El largo silencio de la violonchelista de Auschwitz

Enlace Judío México e Israel – Anita Lasker-Wallfisch, sobreviviente del Holocausto de 95 años rompe su silencio para denunciar el odio, el resurgimiento de ‘un virus de 2000 años de antigüedad’.

De acuerdo al portal Arutz Sheva, incluso sus hijos desconocían durante mucho tiempo lo que su madre había sufrido en el campo de exterminio Auschwitz y en Bergen-Belsen, de donde fue liberada hace 75 años.

Nacida en 1925 en el seno de una familia judía en lo que entonces era la ciudad alemana de Breslau, hoy Wroclaw, Polonia, Anita fue enviada a Auschwitz en 1943 cuando todavía era una adolescente. Su hermana Renate fue deportada en un tren separado.

Como violonchelista, pudo unirse a la Orquesta de Mujeres de Auschwitz, un hecho que, según ella, probablemente le salvó la vida.

Los músicos fueron obligados a tocar en marchas para los guardias de las SS y los presos que iban y venían del trabajo cada día.

Las cicatrices de esos años fueron durante mucho tiempo un secreto bien guardado.

“No quería abrumar a mis hijos con mi terrible pasado, quería dejarlo atrás”, dijo a la AFP en una entrevista telefónica desde Londres.

“Ese silencio nocivo a través de las décadas transmitió el trauma a una segunda generación, también marcada por el sufrimiento y la pérdida de sus padres”, comenta su hija.

Maya Jacobs-Wallfisch es ahora psicoterapeuta especializada en traumas transgeneracionales.

Durante años, Anita ocultó a su hija y a su hijo, el violonchelista Raphael Wallfisch, cómo sus abuelos fueron asesinados en abril de 1942, o cómo la tía Renate regresó de los campos siendo “un esqueleto con heridas abiertas en las piernas”.

Tampoco reveló como con el número 69388 tatuado en su brazo, tocaba su instrumento “a pocos metros del crematorio, con una terrible vista de la rampa de selección” al trabajo o a las cámaras de gas.

“El dolor que llevaba conmigo se sentía en el aire”, comentó Anita, pero nunca habló de ello, ni siquiera con su marido, el pianista Peter Wallfisch.

“Teníamos otras cosas que hacer, teníamos que empezar nuestra vida de nuevo desde cero”, dijo.

Lasker-Wallfisch luchó contra sus recuerdos pero sus hijos no se dejaron engañar. Maya afirma que siempre supo que su madre guardaba un terrible secreto.

Había crecido con “padres extraños” que hablaban alemán entre ellos, un idioma que sus hijos no entendían, pero odiaban todo lo que venía de Alemania.

Unos amigos le preguntaron a Maya una vez por qué su madre tenía un “número de teléfono” tatuado en la parte inferior de su brazo. Un día, hurgando en un cajón, encontró fotos impactantes de Bergen-Belsen, a donde su madre y su tía fueron trasladadas en marzo de 1944.

“Los secretos y el silencio nunca son saludables. Absorbí todo, pero por supuesto sin saber lo que era ‘todo'”, expresó Maya de 62 años.

“El trauma no desaparece, está encerrado… Para algunas personas, es la única estrategia para mantenerse cuerdos”, dijo. “Pero las heridas del pasado son profundas y pueden llegar a atormentar a la próxima generación”.

Anita dice que debe su vida a la música. También es lo que la llevó a Alemania por primera vez en más de 40 años, cuando empezó a hablar de sus experiencias.

“Nunca quise volver a Alemania. Pero mi curiosidad por ver Bergen-Belsen era demasiado grande”, añadió.

En julio de 1989 visitó el campamento en el que perdieron la vida más de 50,000 personas, entre ellas Ana Frank, para asistir a un concierto de la Orquesta de Cámara Inglesa que ella cofundó.

También regresó a Wroclaw y a Auschwitz-Birkenau.

Ver el campo “vacío, sin una sola persona fue… irreal”, dijo.

Desde entonces, Anita Lasker-Wallfisch ha denunciado repetidamente la discriminación y el resurgimiento del extremismo. Hasta el brote del nuevo coronavirus, aparecía en la televisión y ofrecía pláticas en escuelas de toda Alemania.

En enero de 2018, con motivo del Día del Holocausto, pronunció un ardiente discurso ante la cámara baja del Parlamento alemán.

Fue la primera sobreviviente del Holocausto que se dirigió a la cámara desde que más de 90 miembros del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) fueron electos al Bundestag el otoño anterior.

Con voz firme, dijo a los legisladores que el odio a los judíos y la negación del Holocausto están retornando peligrosamente.

“El antisemitismo es un virus de 2,000 años de antigüedad que aparentemente es incurable”, apuntó.

“El odio es simplemente un veneno y al final te envenenas a ti mismo”.

Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

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