Enlace Judío México e Israel – El mundo registra en el presente la pandemia del COVID-19 con más de tres millones de personas infectadas y más de 250,000 muertes al inicio de mayo del 2020.
Las pandemias han sido parte de la historia del hombre e incluso con un número sensiblemente mayor de víctimas en relación a las que ha provocado el COVID-19, entre las principales se enumeran las siguientes:
- En el año 541 se registró una pandemia que tuvo impacto en Europa, Asia y África que causó entre 25 y 50 millones de muertes.
- La peste negra, la más devastadora que se registró a mediados del siglo XIV y en la que murieron 50 millones de personas, representó una pérdida estimada en el 60% de los habitantes del Viejo Mundo.
- La gripe española, que se propagó durante 1918-1919, en la que un tercio de la población mundial murió.
En este contexto, el COVID-19, la enfermedad causada por un coronavirus altamente contagioso, que mantiene al mundo entero en cuarentena y a la economía globalizada paralizada que está teniendo elevadas tasas de desempleo, miles de millones están viviendo una crisis humanitaria sin precedentes históricos. El COVID-19 está cuestionando la viabilidad de un gigantesco número de empresas de todos los tamaños una vez que se logre controlar el avance de la pandemia.
Las pandemias que se han dado en el devenir de la humanidad alcanzaron un pico alto y finalmente terminaron. En este ámbito, la que denominó la pandemia del antisemitismo, existe desde la formación del pueblo judío que llegó a su máxima expresión en la Segunda Guerra Mundial con el Holocausto judío, principalmente en Europa.
Ciertamente, en el Éxodo, segundo libro de la Biblia que narra hace 3,000 años la esclavitud de los hebreos en el antiguo Egipto y su liberación a través de Moisés, quien los condujo a la Tierra Prometida, la interpretación ortodoxa del judaísmo menciona que Dios dijo al patriarca Abraham que sus descendientes estarían en Egipto por 400 años, empero, la interpretación posterior de otros sabios judíos es que solo vivieron 210 años en Egipto.
En la estancia inicial de los judíos en el antiguo Egipcio no fueron tratados propiamente como esclavos, sin embargo, con el tiempo su situación se modificó y se convirtieron en un grupo oprimido y segregado dedicados a construir las grandes obras de los faraones alrededor de los 1,300 a 1,200 AEC. Edificaron las ciudades de Pitón y Ramsés; también trabajaron en obras de infraestructura como el mantenimiento de los canales de irrigación.
Los egipcios impusieron el control natal a los israelitas en virtud de que era un pueblo de alta expansión demográfica, en este sentido, el Faraón ordenó que se mataran a todos los niños varones que nacen de los hebreos.
Pasaron varios milenios para que los judíos pudieran reivindicarse del periodo de esclavitud que vivieron en Egipto, con la guerra de los Seis Días, un conflicto bélico que Israel enfrentó contra una coalición árabe formada por Egipto, Jordania, Irak y Siria del 5 al 10 de junio de 1967 en donde Israel salió victorioso “aplastando” a los ejércitos que lo pretendían invadir.
El conflicto bélico en 1967 transformó el tablero político del Medio Oriente, en particular “aplastó” el nacionalismo árabe egipcio que lideró el dictador Gamal Abdel Nasser (1918 Alejandría – El Cairo, 1970, presidente de Egipto entre 1954 y 1970) con un reequilibrio de las fuerzas en la región que se decantó hacia las monarquías del golfo Pérsico.
En un entorno de creciente tensión, Nasser apostó a miles de sus soldados en la zona limítrofe con Israel que despertó la alarma de este último y lanzó un rápido ataque sorpresa contra el Ejército egipcio, que fue incapaz de reaccionar y que perdió en cuestión de horas parte del Sinaí y de Gaza bajo su control. La Fuerza Aérea de Egipto fue aniquilada en tierra, y miles de soldados egipcios huyeron despavoridos por el desierto tirando sus botas. En 1979 Egipto se convirtió en el primer país árabe en firmar la paz con Israel. Desde entones los lideres egipcios han mantenido una relación “amistosa” con Israel, no obstante, el pueblo egipcio tiene una actitud anti-judía, con ejemplos como la radical Hermandad Musulmana, que se ha encargado de fomentar el antisemitismo.
En el ámbito del antisemitismo histórico fue destruido el Primer Templo construido por el rey Salomón para substituir el Tabernáculo como único centro de culto para el pueblo judío. Fue saqueado por el faraón Sisac en 925 AEC y destruido por los babilonios, (habitantes de la región localizado en la parte inferior de Mesopotamia, abarcaba inicialmente los territorios comprendidos entre los ríos Tigris y Éufrates que en la actualidad comprende Irak y el este de Siria) durante el tercer asedio del rey Nabucodonosor II a Jerusalén en 586 AEC, llevando además a una gran parte de los habitantes del reino de Judea a Mesopotamia, hecho que dio lugar al exilio y cautiverio de los judíos en Babilonia.
Luego del retorno del cautiverio y con el liderazgo de Zorobabel se hicieron los arreglos para reorganizar el reino de Judea y reconstruir el Templo. Primero se levantó y dedicó el altar de Dios en el punto exacto donde se encontraba su predecesor. Así en el segundo mes del año 535 AEC se pusieron los cimientos del Segundo Templo y en la primavera de 516 AEC, 20 años después del retorno del cautiverio de Mesopotamia, el Templo estuvo listo para consagrarse. Alrededor del año 19 AEC, el rey Herodes El Grande comenzó una nueva remodelación y expansión del Templo, que fue prácticamente demolido y se construyó en un nuevo lugar el Segundo Templo. La superficie ocupada por el nuevo edificio era una explanada de 500 metros de largo por 300 metros de ancho.
En el año 60 EC la población judía dominada por el Imperio romano se rebeló contra éste. Cuatro años después la pandemia antisemita a través de los legionarios romanos, bajo las órdenes de Tito destruyó y saqueó la mayor parte de Jerusalén y el Segundo Templo. La represión de los romanos a los judíos fue brutal, Judea fue prácticamente arrasada, la mayoría de sus habitantes fueron vendidos como esclavos, unos pocos se dedicaron a combates de gladiador, otros a los duros trabajos en minas de Egipto y los menos volvieron su vida normal en un territorio arruinado. El Dios de los judíos se había puesto del lado de Roma empero, siempre hubo presencia judía en la Tierra Prometida.
Posterior a la destrucción del Segundo Templo, los judíos vivieron armoniosamente durante ocho siglos con los cristianos y los moriscos en España (siglo VIII hasta el final del siglo XV); se fueron desarrollando comunidades judías en la costa levantina y en el sur peninsular. La convivencia de judíos y cristianos se intercaló con periodos de intransigencia e incluso de hostilidad en los siglos XII y XIII. Los periodos de intolerancia a los judíos fueron frecuentes. Las profesiones de médicos y comerciantes ejercidas por los judíos fueron protegidas, asimismo desempeñaron cargos importantes en el poder, también la población local recibió bien al islam y les permitió ejercer su religión a cambio de impuestos especiales.
Se estima que en el siglo XI habitaban en España 60,000 judíos. Las juderías gozaban de una administración propia, fueron la comunidad más importante durante la Edad Media. La crisis política, económica y social que afectó a Europa en el siglo XIV fue caldo para el odio interreligioso, de aquí que la llegada a la Península de la epidemia peste negra agudizó el sentimiento al culpar a los hebreos como causante del envenenamiento de las fuentes de las ciudades; la animadversión que los cristianos experimentaban hacia los judíos tenía raíces religiosas al ser considerado el pueblo judío como deicida, pero también habían recelos que fueron despertados en virtud de haber logrado alcanzar una elevada posición socioeconómica.
En este entorno antisemita los rabinos aconsejaron a los judíos de no vestir ropas suntuosas para no despertar la envidia de los cristianos.
El año 1391 fue especialmente dramático para los judíos. En el verano de ese año fueron atacadas sus comunidades que registraron robos, incendios y asesinatos. Muchas juderías quedaron prácticamente destruidas. En el siglo XV en toda Europa se sucedieron acusaciones de que los judíos cometían asesinatos rituales, acusándolos de que sacrificaban a varones cristianos de corta edad. El antisemitismo cobró fuerza y con la Inquisición que implementó la Iglesia católica, dos tercios de los judíos españoles tuvieron que convertirse al cristianismo, no obstante, los nuevos cristianos fueron vistos por la Iglesia y los españoles con recelo. En el ambiente de la Inquisición surgen los estatutos de limpieza de sangre como un nuevo recurso para marginar a los herejes, particularmente a los judíos. La desconfianza hacia los judíos conversos perduró después de su expulsión de España en 1492.
El Tribunal de la Inquisición se instauró en Castilla en 1478 con el pretexto de velar por la pureza de la fe católica. Se persiguió a los judíos conversos con gran violencia, aunque la Inquisición no solo se dirigió hacia los judíos, también a supuestos herejes, cristianos y musulmanes, los judíos fueron las principales víctimas. La Inquisición fue una importante fuente de riqueza para la Iglesia Católica, que se apoderó de las propiedades y diferentes bienes de los herejes, los súbditos judíos de los reyes católicos, Fernando e Isabel, que no se habían cambiado su religión y no fueron bautizados antes del 31 de julio de 1492 se vieron obligados a abandonar España. Se estima que salieron de su querida Sefarad (España) entre 50,000 y 70,000 judíos que llevaron consigo las llaves de sus hogares, pensando que un día regresarían.
Más tarde en la Rusia zarista la pandemia antisemita provocó la discriminación y persecución y muerte de un gran número de judíos y en tiempos de la URSS, sobre todo en los del sanguinario dictador Josef Stalin, fue peor que en la época de los Zares.
Las vicisitudes de los judíos en el mundo no han cesado. La pandemia del antisemitismo ha adquirido un nuevo rostro, el anti-israelismo, la otra cara de la misma moneda. El Estado de Israel y su poderoso Ejército son elementos importantes para evitar un nuevo Holocausto.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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