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jueves 21 de noviembre de 2024
coronavirus, COVID-19

Carol Perelman/ “Pruebas comunales”, una solución para las oficinas

Enlace Judío México e Israel – A siete meses de iniciada la propagación del coronavirus, la costosa y molesta prueba diagnóstica tomada con hisopo en nariz y faringe, procesada por PCR, aún es el estándar de oro para confirmar un caso de coronavirus. A pesar de que tarda unos días en arrojar resultados, es sumamente confiable.

Hasta ahora, varios grupos de investigación en distintos países buscan alternativas y han elaborado pruebas con resultados en minutos u horas, que incluyen escupir saliva en un tubito, detectar el olor en el aliento, incluso caninos entrenados para encontrar el virus. Sin embargo, estas pruebas rápidas de diagnóstico aún están en tempranas etapas y no han sido avaladas para su uso. Cuando lo estén serán ideales para aplicarlas en las entradas de las escuelas, oficinas, transporte público, conciertos masivos, eventos como bodas y hasta en los cines y teatros. Sin embargo, por lo pronto, solamente la prueba de PCR, cuyos reactivos son escasos y costosos, es la única aprobada por las instancias nacionales e internacionales de salud para confirmar casos de COVID-19. 

Ante ello, mientras esperamos otras opciones más rápidas, sí existe una idea sumamente interesante para monitorear con éxito poblaciones donde se espera encontrar pocos contagiados, como lo es en una oficina. Una idea que disminuye los costos, ampliando la capacidad de procesamiento de las pruebas. 

La idea no es nueva. Surgió en la década de los 40 para encontrar en el ejército americano a los soldados con sífilis de forma eficiente, rápida y económica. La estrategia es hacer pruebas comunales. Llamado en inglés pool testing. En las pruebas comunales, en vez de procesar cada muestra de forma individual, se juntan varias a la vez, en un mismo tubo y se procesan como si fueran una sola. Ahorrando los tan demandados, escasos y costosos reactivos. Las autoridades de salud como el CDC ha emitido los lineamientos para realizar pruebas comunales por PCR de COVID-19 y la FDA autorizó hace poco que la empresa Quest Diagnostics comience a combinar cuatro pruebas a la vez en sus ubicaciones donde los contagios locales no son elevados, cuadriplicando su capacidad de procesamiento y ahorrando aproximadamente el 75% del costo. Siendo la limitante la capacidad de procesamiento de pruebas, muchos gobiernos están apoyando la realización de pruebas comunales para llegar a más gente y probar a una mayor proporción de su población.

¿Cómo funciona?

Digamos que tenemos veinte muestras para analizar, muestras de personas que sospechamos están sanas pero que requieren probarse como estrategia de monitoreo. Según la idea del pool testing, en vez de que los químicos del laboratorio procesen cada una de estas veinte pruebas, usando veinte porciones de reactivos y todo el tiempo que ello implica, toman pequeñas cantidades de cada una de ellas y las combinan de cuatro en cuatro. Es decir, agrupan las muestras individuales en cinco tubos, cada uno con muestras de cuatro individuos a la vez. Claro que los técnicos deben saber qué muestras combinaron. De esta forma, sólo se utiliza la cuarta parte de los reactivos, ahorrando tiempo y recursos. 

¿Cómo se lee el resultado? 

Si la prueba del tubo sale negativa, entonces sabemos que las cuatro que estaban contenidas son todas negativas. Se reporta a todos los individuos que son negativos de COVID-19. Si alguno de los tubos comunales sale positivo, entonces se prueban como habitualmente, en lo individual, una por una, usando muestra de reserva, que el laboratorio guarda por si tiene que repetir alguna de ellas. El paciente no debe regresar al laboratorio. Con esto, si en nuestro ejemplo, de los cinco tubos comunales (cada uno con cuatro muestras individuales), uno sale positivo, se acaban realizando nueve pruebas en total, en vez de veinte. Ampliando la capacidad del laboratorio a más del doble, ahorrando la mitad de los recursos. 

No es para todos

Para que el pool testing funcione deben de suceder varias cosas: primero, el nivel de contagio local debe ser bajo, si no, se acabarán repitiendo todos los tubos sin obtener ninguna ventaja, es por ello que se recomienda realizar en ambientes donde se esperan muchos negativos: como en una oficina que hace muestreos periódicos, equipos de futbol que buscan mantener seguros a sus jugadores, en núcleos familiares que quieren garantizar que no han sido expuestos; en poblaciones donde se busca detectar los casos de COVID-19 asintomáticos. No se recomienda realizar las pruebas comunales en personas que se sienten mal y que pensamos de antemano que saldrán positivas. O en poblaciones donde la velocidad de contagio es elevada y la probabilidad de encontrar pruebas positivas es alta. 

El número no es aleatorio

En mi ejemplo combiné cuatro muestras a la vez, sin embargo la cantidad de muestras que se mezclan depende de la circulación del virus. Algunos autores afirman que en regiones donde los contagios son bajos se pueden procesar hasta 25-30 muestras a la vez, sin perder sensibilidad en el estudio de PCR. Sin embargo, en zonas donde los contagios locales están más activos, la cantidad de muestras a combinar debe ser menor para evitar el reprocesamiento individual. Los científicos que apoyan esta estrategia han realizado modelos matemáticos, estadísticamente confiables, para recomendar a los laboratorios cuántas muestras combinar, según la R0 local. 

A nivel salud pública

México es uno de los países que esta arrojando la mayor proporción de pruebas diagnósticas positivas por pruebas realizadas. De cada 100 pruebas hechas, entre un cuarto, y la mitad salen positivas, siendo que idealmente, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, la proporción adecuada de pruebas positivas debe ser de tan solo 3-12%. Sin duda es porque en México estamos haciendo muy pocas pruebas, 3 por cada 1000 habitantes, se hacen solo a quienes tienen síntomas y debido a que el nivel de contagio en la población es alta.

Sin embargo, si pudiéramos hacer pruebas comunales entre la población que es asintomática y está regresando a sus actividades con el cambio en el semáforo, se podrían detectar casos a tiempo, pudiendo identificar los brotes antes de que se propaguen sin control. Vale la pena complementar la estrategia de diagnóstico de casos probables con un programa de muestreo aleatorio, usando las pruebas comunales, para hallar casos COVID-19 que han pasado desapercibidos pero que se convierten fácilmente en propagadores del virus. Varios países han adoptado ya esta idea, con la idea de tener un mejor monitoreo de la epidemia.

Podría ser útil realizar pruebas comunales entre los asistentes a servicios religiosos, para eventualmente los niños y profesores en las escuelas, para darle seguridad a los vendedores en una tienda, al personal administrativo en un hospital, a los trabajadores de una fábrica, entre los habitantes de las casas de retiro, para todos quienes conviven en comunidad, que comienzan a reabrir, a regresar, buscando certidumbre. Para todos ellos, esta es una forma de hacerlo con responsabilidad, usando de forma eficiente los recursos. Pool testing.


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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