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jueves 21 de noviembre de 2024

¿Por qué muere Koraj? La diferencia entre la verdad de D-os y la verdad del hombre

Enlace Judío México e Israel – Constantemente se dice que el judaísmo es la religión del libro, una religión únicamente racional que no deja espacio a la duda y a la fe. Sin embargo, esto no es cierto, si bien muchos de los mandatos divinos pueden ser explicados racionalmente y tienen un origen que se asume como lógico o natural en el hombre la razón por la que se llevan a cabo no es su origen lógico sino su origen divino que en esencia no necesita de racionalidad. Al final una mitzvá se hace porque la Torá así lo pide, las explicaciones que los rabinos dan a ella son para nosotros, para que crezcamos a través de esas enseñanzas; sin embargo la mitzvá en sí misma se hace por revelación divina.

Esto a lo largo de los años a producido una tensión al interior del mundo judío entre los que proponen llevar la línea de la racionalidad a la Torá (como Maimonides, Rab Saadia Gaón, el Kuzari y otros escritores de la Media) y los que abogan por un acercamiento más místico, los cabalistas siendo el mejor ejemplo. En sus libros y estudios la académica Christine Hayes remarca como éste fue el debate central que los rabinos desarrollaron al escribir el Talmud. Ellos apuntan, nos dice la profesora, a una verdad más allá de lo lógico y lo tradicional que acepta el misterio o lo inentendible de su origen.

La sabiduría, la fortaleza de Israel y la perseverancia en el tiempo, nos dicen los sabios, no radica en cumplir aquellos mandatos que son naturales a todos los pueblos, sino aquellos que sólo pueden ser dados por D-os y que en muchos casos son contraintuitivos, aquellos que no entendemos. Hay incansables ejemplos de estos en la Torá como shajnes (el mandato de separar lana y lino en la vestimenta), muchas de las reglas de kashrut (las normas alimenticias), las leyes de pureza e impureza y gran parte de las leyes referentes a la santidad tanto de los israelitas como de los levitas y sacerdotes. Si bien, todas ellas tienen explicaciones de por qué a la nación de Israel se le exige comportarse de esa manera y uno como individuo puede extraer enseñanzas de cada una, su origen y forma son ajenos al de cualquier otra ley y escapan el pensamiento lógico formal, pueden incluso a veces ser contraintuitivas.

Esto, como ya se había mencionado antes, nos avienta hacia dos percepciones distintas de cómo se conoce la verdad en el mundo. Una se basa en la aceptación de la ignorancia propia del ser humano y registra lo eterno como inentendible y otra se basa en la solidez del entendimiento humano. La Torá de muchas maneras demuestra la falta de dicha solidez que el hombre busca en la lógica y abre este mismo debate no sólo a través de las leyes que ordena, sino también a través de diversos pasajes y los conflictos que los personajes enfrentan. Uno de los más icónicos es la disputa que existió entre los seguidores de Koraj y Moisés. A continuación hablaremos de ello

La historia de Koraj

La historia de Koraj y Moisés ocurre en el libro de Números (Bamidbar) y es muy parecida a la historia de Caín y Abel, con la diferencia de que Koraj no actuó bajo ningún impulso, sino con plena conciencia de sus acciones. Él era un sacerdote que envidiaba el honor y la posición de Aarón como Sumo Sacerdote y quería al igual que él realizar los servicios correspondientes dentro del Tabernáculo. Organiza una rebelión contra Moisés bajo la pretensión de que “todos los miembros de la nación son sagrados y Moisés no puede reinar sobre ellos.” Se decide poner a prueba frente a la comunidad si el rol de Aarón realmente fue asignado por D-os mismo o es una acción humana y cada miembro que siguió a Koraj realizó sacrificios de incienso cerca del Tabernáculo. La tierra se abrió bajo sus pies y fueron sepultados.

La historia trae consigo numerosos aprendizajes e invita al cuestionamiento. Lo primero que nos enseña es sobre la naturaleza del sacerdocio, si el argumento de Koraj fuera cierto ¿por qué sólo fue recibido el sacrificio de Aarón? y ¿por qué el resto de la congregación de Koraj muere? ¿qué nos dice eso del sacerdocio? La respuesta que se avista en la Torá y que ha sido resaltada por varios de los comentaristas es que la rebelión de Koraj falla y tiene un final tan trágico por más de una razón: En primer lugar sus intenciones no eran puras, no estaba buscando la forma de actuar correctamente, sino que esperaba recibir el honor que Koraj tenía. En segundo lugar su forma de racionamiento era fallido, el sacerdocio es un regalo dado por D-os al hombre, mientras que Koraj esperaba acceder a él por medios democráticos, medios humanos, al hacerlo y poner en duda niega la veracidad de la ley de D-os. Finalmente la disputa entre Moisés y Koraj es una disputa entre la búsqueda de una ley humana y una ley divina.

Las fallas en la argumentación de Koraj

Para entender en qué forma falla su argumentación, primero debemos entender cuál era el razonamiento que Koraj impulsaba. Los sacrificios y los servicios religiosos fueron pensados en cierta manera para que los primogénitos de todas la familias participaran de ellos; inicialmente no eran labores exclusivas de la casa de Aarón. Sin embargo, cuando el pueblo peca con el Becerro de Oro las tribus ya no pueden participar en ello porque perdieron su integridad moral, sólo la tribu de Levi se opuso al evento y sólo la familia de Aarón recibió el honor. El razonamiento de Koraj era que ya había pasado suficiente tiempo entre el suceso del Becerro de Oro y ese momento Koraj y sus seguidores pertenecían a la segunda generación que estuvo en el desierto, ellos mismos no habían estado presentes en el evento del Becerro de Oro. Koraj quería restaurar lo que consideraba como un derecho al templo y al cargo de Sumo Sacerdote de los primogénitos.

La veracidad de la santidad puesta a prueba

El primer problema con esa postura es que el servicio en el Tabernáculo fue un regalo divino, no una respuesta humana y por eso mismo sólo D-os puede determinar quién sirve en él y quién no. Rab Hirsch (uno de los comentaristas más grandes del siglo XIX) escribe:

La verdad de un hecho sólo puede ser probada por otro hecho, pero no por la lógica. El razonamiento puede indicar que un hecho es plausible o necesario, pero nunca puede probar que el hecho es verdadero. La evidencia de la verdad de las palabras del mensajero sólo puede provenir de aquellos que han enviado, por lo que la evidencia de la confiabilidad de la misión de Moisés sólo puede provenir del Señor mismo. Por lo tanto, Moisés no dice nada que contradiga las afirmaciones de Koraj. Si D-os no prueba la verdad de la misión de Moisés, se descubre que la misión llegó a su fin.

Este comentario explica la respuesta tan discreta de Moisés y la diferencia de su acercamiento a D-os de la de Koraj. Al hacer el evento del incienso Moisés está abierto a la posibilidad de que el servicio que hacen él y Aarón haya dejado de ser divino. Mientras que Koraj está tan seguro de su pensamiento que ni siquiera se pregunta por la divinidad. Koraj ve sus propios objetivos, Moisés busca la voluntad de D-os. Y el Único que puede rectificar la veracidad de la santidad en el templo es D-os mismo, puesto que fue Él quien la ordenó.

La santidad de la nación

El segundo error en el razonamiento de Koraj es que el Tabernáculo mismo es una muestra de que la nación no es santa aún. El Tabernáculo es a la vez una forma de expiación por el pecado del Becerro de Oro y un símbolo de las faltas de la nación, le recuerda a los judíos la labor para la cual recibieron la Torá “ser una nación santa entre las naciones” es decir, impulsar que el hombre se convierta en un el recipiente que recibe a la Presencia Divina; que el mundo entero proclame y haga grande el nombre de D-os. Cuando los judíos logren cumplir los mandatos divinos e irradien luz hacia el resto de las naciones entonces podrían convertirse en una “nación santa” sin embargo, aún no lo son y en los días de Koraj no lo eran. El Tabernáculo le recuerda a cada individuo esa labor y de esa misma forma esa falta.

Además, nos explica el comentarista, esa es la enseñanza que traen todas las leyes referentes a la santidad y lo divino, a las cuales no llegamos por razonamientos lógicos. Están apartadas de la cotidianidad para recordar ese espacio que es divino al cual no tenemos acceso. Al Arca Sagrada, nadie podía entrar sólo el Sumo Sacerdote en Yom Kipur y vestido de una manera especial. Permanece como un lugar alejado de nuestro alcance para recordarnos, nuestro objetivo, nuestra falta y el simple hecho de existen espacios creados por la voluntad divina que se encuentran fuera del alcance humano.

La labor del liderazgo y el sacerdocio.

La diferencia de carácter entre Koraj, Moisés y Aarón

Otro de los aprendizajes que este pasaje trae surge del contraste entre el carácter de Aaron y Moisés contrastado con el de Koraj. Ni Aarón ni Moisés buscan el rol que D-os les ha dado; es un rol impuesto sobre ellos. Koraj lo busca abiertamente, él mismo no está consciente hasta que punto los celos y la envidia han cegado su juicio. Mientras que Moisés y Aarón, ambos en su momento rezaron porque otro hombre fuera escogido en su lugar y por la misma razón están abiertos a la posibilidad de que ese rol se transfiera a otro, porque no buscan un interés personal en él.

Ese hecho arroja luz sobre cómo se ve el sacerdocio y el liderazgo en la concepción judía. Tanto al sacerdote como al líder se les llama “eved” (sirviente o esclavo), para realizar correctamente su tarea deben anularse completamente tanto frente a la congregación como a la voluntad divina. Tanto reyes como líderes deben ser tan sólo un canal entre D-os y el pueblo. Por eso mismo también son roles que D-os asigna sobre los individuos.

Las leyes referentes a los sacrificios son muy específicas en los momentos que los sacerdotes pueden consumir de la comida que se les ofrece, hay tiempos y formas muy particulares para hacerlo, puesto que el sacerdote no podía demostrar interés propio al realizar los servicios. Así mismo un levita no puede ni exigir pago por sus servicios, ni pedir a un israelita la porción que por ley le correspondería. El Templo fue destruido cuando la casta sacerdotal dejó de obedecer con cuidado estas leyes; al romper el principio básico del rol que cumplen, su servicio dejó de tener utilidad y por lo tanto existencia.

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