 que había hecho préstamos, entre otros, al infante D. Pedro, hijo de Sancho IV de Castilla y hermano de Fernando IV. En el testamento de este noble consta la devolución de gran parte del mucho dinero que Yehudá le había prestado en vida. Su nieto, Samuel, se estableció en Valencia, que entonces pertenecía a la Corona de Aragón, y por tanto era puerto donde se comerciaba con el género que venía de los territorios aragoneses: el reino de Nápoles y las Dos Sicilias. De Valencia partió hacia Portugal con sus tres hijos, Yitsjak, Yehudá y Yaakov. Yitsjak , que regresa a España, será uno de los judíos más importantes de su historia y estaba tan cerca del poder real que incluso intentó interceder para detener el edicto de Granada, por el cual todos los judíos de Castilla y Aragón debían elegir entre la conversión al cristianismo o el destierro. Su hermano, Yaakov, en Portugal, no sabemos exactamente dónde o cuándo, fue padre de una niña a la que llamaron Bienvenida.
Tal cual era costumbre hasta no hace tanto años, Bienvenida se casó con un primo carnal, Samuel, hijo de Yitsjak. Juntos partieron hacia el reino de Nápoles, pues a él le habían designado consejero de finanzas del rey de Nápoles, D Pedro Alvarez de Toledo. Esta posición, que sería equivalente a ministro de Hacienda en nuestros días, situaba al matrimonio en una gran situación social; además, cuando Yitsjak falleció, Samuel le sucedió en la presidencia de la comunidad judía de Nápoles.
Los judíos napolitanos, en tanto que súbditos de la corona aragonesa, también tuvieron problemas con la permanencia en Nápoles. En 1511, fueron expulsados, pero las familias adineradas, a cambio de altas sumas de dinero, pudieron quedarse. Luego, en 1533, ya reinando Carlos I de España y V de Alemania, la familia Abravanel consiguió retrasar una década la expulsión.
Bienvenida , que era madre de seis criaturas, además de madrastra de los hijos del anterior matrimonio de su marido, también tenía vida social. Por ejemplo, en 1523, conoció en persona a David Reubeni, un judío de un reino hebreo en Arabia que quería proponer al Papa acabar con los turcos si a cambio les permitía a los judíos regresar a Sión. Bienvenida se entrevistó con este señor, que acabó en la hoguera de la Inquisición, porque a ella le parecía una causa justa y necesaria.
La familia abandonó Nápoles en 1941 y se instaló en Ferrara, cuyo duque estaba interesado en el asentamiento judío. La hija del virrey D Pedro, Leonora, que leugo sería Duquesa de La Toscana, era pupila de Bienvenida, que a la sazón era una dama culta y devota, propicia para educar a señoritas.
En Ferrar también llegó para quedarse, en 1944, Doña Gracia Nasi, alias “La Senyora”, otra gran filántropa judía y mujer de mucho carácter -y mucho dinero. Ambas compartían no sólo origen judío y poder de alta burguesía, sino también veleidades proto-sionistas. Pero las familias de los Nasi y los Abravanel estaban profundamente enfrentadas, pues Doña Gracia promovió el boicot al puerto italiano de Ancona y el hijo de Bienvenida, Yaakov, salió muy perjudicado de esa medida.
Samuel Abravanel la dejó en herencia como heredera universal de toda su fortuna; a su hijos, por extravíos con la moral, los había desheredado, aunque dejaba en manos de la madre darles la parte correspondiente cuando ellos sentaran cabeza y se casaran. En el testamento se supo que había también un hijo extramatriomonial. Y éste, alegando que una mujer no podía heredar, reclamaba para sí toda la fortuna familiar, pues era el primogénito. Los entuertos de la ley judía al respecto fueron discutidos por todos los rabinos de Italia y del Imperio Otomano, y al final Bienvenida consiguió ser la legítima heredera y hacerse con la dirección de todos los negocios de su difunto esposo. A través de los contactos que le proporcionaba su pupila Leonor, duquesa de Toscana, logró los permisos del gobierno de Florencia para fundar cinco bancos. Su poder crecía tanto que en septiembre de 1550, a través del soborno, logró persuadir a Carlos I de España y V de Alemania para que otorgara a un centenar de familias judías, elegidas por ella, el privilegio para establecerse en Nápoles. Poco tiempo después, un hijo suyo se casó con una judía portuguesa que no era del gusto de la madre, y entre ella y otro hijo, acabaron encarcelándolo para despojarle de todas sus pertenencias.
Bienvenida no se sabe a ciencia cierta cuándo murió; algunos dicen que en 1560 y otros que en 1565.
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