Irving Gatell/ La crisis del coronavirus y el futuro de la innovación tecnológica

Enlace Judío México e Israel – La crisis sanitaria que ha obligado a todos los países a imponerse una cuarentena ha dejado profundas afectaciones económicas, principalmente por el inesperado freno a muchas actividades de producción y de consumo. Esto va a traer consecuencias importantes, y llama la atención lo bien que Israel está preparado para enfrentarlas.

La necesidad de evitar las aglomeraciones que pudieran convertirse en focos de infección de COVID-19 hizo que muchas empresas, e incluso muchas actividades económicas, comenzaran a explotar en serio la posibilidad del home office.

La crisis sanitaria terminará en algún momento. Ya sea porque se llegue al mentado punto de inmunidad de rebaño, porque se logren desarrollar vacunas funcionales y eficientes, porque se desarrollen fármacos adecuados para contrarrestar las afectaciones de la enfermedad, o porque suceda todo lo anterior, llegará un momento en que la vida podría —y recalco la conjugación en imperfecto: podría— volver a un cauce casi normal.

Pero no será así. el trabajo y los estudios online llegaron para quedarse.

¿Por qué? Sencillo: porque es más barato. Incluso, mas ecológico.

Muchos empleados que han probado lo que es trabajar desde casa no se van a sentir muy felices de regresar al trabajo presencial. Volver al tráfico, perder horas cada mañana y cada tarde, absorber los gastos de gasolina y alimentos, llegar a casa molido y sin mucha energía para convivir con los hijos. No suena bien.

Pero la situación no es muy distinta para los empleadores: ahora que han experimentado con tantos empleados haciendo home office, han visto que se paga menos luz, menos agua, menos gas, y que incluso se puede usar un espacio de oficinas notoriamente más reducido, lo que también puede traducirse en menos gastos en renta o mantenimiento de una propiedad.

Así que un buen programa de trabajo en línea hace que el dinero rinda más para todos.

Mejor aún: puedes buscar al empleado que mejor satisfaga tus requerimientos de eficiencia o productividad, y da lo mismo si lo consigues en la Ciudad de México, en Barcelona o en Hong Kong. En internet, las fronteras no existen. Se trata tan sólo de decidir si lo que vas a pagar vale la pena.

Los empleados pasan por una situación similar: ahora pueden ofrecer sus servicios, o por lo menos atender solicitudes o integrarse a proyectos en un mercado global. Incluso habrá quienes logren mantener su trabajo normal, y en sus tiempos libres puedan hacer actividades complementarias, ya sean recreativas o lucrativas.

Suena bonito, pero es una situación que también eleva el nivel de estrés. Por supuesto, es otro tipo de estrés. Me refiero a la presión de ser una empresa competitiva que pueda pagar, por ejemplo, los servicios de alguien híperespecializado y que radica en Hong Kong, una ciudad muy cara que, por lo mismo, implica que sus habitantes cobrarán más por sus servicios. Pero si se puede y si realmente vale la pena ¿por qué no?

Del mismo modo, para poder ser competitivo en un mercado global, uno mismo como empleado tiene que estar más que preparado. Siempre actualizado, siempre aprendiendo. Sobre todo, a usar las nuevas herramientas tecnológicas que todo el tiempo aparecen en el mercado.

Este es un proceso que de todos modos iba a suceder. El problema fue que se tuvo que implementar como una emergencia por la crisis sanitaria, y por ello provocó afectaciones económicas severas. Razón por la cual muchas empresas estarán más que dispuestas a conservar los cambios y beneficios que trae el trabajo online, desde casa.

Todo lo dicho se traduce en una idea muy simple: la innovación tecnológica va a ser la herramienta que va a determinar el éxito no sólo de una persona o una empresa, sino de toda una sociedad.

Mientras mejores herramientas tecnológicas se tengan, mejores opciones de participar adecuadamente en este mercado global. Y mejores herramientas tecnológicas significa mejor capacitación para las personas. Sólo quienes estén al día en cuanto al manejo de los nuevos programas o equipos, así como de sus estrategias de uso, podrán competir sin problemas en este mercado cada vez más exigente.

Israel está muy avanzado en ello. Desde hace varios años se ha consolidado como uno de los países punteros en la innovación tecnológica. El nuevo reto que viene no toma desprevenida a la sociedad israelí, y es seguro que en el transcurso de las próximas décadas veremos como Israel se consolida como líder mundial en todo lo que tiene que ver con este nuevo paradigma laboral que se ha gestado, siempre al vapor, en el marco de la pandemia que puso al mundo de cabeza.

Eso va a reforzar su liderazgo regional. En una época en la que las relaciones con los países árabes cada vez se ven más próximas a normalizarse, será Israel quien lleve la batuta en el desarrollo tecnológico. Y ojo: la tecnología es el oro del siglo XXI, y seguramente lo seguirá siendo en lo sucesivo. La era del petróleo acabó, y por eso los países árabes empiezan a diversificar sus economías. Por ejemplo, ya empiezan a apostar por la energía solar, más económica y eficiente que la que se obtiene de combustibles fósiles.

Pero para optimizar la generación de este tipo de energías, necesitas innovación tecnológica, y es un aspecto al que los árabes no le apostaron a tiempo. Van muy retrasados en comparación con países como Corea del Sur, Estados Unidos, Japón y el propio Israel.

Pero eso no es demasiado problema: una nueva relación entre Israel, por un lado, y el bloque de países sunitas, por el otro, puede resolver los límites que cada uno tiene. A los árabes les sobra dinero. A los israelíes, tecnología. La combinación es dinamita pura. Incluso Irán, si logra deshacerse de su régimen medieval, teocrático y retrógrada, podría integrarse a esta coalición meso-oriental, y eso potencializaría todavía más las expectativas de desarrollo en esta zona del planeta. A fin de cuentas, el territorio que abarca desde Egipto hasta Irán, o desde Siria hasta Arabia Saudita, es —en realidad— pequeño. Un bloque bien integrado puede poner una nueva dosis de liderazgo en el mundo.

Dicen que de las grandes calamidades vienen los grandes éxitos. Por lo menos, la experiencia judía así ha sido. Lo podemos ver en diversos momentos de la historia: después del exilio en Babilonia, un grupo de inspirados escribas judíos compiló los textos sagrados que hasta ese momento se conservaban dispersos, y al integrarlos crearon eso que llamamos La Biblia. Luego de la destrucción del Segundo Templo y el inicio del terrible exilio, sucesivas generaciones de sabios judíos lograron crear un increíble método didáctico que marcó la idiosincracia de todo un pueblo: el Talmud. Y luego de la devastación que significó el Holocausto y la destrucción casi completa del Judaísmo europeo, un grupo de valientes visionarios que además tuvieron que convertirse en guerreros, fundaron el moderno Estado de Israel, derrotando a sus enemigos políticos, pero también a sus enemigos naturales: pantanos y desiertos inhóspitos.

De esa, la máxima crisis en la historia milenaria del pueblo judío, surgió una nación creativa, pujante, apasionada por mejorar las condiciones de vida de propios y extraños, y el resultado es —hoy por hoy— una sociedad que, con todo y sus propias Tzures, tiene todo para responder al enorme reto que representa el nuevo mundo post-COVID-19.

 


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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Irving Gatell: Nace en 1970 en la Ciudad de México y realiza estudios profesionales en Música y Teología. Como músico se ha desempeñado principalmente como profesor, conferencista y arreglista. Su labor docente la ha desarrollado para el Instituto Nacional de Bellas Artes (profesor de Contrapunto e Historia de la Música), y como conferencista se ha presentado en el Palacio de Bellas Artes (salas Manuel M. Ponce y Adamo Boari), Sala Silvestre Revueltas (Conjunto Cultural Ollin Yolliztli), Sala Nezahualcóyotl (UNAM), Centro Nacional de las Artes (Sala Blas Galindo), así como para diversas instituciones privadas en espacios como el Salón Constelaciones del Hotel Nikko, o la Hacienda de los Morales. Sus arreglos sinfónicos y sinfónico-corales se han interpretado en el Palacio de Bellas Artes (Sala Principal), Sala Nezahualcóyotl, Sala Ollin Yolliztli, Sala Blas Galindo (Centro Nacional de las Artes), Aula Magna (idem). Actualmente imparte charlas didácticas para la Orquesta Sinfónica Nacional antes de los conciertos dominicales en el Palacio de Bellas Artes, y es pianista titular de la Comunidad Bet El de México, sinagoga perteneciente al Movimiento Masortí (Conservador). Ha dictado charlas, talleres y seminarios sobre Historia de la Religión en el Instituto Cultural México Israel y la Sinagoga Histórica Justo Sierra. Desde 2012 colabora con la Agencia de Noticias Enlace Judío México, y se ha posicionado como uno de los articulistas de mayor alcance, especialmente por su tratamiento de temas de alto interés relacionados con la Biblia y la Historia del pueblo judío. Actualmente está preparando su incursión en el mundo de la literatura, que será con una colección de cuentos.