La negación de la pandemia y las “fake news” matan

Enlace Judío México e Israel – En la edición 1,002 de la Revista Nueva Sión, junio-julio 2020, entre otros temas relevantes se incluyen varios artículos de un tópico central que experimenta la sociedad en el mundo, relacionados con la pandemia del COVID-19. Nueva Sión es un periódico de la comunidad judía de Argentina, editado en Buenos Aires desde 1948, que se ha posicionado a lo largo del tiempo en un foro periodístico de excelencia. 

Por su relevancia y profundidad de análisis incluyo en este espacio las principales ideas del artículo de esa revista denominada “La negación de la pandemia y las fake news matan”, elaborado por Ana Krochik Bircs, Lic. en Economía de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.

A pesar de que EUA es el país más golpeado por el coronavirus, su presidente sigue actuando en forma absolutamente irresponsable. Donald Trump, crea un relato no racional, el cual pretende transformar la realidad con numerosas falsedades, incluso con desprecio por la ciencia y los científicos. El estallido de la pandemia puso en relieve la importancia en seguridad alimentaria, sanitaria y la económica; y en la pospandemia la situación puede empeorar. Lo inesperado y grave de la crisis genera en la sociedad miedo e incertidumbre y es un caldo de cultivo de teorías conspirativas, las que actualmente prosperan en particular en las redes sociales.

La posición de los negacionistas más destacados es la de Trump y la del presidente de Brasil, Bolsonaro, ambos enfrentan en la actualidad cuatro crisis superpuestas: la sanitaria, la económica, la social y la política. EUA y Brasil priorizaron la economía y politizaron la pandemia. Subestimaron desde el principio la magnitud del peligro y la tragedia posible. Desarrollaron discursos que invierten la realidad con afirmaciones como “tenemos todo bajo control”, que la enfermedad mate a los que tenga que matar, “no es más que una gripe”, entre otras, y culpan a terceros sin asumir la responsabilidad por la vida de la gente.

Con la pandemia del coronavirus descubrimos que son importantes por igual la seguridad alimentaria, la sanitaria y la económica, no solo la seguridad militar. Nos dimos cuenta que existe un vacío de poder global y no hay lideres en los que confiar. También descubrimos que existe una falta de gobernanza eficiente en muchos países. Los líderes que no pueden ser tales y están desorientados se negaron a seguir los consejos de sus asesores científicos. Negacionismo es ignorancia, es capricho, es incapacidad, ¿es irresponsabilidad?

La pandemia transfronteriza exige una respuesta internacional, coordinada desde una perspectiva ética de la economía. El problema se vincula con la escasez vis el despilfarro y la concentración de la riqueza, “poder subir a todos al barco”. La perspectiva puede empeorar. De acuerdo al historiador israelí Yuval Harari, la actual crisis del coronavirus acelerará la respuesta a la automatización laboral. Los robots no se enferman ni contagian y no pagan cargas sociales. En el futuro, el incremento de la producción y del PIB no va a vincularse con el empleo. La amenaza para los trabajadores no será la de bajos salarios, sino que ya no se les necesite.

En el contexto de la pandemia ha quedado demostrado que la de EUA es una sociedad vulnerable a pesar de la opulencia. El país más afectado por la pandemia no siguió nunca una estrategia nacional coordinada y unificada de aislamiento social necesario. El discurso pandémico de Trump pasó por varias etapas a medida que su imagen fue cayendo, ha estado muy enfocado con su reelección presidencial. Cuando la pandemia empezó a empeorar, Trump argumentó que era un tema político para perjudicarlo justo en un año electoral y se enfureció con los “enemigos invisibles”. Trump sabía que los muertos en China crecían exponencialmente, empero, preocupado por la baja de valores que afectaba su imagen, demoró 5 ó 6 semanas fundamentales para el control de la pandemia. En el país más rico del mundo, durante el pico de contagios y muertos faltaron y siguen faltando test, ropas especiales, respiradores y demás productos esenciales para la protección y combate de la pandemia.

En EUA se minimizó el peligro de la pandemia con promesas, mentiras y exageraciones. No invirtieron a tiempo en ciencia y sus herramientas. El sistema de salud privatizado limita el acceso a millones de ciudadanos que no “pueden pagar”. No hay seguridad sanitaria y social adecuadas. Desactivaron la unidad antipandémica y recortaron programas para combatir enfermedades infecciosas. Nunca existió una estrategia coherente y unificada para contener los estragos del COVID-19, para mediados de julio de este año ya habían muerto 140,000 personas de coronavirus en EUA. Es una tragedia que se pudo evitar.

El expresidente Obama criticó la gestión de Trump de la pandemia como “un desastre caótico total” y el gobernador de Nueva York, Cuomo, lo llamó “imprudente, irresponsable, cruel y grosero”. Trump representa una élite en decadencia, crea un relato ideológico no racional, coherente con su vida ostentosa dedicada a la riqueza por la riqueza misma. Se comporta como un show business declarándose “héroe de la pandemia” y transformó la realidad con falsedades. “Lo estamos haciendo muy bien”. Autoelogios y exageraciones para justifica el manejo inepto y despiadado de la crisis sanitaria con desprecio por la ciencia y los científicos.

Trump no tiene autoridad moral para liderar y dejar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) desfinanciada. Rechazó las advertencias de los profesionales y se resistió a declarar a tiempo la cuarentena a pesar de las consecuencias y de las inasistencias. Fue una serie increíble de pretextos y mentiras para justificar lo injustificable.

Por otra parte, Anthony Fauci, epidemiólogo y asesor principal del gobierno de Trump, advirtió que “existe riesgo real de que la apertura indiscriminada provoque rebrotes incontrolables”. EUA es el país más golpeado por lejos, pero Trump sigue creyendo que su responsabilidad solo es la de un empresario inmobiliario, que solo gana cuando gana dinero.

En el entorno actual en general hay intereses que fomentan una intensa polarización, es el caso de los demócratas y republicanos. La tecnología y las redes permiten a los activistas del siglo XXI sumarse a movimientos espontáneos y sin líderes, en los que pueden tener voz con espíritu igualitario y democrático donde las opiniones importan. El riesgo es que no se asumen habilidades y pueden dañar con discursos agresivos y odio. Cuanto más sensacional más divisivo y emocionalmente es el mensaje, más rápido circula y se viraliza. Empero, en general, hay intereses que fomentan una polarización, en este caso, entre demócratas y republicanos para capitalizar políticamente la opinión pública.

Cuando sentimos miedo e incertidumbre y falta sobre las situaciones, las teorías e ideas conspirativas prosperan y las redes sociales se convierten en noticias falsas que alimentan creencias, en este caso destinadas a minimizar la gravedad del COVID-19, prometiendo curas milagrosas y peligrosas para evitar el confinamiento social. Trump en muchas oportunidades insistió con sus teorías pseudocientíficas a pesar de no ser científico. Recomendó cloroquina, antiinflamatorios, hidroxicloroquina, inyectar desinfectantes, sol, luz y calor. Provocó irresponsablemente desinformación y desconfianza en la ciencia con la intención de que no perjudiquen la economía.

El presidente Trump intenta desviar la atención y las criticas sobre su irresponsable gestión de la pandemia con teorías conspirativas xenófobas. Se propone odiar a alguien para generar culpables. Trump hoy día es el protagonista de una polémica confrontación con las redes sociales. Twitter, YouTube y Facebook, presionados para la sociedad y sus anunciantes, prometieron que van a combatir la desinformación, los contenidos falsos, la glorificación de la violencia y el racismo. Twitter, la plataforma preferida de Trump, donde tiene más de 8 millones de seguidores, comenzó a etiquetar algunos de los tuits del presidente con advertencias de que puedan no ser verdaderos o de que son violentos. Fue muy importante la decisión del boicot de las multinacionales más importantes dejar de invertir publicidad por considerar que la cultura del odio monopoliza el debate en las redes. Más de 160 empresas se sumaron a la protesta. 

En relación a las elecciones de noviembre de 2020, comprometió evidenciar como peligrosos los mensajes de desinformación y desincentivar el voto con contenidos tóxicos. El presidente Trump reaccionó acusando a Twitter de entrometerse en las futuras elecciones, de censura y sesgo político.

El coronavirus en EUA determinó un revés para las elecciones electorales de Trump que se manejaban en un contenido de crecimiento económico excepcional, que alcanzó su punto máximo en febrero pasado y aseguraba su reelección previamente a la pandemia. El discurso de la economía fue el eje de su campaña anterior y no tiene otra apuesta. Las próximas elecciones presidenciales en noviembre tal vez encuentren al país inmerso en una crisis de gobernabilidad, consecuencia no solo de la incorrecta gestión de la pandemia. Se suman la crisis económica, la mayor en décadas desde la Gran Depresión de 1929, la crisis social por la injusticia racial sistémica estructural y la crisis política, incluso dentro del Partido Republicano. 

La principal apuesta que puede hacer la administración de Trump es a la economía con un discurso prorecuperación del empleo. La economía real está en crisis. La respuesta al electorado dependerá de que el día de las elecciones los votantes sientan que la economía, el mayor acto político de Trump, vuelve a ser próspera. El COVID-19 hizo visibles las inequidades económicas estructurales, pero también las exacerbó en el encuentro de pobreza y contagio, los pobres tienen más posibilidades de contagiarse, contagiar y morir. La recuperación de EUA parece peligrosa y altamente dependiente de la salud y del éxito en frenar el virus. Los casos de contagios de coronavirus están aumentando en los estados que reabrieron demasiado pronto. La crisis del COVID-19 deja en evidencia un mundo desordenado y caótico, que refleja un inaudito grado de incertidumbre, con lideres que no están a la altura y no supieron liderear.

México debiera verse en el espejo y revertir las políticas económicas y de salud que tienen al país en una crisis inédita y con pocas posibilidades de revertirla en el corto y mediano plazo.

 


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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León Opalin Chmielniska: De nacionalidad mexicana, estudió Economía en el ITAM, logrando además una maestría en la Universidad Hebrea de Jerusalem y diplomados en el Instituto Español de Turismo así como en el Británico. También ha realizado estudios sobre comercio internacional en Holanda. Pertenece y es reconocido por varios institutos y universidades importantes de México y el extranjero y su incursión en las letras inició en temas económicos y finanzas en el periódico Financiero y la revista ANIERM. Por muchos años ha sido colaborador de "Foro" y asesor de varias compañías. Sobre las materias que domina, sigue dando conferencias en planteles y universidades.