León Opalin/ El coronavirus, desigualdad y pobreza

Enlace Judío México e Israel – El director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que la pandemia se registra cuando en el mundo hay 3,500 millones de personas que viven en condiciones miserables y sin acceso a servicios esenciales de salud. El coronavirus afecta a todos, pero la situación de los pobres es mucho más vulnerable. De acuerdo a la ONU el 40 por ciento de la población mundial no tiene un lavabo con agua y jabón en su casa, y la primera recomendación de la OMS para enfrentar al virus es lavarse las manos con periodicidad con jabón apropiado ¿Cómo pueden hacerlo los pobres del mundo, que carecen de agua potable y jabón?

Resulta una paradoja que América Latina sea la región que tiene casi un tercio de las aguas limpias del mundo, pero enfrenta una gran desigualdad. La pobreza se sigue incrementando en esta área y con ello los hogares sin posibilidades de cumplir la recomendación. De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la pobreza aumentó en 27 millones de personas entre el 2014 y 2019. Así, están en situación de pobreza actualmente 191 millones de personas, más del 31 por ciento de la población. En el 2019 se contabilizaron 6 millones de nuevos pobres. Por lo demás, se observa un crecimiento particular de la pobreza extrema, que ya representa el 11.5 por ciento de la población total de América Latina.

En el marco de la pauperización, el tema del agua potable es clave. Se estima que en América Latina existen 77 millones de personas sin agua potable y por lo tanto no pueden cumplir la exigencia mínima de la OMS, el lavado cuidadoso de las manos. Por ejemplo, en Perú 8 millones de personas carecen de agua potable, comprar agua en las colinas desérticas de Lima, la capital, sale de 3 a 10 veces más que lo que se paga en las zonas bajas limeñas. Asimismo, en México el Consejo Consultivo del Agua indica que 10 millones de personas no tienen acceso a agua potable.

La OMS recomienda una limpieza permanente, sin embargo, en América Latina existen 100 millones sin saneamiento seguro, y 258 millones evacuan sus desechos a través de letrinas y fosas sépticas, contrario a la recomendación de la OMS. Otra recomendación de la OMS es que las personas deberían de estar a dos metros de distancia para evitar el contagio ¿Cómo hacen la mayoría de los pobres que viven hacinados ante la dramática insuficiencia de viviendas en la región?.

Una recomendación adicional de la OMS es el uso limitado de los medios de transporte público ¿Cómo pueden practicarla los modestos trabajadores que no tienen otra vía para llegar a sus trabajos?.

En el contexto de la difusión del coronavirus, en muchos países se decidió cerrar las escuelas estatales y, en otros, incluso en ciudades ricas como Nueva York. Está ultima ciudad con más de un millón de alumnos es la mayor red escolar de EUA. Cabe destacar que el 75 por ciento de los alumnos de esa ciudad son de limitados recursos y reciben en las escuelas sus comidas principales, adicionalmente, al quedarse en sus casas, sus padres deben cuidarlos cuando no pueden dejan de trabajar para sobrevivir. En general en los países pobres son insuficientes las posibilidades de acceder a servicios para identificar el coronavirus y tratarlo. Los países ricos tienen de 2 a 12 camas de hospital cada 1,000 habitantes, los pobres una cama cada 10,000. Se estima que perecen 10,000 personas por día por falta de acceso a servicios de salud.

En el presente hay 4,000 millones de personas viviendo en ciudades. Un tercio de ellas habita en viviendas precarias, la estrategia central de la lucha contra la pandemia, el aislamiento social, dirigido a impedir el contagio, es de aplicación muy difícil en esas condiciones. La densidad poblacional en zonas como las áreas marginales de Delhi en India, es de 10 a 100 veces a las de otras zonas de la ciudad. 

En este contexto, en un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNDU) de mayo pasado se consigna que la pandemia del coronavirus hará retroceder por primera vez desde 1990 el desarrollo humano global, evaluado como una combinación de factores educativos, sanitarios y de condiciones de vida en el mundo. De hecho, el retroceso en los elementos básicos de este proceso ya está a la vista en todos los países sean pobres o ricos, se estima una caída del ingreso per cápita a nivel mundial de 4.0 por ciento este año.

Otro efecto negativo del desarrollo humano se refiere a que, por el cierre de escuelas, el 60 por ciento de los menores no reciban ningún tipo de educación, lo que provoca la desescolarización global, particularmente en naciones pobres, a niveles inéditos desde la década de los ochenta del siglo pasado. Millones de pobres quedarán como analfabetas funcionales.

Las previsiones del PNDU apuntan a que la caída del desarrollo humano será mucho mayor en los países en desarrollo en virtud de que disponen de menos recursos para manejar los impactos sociales y económicos de la pandemia. En el ámbito educativo los pronósticos del PNDU indican que con el cierre escolar y ante las profundas brechas existentes en el acceso al aprendizaje en línea, los países con un desarrollo humano bajo, el 86 por ciento de los niños y niñas de primaria se encuentran actualmente sin escolarizar, en comparación con el 20 por ciento en las naciones con un desarrollo humano muy alto. Así, la brecha educativa entre pobres y ricos se acentúa y los primeros quedan relegados perpetuamente para mejorar su desarrollo humano, sobre todo al considerar que las nuevas necesidades del siglo XXI, como el acceso al internet, son esenciales para aprovechar los beneficios de la teleducación, la telemedicina y el trabajo desde casa.

La pandemia del coronavirus ha puesto de “rodillas al mundo” y muchos países siguen ignorando las recomendaciones de la OMS, en la que participan 194 miembros. De acuerdo al secretario de esta organización, su impacto puede ser mas devastador. El secretario general de la ONU, António Guterres, recalcó que se requiere un esfuerzo masivo y combinado de todos los países para hacer frente al coronavirus, a pesar de los avances científicos y tecnológicos de las últimas décadas. Guterres dijo que “hemos visto algo de solidaridad, pero muy poca unidad, en la respuesta al COVID-19. Los países han seguido diferentes y hasta contradictorias estrategias y por eso estamos pagando todos el precio, si no controlamos la propagación del virus, la economía nunca se recuperará”.

Guterres consignó que en el combate al COVID-19 se necesita apoyo que mantenga a los hogares a flote y a las empresas solventes, con énfasis en los más vulnerables como las mujeres, las personas mayores, los niños y aquellos que ganan poco. Proteger a los más vulnerables no es una cuestión de caridad o generosidad sino de interés propio.

Guterres mencionó que volver a los sistemas de salud que han sido insostenibles no es una política adecuada, se debe dar un salto hacia el futuro de energía limpia, inclusión e igualdad y redes de seguridad social más fuertes, incluida la cobertura universal de salud. 

La pandemia es una tragedia, la respuesta a la misma precisa establecer consideraciones de derechos humanos en el centro; pero paralelamente es una oportunidad para abordar la crisis climática y las desigualdades de todo tipo existentes en las sociedades de los países. 

Más que nunca, la pandemia ilustra por qué invertir en salud debe ser el centro del desarrollo, “la salud no es un lujo, es una necesidad, canalizar recursos crecientes para la salud, esta no representa un costo, es una inversión”.

La mortalidad se eleva en personas con precondiciones, tienen tasas más altas de obesidad por el consumo de comida de mala calidad, y eso lleva a diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y otras. Generalmente en regiones donde se concentran los pobres cocinan con métodos que producen polución que aumenta los riesgos de enfermedades respiratorias.

Las pérdidas de empleos, afecta a 2,000 millones de personas, la gran mayoría viven en la economía informal, no tienen seguros de desempleo y tienen acceso limitado a la red hospitalaria. Las mujeres en general y los pobres en particular están siendo los que recienten más el impacto de la pandemia. Las mujeres despedidas son en mayor proporción. Se están perdiendo los avances de desigualdad de género de las décadas recientes. Se registra un aumento de 25 por ciento en las tasas de violencia familiar. 

El papa Francisco ha exigido al mundo solidaridad con los más vulnerables; asimismo, grandes sectores de la opinión pública mundial piden a las naciones ricas expandir los programas de transferencias a las vulnerables, y condonar a los países pobres la deuda externa del 2020. 

En 2019, 64 países pobres gastaron más en los servicios de la deuda que en salud. De aquí que sea necesario ampliar significativamente la ayuda internacional para la salud pública. El tiempo apremia, “el derecho a la vida es una prioridad”.

 


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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