Enlace Judío México e Israel.- Con la participación de 32 países y más de ochenta ciudades italianas, este domingo 6 de setiembre, se celebra el XXI Día Europeo de la Cultura Hebrea, con visitas guiadas, exposiciones, conciertos, conferencias y representaciones teatrales
SILVIA CAMISASCA
Fue concebido en 2000, con el objetivo de “abrir las puertas” a los lugares del judaísmo, profundizar sus costumbres y tradiciones, acercándolas a las sinagogas, el patrimonio histórico artístico y la arquitectura de una civilización milenaria. Este XXI Día de la Cultura Judía, que involucra a 32 países europeos y 90 lugares italianos, se celebra en un clima y formas inevitablemente diferentes: el espíritu detrás del evento, difundiendo y compartiendo la historia y fundando principios, prácticas y ritos, significados y valores de identidad judía y, sobre todo, mostrando que la vitalidad de una comunidad arraigada en todo el mundo – permanece, sin embargo, intacta. Conocer el “lenguaje” con el que se expresa el judaísmo ayuda a romper los prejuicios, a fomentar la propensión al intercambio y la acogida, a basar las relaciones en el respeto a la diversidad.
Como cada año, un hilo conductor une a todas las localidades de los diferentes países y, esta vez, los participantes realmente recorrerán juntos un tramo del camino: el tema propuesto es, de hecho, caminos judíos, recordando una idea, la de la gente en el camino, fuertemente arraigado en la historia judía. Una historia que comienza con el abandono de Abraham de la tierra de sus padres, por voluntad de Dios, hacia un destino desconocido.
“El pasaje nos invita a descubrir de dónde venimos y qué no es bueno”, reflexiona Alfonso Arbib, rabino jefe de la comunidad judía de Milán. «A Abraham —continúa— se le pide que abandone el culto idólatra de sus padres y emprenda un nuevo camino: cuyo destino no se conoce. Abraham llegará a la tierra de Canaán, luego a la tierra de Israel, pero esto se revela solo más tarde, como en todo camino, cuya prerrogativa es precisamente saber lo que queda, pero no lo que se encuentra. En particular, este elemento es una constante en muchos pasajes de la historia judía”. Nuestros pensamientos se dirigen hacia otro camino fundamental para el pueblo judío, el de la liberación de la esclavitud y la opresión, que lleva de Egipto al Sinaí y a abrazar el don de la Torá: antes del cumplimiento de esa promesa, la entrada a la tierra de Israel, cuarenta años pasarán.
“La larga espera, el camino accidentado hacia la Tierra Prometida es una metáfora del viaje de cada uno de nosotros, en el que caer y comenzar se alternan – dice el rabino Arbib – ambas partes integrales de nuestro crecimiento, siempre que la caída sea seguida por la voluntad de volver a levantarnos”. Teshuvà, o “retorno”, “arrepentimiento”, es el principio cardinal en el que se inscribe Arbib: «No importa cuántos errores cometamos, el camino de la reconciliación y la libertad de volver al camino correcto nunca se ven obstaculizados».
Un gran maestro del siglo XIX, el rabino Jaim de Wolojin, habla de la existencia de un enfoque ideal del judaísmo, al que, sin embargo, no es fácil adaptarse, porque implica aceptar subir los escalones de una escalera en la que tal vez no lleguemos a la cima: “Es una perspectiva similar a la mesiánica, que contempla la redención y que será traída por el Mesías – concluye el rabino, subrayando el elemento que reúne y une a toda la humanidad -. El proceso de redención no sólo concierne al pueblo judío, liberado de la opresión, sino a toda la humanidad, que será redimida de la violencia, de las divisiones y podrá hablar el lenguaje común del perdón, la verdad y la paz”.
Y aquí viene el tema del día: no se sabe cuándo ocurre todo esto, pero se nos pide que nos comportemos de una manera que favorezca la venida del Mesías: Maimónides nos invita a no preocuparnos por cuándo, sino a vivir de una manera que permita la redención mesiánica. ¿Cuál es, entonces, el significado de una jornada totalmente dedicada a la reflexión y por qué poner a Europa en el centro?
Gadi Schonheit, concejal de cultura de la comunidad judía de Milán recuerda que la cultura no solo incluye exposiciones de arte o conciertos, sino toda una red de relaciones entre hombres y mujeres y entre pueblos: “No es de extrañar, en todas las épocas – añade Schonheit – entre las primeras medidas de los regímenes dictatoriales aparece la cancelación de eventos culturales y la prohibición de libros, precisamente por la profundidad y gravedad de las consecuencias sobre las relaciones entre las personas: la interrupción de las actividades culturales genera una cesura en cada comunidad”.
Lo palpable que es este efecto se está percibiendo en este período, luego de la emergencia que provocó el encierro: “Una persona, sola o aislada, se condiciona más fácilmente en el pensamiento y en el estilo de vida: por eso, como comunidad de Milán organizamos decenas de eventos culturales la primavera pasada, precisamente para no dejar a la gente sola”. Entonces, ¿qué papel juegan las comunidades judías en el contexto europeo? “La cultura judía en Europa – especifica Schonheit – ha sido durante siglos un importante vehículo de diálogo y acercamiento, tanto en el campo filosófico como científico, teatral y musical, pero sobre todo, ahora, frente a la más grave crisis de posguerra, no puede decaer esta función agregadora e inclusiva, decodificando el concepto de camino de la forma más amplia y actual posible”.
Así, en Milán, Gabriele Nissim nos hablará desde el Huerto de los Justos sobre los “justos” de la pandemia que se han puesto al servicio de los demás. El rabino Sachs pronunciará un discurso sobre el poder de las ideas en situaciones de emergencia. Y, aunque se transmitirán muchos eventos, el concierto final de mañana por la noche se llevará a cabo al aire libre, con total seguridad, en el teatro Mysterious Baths of the Parenti. Finalmente, una nota biográfica del propio Schonheit nos trae de vuelta a la actualidad de estos días: “Mi padre, un sobreviviente del campo de concentración de Buchenwald, les contó a los chicos de las escuelas el día en que se enteró de la liberación del campo: ya no reconocía la libertad, perdida por advenimiento de las leyes raciales, pero agregó que ni siquiera los nazis eran libres, porque nosotros no lo somos, si nuestro vecino no lo es. Debemos atesorar estas palabras hoy, ante miles de personas que buscan la libertad: no podemos apartar la mirada o acabaremos perdiendo nuestra libertad”.
Fuente: Osservatore Romano
Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudío
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