Jorge Rozemblum/ Dinosaurios organizados

La hipótesis más popular es que los dinosaurios desaparecieron por el impacto de un meteorito, otras que apuntan a que fue causada por un factor biológico

Enlace Judío México e Israel – A pesar de que la hipótesis más popular es que los dinosaurios desaparecieron por el impacto (y la consiguiente nube de polvo que oscureció la atmósfera por años) de un gran meteorito, hay otras que apuntan a que dicha gran extinción fue causada por un factor biológico, no muy distinto al coronavirus que hoy tiene a la humanidad en pie de guerra contra lo invisible.

En la historia de nuestra especie es más que probable que algunas poblaciones se hayan enfrentado a plagas letales, pero que no lograron afectar a todo el planeta, ya que por entonces (lo que modernamente llamamos la prehistoria) los seres humanos deambulábamos en grupos pequeños (apenas un par de centenares de personas vinculados por lazos familiares), pero aislados unos de otros. De modo que se produjeron muchas extinciones grupales, pero no planetarias.

Muy probablemente la ventaja evolutiva de la cooperación en grupos más numerosos impulsó el desarrollo del lenguaje, que se convirtió, a su vez, en un elemento que propició la estratificación y socialización en clanes y luego su agrupamiento en tribus. Si leemos la historia del pueblo judío en términos bíblicos, encontraremos ese proceso desde el clan de Abraham (y su “distanciamiento” de Ur), a la salida de Egipto, conformando una docena de tribus, estructura social que se mantuvo en las siguientes generaciones al asentarse en la Tierra de Promisión.

Nuevamente, el lenguaje y una incipiente cultura (religión, rituales, tradiciones) común propiciaron la confluencia en un concepto más aglutinante en la etapa de los Jueces que precedió, ante la amenaza territorial de los Invasores (en hebreo, plishtím, fonema que sirvió a los griegos y romanos, respectivamente, para dar nombre a los filisteos y palestinos), a la nueva estructura del reino de Israel. Lo que sigue ya lo cuenta la historia, incluida la peculiar identidad nacional sin territorio que nos caracterizó durante dos milenios hasta la creación de la contemporánea estructura del estado de Israel.

Aunque desde la era de los dinosaurios aparentemente hemos evolucionado muchísimo, todavía nos resistimos a compartir un mismo destino como humanidad. La demostración es la gestión que se ha hecho y sigue haciéndose de la actual crisis sanitaria, que no sólo nos presenta tantas variantes de medidas como naciones existen (a veces, como en los EE.UU, la variedad llega a cada uno de las jurisdicciones estatales), sino que incluso nos embarca en acusaciones mutuas de conspiraciones y tramas ocultas para liderar la manada, para ser el nuevo macho alfa del homo sapiens.

En situaciones como éstas se echa de menos un líder legendario (y tan poco carismático) como se supone fue Moisés, capaz de aunar criterios y conducirnos por el camino más largo pero más certero: el de sentir que compartimos un mismo destino y que más nos vale asociarnos de forma más eficaz que la que distinguió a los gigantescos reptiles cuyos restos admiramos en los museos.

*El autor es director de Radio Sefarad


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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