Dra. Angélica Cuapio, investigadora mexicana en el Instituto Karolinska, nos habla sobre las células T, claves en la inmunidad al COVID-19

Enlace Judío México e Israel – Nuestra compañera Carol Perelman conversó con la única mexicana del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas del Instituto Karolinska, el prestigioso centro de investigación científica responsable del estudio sobre inmunidad celular en pacientes de COVID-19 que está dando la vuelta al mundo. 

“Carl Sagan decía que todos los humanos no somos más que polvo de estrellas. Desde un punto de vista biológico, no somos más que sacos de partículas orgánicas, sacos de células.” Muchas, muchísimas células que desempeñan complicadas y fluctuantes funciones dentro de nuestro organismo.

El mundo de la inmunología es tan complejo como fascinante. Cuando escuchamos hablar de “las defensas del cuerpo” o del “sistema inmunológico”, no nos imaginamos la gran cantidad de variables, particularidades y especificidades que implica este campo de estudio de la medicina y la microbiología.

Para entender un poco más al respecto, Carol Perelman conversó con la doctora Angélica Cuapio, inmunóloga mexicana que trabaja en el prestigiado Instituto Karolinska, de Suecia, algunos de cuyos investigadores publicaron un “preprint” la semana pasada, en el que destacan la probabilidad de que tanto los pacientes recuperados de COVID-19 como sus familiares, incluso si fueron totalmente asintomáticos, desarrollen un tipo de inmunidad denominada “celular”, que no depende de los linfocitos B sino de los T, y que no se detectan en las pruebas serológicas.

Esto querría decir que la inmunidad al COVID-19 podría ser mucho mayor a la que se ha calculado tras la aplicación de encuestas serológicas en países severamente golpeados por la pandemia, como Estados Unidos y España, y que no mostraron más de 15% de inmunidad, cifra muy lejana al 75% que ayudaría a conseguir la llamada inmunidad de rebaño.

“Este estudio abre una brecha muy importante”, dijo Cuapio, del Instituto Karolinska, uno de los centros de investigación científica más importantes en el ámbito de la medicina y la biología molecular.

El estudio detectó que “los pacientes que han estado severamente expuestos tienen una respuesta inmune mediada por los linfocitos T”, pero también los pacientes asintomáticos desarrollarían esta respuesta inmune poderosa, incluso si no tienen anticuerpos o linfocitos B.

Por medio de varias diapositivas, la doctora Cuapio explicó de manera general el funcionamiento del sistema inmunológico humano: un complejísimo juego celular protagonizado por unas 35 mil millones de células, los glóbulos blancos, que representan apenas 1% de la sangre, y que se subdividen en diversos grupos formados por células que desempeñan funciones distintas dentro de la orquesta inmunológica que permite que soportemos los embates de multitud de agentes patógenos con los que convivimos cotidianamente.

La otra inmunidad

Ante la ausencia de una vacuna o un tratamiento específico y efectivo contra el COVID-19, las esperanzas de muchos se centran en la obtención de la inmunidad de rebaño. Por eso resultó tan desalentador saber, por encuestas serológicas, que incluso en países y ciudades severamente golpeados por la pandemia, la inmunidad colectiva no había llegado ni a 20%.

A decir de Angélica Cuapio, en la actualidad, todos los estudios se centran en los anticuerpos. Se trata de estudio serológicos, pruebas rápidas de fácil aplicación pero poca precisión que, además, son incapaces de detectar otro tipo de inmunidad, la proporcionada por los linfocitos T. Esta, dijo Cuapio, es “muy relevante”.

No hay pruebas rápidas para estudiar esta inmunidad. Con los linfocitos T se hace un estudio más complejo que requiere “más infraestructura y mayor especialización, tiempos de incubación largos, protocolos éticos, etc.”

Aunque el estudio no puede determinar a ciencia cierta qué tan larga será la inmunidad proporcionada por estas células T, antecedentes como el SARS y el MERS harían pensar que esta podría ser muy prolongada.

Esto “cambia muchísimo el panorama a mediano plazo”, dijo Cuapio, pues podría significar que un porcentaje importante de la población contará con inmunidad contra el COVID-19. Sin embargo, advirtió que “tenemos que hacer estudios más grandes”. También recordó que este estudio no fue revisado por pares y, obviamente, tampoco se ha replicado en otros centros de investigación.

Se trata de un “preprint” o publicación previa que no puede considerarse concluyente pero que, dado que fue realizada por un centro de investigación de gran prestigio, da muchas esperanzas a la comunidad científica del mundo. Validar por completo los hallazgos de este equipo de investigación “se espera que (…) va a tardar un tiempo pero se está trabajando en ello.”

Qué son las células T

Contrario a lo que ocurre con las defensas “innatas”, que se activan tan pronto como un agente extraño entra en el organismo, los linfocitos T corresponden a la respuesta “adaptativa” del sistema inmune, y comienzan a actuar tres, cuatro o cinco días después de producida la infección.

Estas células causan la liberación de grandes cantidades de proteínas llamadas citocinas, que paradójicamente, se han visto asociadas al agravamiento de la condición de muchos pacientes de COVID-19, pues producen una reacción inflamatoria descontrolada en el organismo. “Una producción de citocinas es deseada (…) pero en el covid hay una respuesta hiperinflamatoria, extremadamente reactiva.”

Es por eso que algunos medicamentos utilizados para inhibir esta reacción en pacientes con enfermedades autoinmunes han sido prescritos para el tratamiento de las formas más severas de COVID-19. Ese es el caso de la dexametasona, un fármaco de gran disponibilidad y muy barato que se ha utilizado para el tratamiento de estos casos.

Sin embargo, Cuapio recordó que este tratamiento no sirve en forma preventiva ni para contrarrestar los efectos de las formas leves de la enfermedad, y solo debe ser utilizado en un hospital y en pacientes gravemente enfermos.

Cuapio también habló sobre el modelo sueco de intervención contra el COVID-19, que ha causado mucha polémica en el mundo, y dijo que “hay muchísimo que se puede rescatar de él”. A diferencia de otros países europeos, incluyendo a los vecinos nórdicos de los suecos, este país optó por emitir recomendaciones a su población y no cerrar espacios públicos o centros de trabajo.

Pese a que en algún momento las cifras de contagios mostraron incrementos alarmantes, “nunca hubo falta de camas” en los hospitales. Sin embargo, la doctora Cuapio admite que en Suecia “hay una gran interacción entre el gobierno y la sociedad y entre el gobierno y sus científicos”, además de que las condiciones socioeconómicas y demográficas de ese país son muy particulares y las medidas aplicadas ahí no podrían aplicarse necesariamente en otros países.

También se refirió brevemente al tema de los niños y por qué estos no suelen desarrollar síntomas graves cuando se infectan con el SARS-CoV-2. Dijo que una posible explicación tiene que ver con el timo, un órgano que durante la primera niñez se encuentra exacerbado y es capaz de producir reacciones inmunológicas muy sólidas.

Otra explicación ya descrita es que las células endoteliales que se encuentran formando el
interior de venas y arterias aparentemente son más fuertes y resisten más el efecto del virus.

Respecto a la inmunidad transplacentaria, la científica mexicana dijo que no se sabe mucho al respecto, pues se trata de un campo muy difícil de estudiar.

Prevención

Durante la conversación de cerca de una hora, la doctora Cuapio respondió algunas preguntas de los usuarios de Enlace Judío a través de la plataforma Facebook Live. Algunas de ellas se referían a posibles tratamientos o métodos de prevención de la enfermedad.

Al respecto, Cuapio fue muy enfática en que la mejor manera de mantener el sistema inmunológico en buen funcionamiento es “comer bien, hacer ejercicio, dormir bien, no abusar de sustancias tóxicas y tratar de evitar el estrés.”

Dijo que “no hay ningún tratamiento ni suplemento mágico” pero reconoció que el uso de complementos multivitamínicos podría ser útil, mientras no se usen en exceso. También recomendó el uso del cubrebocas y el lavado constante de manos.

Además de ser una destacada científica, Cuapio, junto con su pareja, tiene un canal en Youtube, donde agrega contenidos diversos que pueden resultar de interés para quien quiera saber más sobre el COVID-19 y otros temas de salud.

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío

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