RONÉN WAISSER
El contexto
En el año de 1958, Alemania, Francia, Bélgica, Italia y Países Bajos, entre otros, se unieron para establecer las bases de la agrupación de países que hoy conocemos como la Unión Europea. Existieron posteriores adhesiones en 1973, en 1981 y, en 1986, Portugal y España se sumaron a este proyecto.
En el año 2004 se sumaron a esta gran unión diez nuevos países, entre los que se cuentan Polonia, Lituania, Hungría, República Checa y Eslovaquia, que tuvieron un alto porcentaje de población judía previo a la Segunda Guerra Mundial.
A partir de este momento y tras el levantamiento de la prohibición de algunos países, como México, de que sus ciudadanos tuvieran doble nacionalidad, es que decenas de miles de descendientes judíos ashkenazíes alemanes, polacos, húngaros y lituanos decidieron solicitar la nacionalidad de sus ancestros inmediatos.
¿Por qué? La Unión Europea, en sus principios básicos, permite que la persona que tenga un pasaporte de cualquiera de sus miembros pueda vivir en cualquiera de los otros países miembros. Es decir que una chica a quien recientemente se le había reconocido la nacionalidad polaca por un abuelo o bisabuelo, tenía la oportunidad de cursar su carrera no solo en Varsovia o Cracovia, sino en una universidad alemana, danesa, española o británica (esta última previo al Brexit). También un chico recién graduado de ingeniería en México, pero con la nacionalidad alemana recién reconocida podría trabajar en, por ejemplo, Austria e, inclusive, Suiza, que si bien no forma parte de la Unión Europea, tiene acuerdos paralelos que permiten el libre tránsito de personas.
Las leyes españolas y portuguesas
En 2015, esta buena fortuna que tenían los judíos ashkenazíes se extendió también a los sefaradíes: en ese mismo año, tanto España como Portugal publicaron leyes que permitirían a los descendientes de judíos expulsados siglos atrás de esos países, pudieran solicitar la nacionalidad. España publicó una ley con inicio y fin determinado; Portugal, más generoso aún, publicó una ley sin limitaciones en el tiempo.
Los hispanoparlantes interesados, en su mayoría, optaron por la nacionalidad española hasta que esta cerró. Los interesados en países como Turquía, Estados Unidos e Israel preferían la portuguesa, principalmente porque no se les exigía hablar el idioma o aprobar un examen de conocimientos como sí lo hacía España.
La actualidad en Portugal
Una vez que cerró la Ley 12/2015 de España, la mirada de los descendientes de sefaradíes se ha fijado en Portugal. Esto ha creado incomodidades en cierto grupo parlamentario en la capital, el Partido Socialista, que actualmente cuenta con el 36 por ciento de los escaños en el Parlamento, ha redactado una propuesta de modificación a la Ley que ha causado sorpresa y enojo en las comunidades judías del mundo: proponen que la ley, que hoy permite solicitar la nacionalidad, sea modificada de tal manera que requiera 2 años de residencia efectiva en Portugal. El cambio afectaría solamente a las solicitudes ingresadas a partir de 2022.
Tanto para el autor de este artículo como para muchos líderes comunitarios a nivel global, esto equivale a cancelar una ley de reciente emisión que pretende enmendar los injusticias históricas al pueblo judío.
Las reacciones no se han hecho esperar y diversas organizaciones judías mundiales reconocidas han sido claras en repudiar esta iniciativa de cambio. Las comunidades judías de Lisboa y Oporto se han manifestado ya e, incluso, el grupo parlamentario del Partido Socialista tuvo que emitir una disculpa pública dirigida a la comunidad judía de Lisboa por haber citado en la propia propuesta de ley declaraciones que sus directivos nunca hicieron.
Resumo la incomodidad de quienes proponen el cambio así: consideran que son muchos solicitantes y es muy fácil acceder a la nacionalidad. Yo me pregunto: ¿son muchos si comparamos con el número de judíos portugueses que murieron camino al exilio? ¿De sus posibles descendientes? ¿De los que perdieron su fe original al forzarles a la conversión? No lo creo.
El Partido Socialista se basa en un número de solicitudes, no en el número de concesiones de nacionalidad. No se han publicado siquiera los números de nuevos ciudadanos que han obtenido la nacionalidad por esta vía ni los países de origen.
Una buena modificación en la ley implicaría que se extienda el derecho a la nacionalidad a los menores de edad ya que, actualmente, solamente pueden solicitarla los mayores de 18 años.
Si bien el Artículo 2 de la Ley de Nacionalidad Portuguesa de 1981 permite que aquellos niños bajo la patria potestad de un portugués puedan solicitar la nacionalidad siempre y cuando cumpla con requisitos de vinculación, esta opción no está siendo considerada por la mayoría de las representaciones diplomáticas portuguesas en el exterior y el proceso en Portugal ha sido difícil y poco exitoso.
Cualquier propuesta que reduzca el universo de los candidatos a esta nacionalidad, en este momento, parece poco ventajosa. En caso de que el Parlamento decidiera limitar el acceso a esta ley, debería hacerlo con criterios comprobables, medibles y muy claros, a saber:
- Haber residido anteriormente en Portugal por un lapso determinado de tiempo
- Tener un familiar directo con nacionalidad portuguesa
- Pasar un examen básico de idioma portugués
- Hacer donativos a instituciones de beneficencia o para el desarrollo de cierta cantidad
- Mantener inversiones en Portugal con un mínimo establecido de recursos y tiempo
- Pertenecer a una de las comunidades judías portuguesas
Estos nuevos ciudadanos podrían llevar a Portugal empresas, recursos, proyectos, talento e ideas invaluables en un momento en que la crisis económica es inminente. La bellísima y amable Portugal debería mantener sus puertas abiertas.
*El autor es socio director de GetEUPassport/Especialistas en Otros Países, S.C. / [email protected]
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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