Enlace Judío México e Israel – La imaginación juega un papel muy importante en cualquier encuentro sexual. Se ha comprobado que cuando las fantasías eróticas aumentan, también aumentan las sensaciones eróticas.
“En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación.”
-Octavio Paz-
Albert Einstein dijo que La imaginación es más importante que el conocimiento.
El conocimiento es limitado, la imaginación rodea todo el mundo.
En efecto, mientras que la realidad tiene límites, la fantasía es infinita. En el terreno del sexo es un ingrediente siempre presente, que incrementa las posibilidades de satisfacción, placer y autoestima.
La fantasía sexual no solo abarca el acto propiamente dicho. Comienza desde imaginarnos la persona con la que nos gustaría realizarlo, la o las maneras de hacerlo, el lugar, la hora del día, la música, los olores, las palabras, las caricias y más, mucho más.
De la misma manera como actualmente los deportistas practican ejercicios de visualización como parte de su entrenamiento, las fantasías sexuales nos preparan para tener mejor sexo. Preparan nuestro cuerpo al hacer que nos excitemos anticipadamente y que cuando llegue el momento, estemos física, mental y emocionalmente preparados para dar y recibir más placer.
Las fantasías sexuales no son sólo conscientes. Con mucha frecuencia se nos aparecen durante el sueño, culminando, en ocasiones, con orgasmos muy reales.
El poder de la imaginación
Una fantasía es una representación mental de algo que hemos vivido o que creamos en nuestra mente. Una fantasía sexual es aquello cuyo contenido produce una excitación sexual y lleva a sentir sensaciones placenteras. En una fantasía sexual se recrean situaciones de contenido diverso (romántico, sensual o explícitamente sexual) vividas en el pasado o fruto de la imaginación.
Algunas de las causas y ventajas de las fantasías sexuales son:
• Ayudan a expresar deseos sexuales íntimos
• Aumentan la excitación sexual individual y con la pareja
• Son una evasión temporal de la vida real, con lo que se rompe con la monotonía
• Ayudan a conocerse íntimamente
• Son el medio de experimentar, en la mente, conductas sexuales nuevas y sirven como preparación y entrenamiento
• Por medio de ellas transformamos el mundo real en un mundo más cercano a nuestro ideal
El tener fantasías no significa que se puedan o deban de cumplir. Tenerlas es un fin en sí y no debe ser motivo de obsesión el pensar en llevarlas a cabo ni de frustración el no hacerlo. La gran mayoría de las fantasías se quedan solo en eso, en nuestra mente, pero pueden ser un agradable ingrediente al compartirla con la pareja e incorporarla en los juegos sexuales. Inclusive, Freud describió las fantasías sexuales como representaciones no destinadas a ejecutarse.
Respecto del sexo, podemos hacer las siguientes distinciones:
El SEXO Es lo que soy
La SEXUALIDAD Es lo que siento
La ERÓTICA Es lo que hago
De acuerdo con esto, la Fantasía Erótica es una manera de expresar nuestra erótica y no se tiene que reducir solo a imágenes de cuerpos desnudos, penetraciones, orgasmos, coitos y genitales, sino que va más allá, su contenido es mucho más rico y variado.
Lo que representa una imagen erótica no es tanto su contenido sino la capacidad que tenga esta para excitarnos. Es aquello que deseamos hacer, que queremos poner en práctica, aunque en la realidad no tiene por qué ser así.
Una de las principales potencias de la fantasía sexual es que pertenece a nuestra imaginación y que no es necesario que salga de ahí. Con la imaginación podemos ser quien queramos ser, estar dónde y con quien deseemos estar y hacer lo que se nos antoje y, especialmente, imaginar lo prohibido, tanto por nosotros mismos como por nuestra cultura y por la sociedad, cosas que, en la realidad, no nos permitiríamos o no nos gustaría hacer.
Para que resulten útiles y placenteras en nuestra vida sexual, es recomendable que:
-Vayan de acuerdo con los valores personales
-Vayan de acuerdo con los valores de la pareja
-Que haya un acuerdo mutuo, tanto para hablarlas como para intentar llevarlas a la práctica.
El primer paso es sentirse seguro de que no hay fantasías buenas ni malas, correctas ni incorrectas, mejores o peores. Son simplemente imágenes (productos de la imaginación) mentales de deseo y emociones sexuales personales.
En nuestra imaginación tenemos el poder de crear y eliminar todo lo que se nos ocurra.
Podemos ser protagonistas o espectadores
Aunque por su carácter puramente imaginativo, no existen reglas; para simplificar y comprender mejor se pueden clasificar por los contenidos que aparecen de manera más frecuente:
• Fantasías sexuales íntimas: En estas aparece la pareja, pueden tener contenido excitante. Pueden incorporar prácticas sexuales tanto habituales como no practicadas entre la pareja, como masturbación mutua, sexo oral o anal, etc.
• Fantasías exploratorias: En estas éstas incorporamos nuevos elementos, como intercambio de pareja, la inclusión de otra persona en la relación sexual con la propia pareja o algún componente bisexual.
• Fantasías sadomasoquistas: Estas se basan en el juego de poder, en las que la excitación se produce por el sometimiento o la dominancia.
• Fantasías impersonales: La excitación la produce una situación, un juguete sexual o un fetiche.
• Fantasías placenteras: En esta recreamos una situación o relación sexual concreta ya vivida.
Algunas recomendaciones para estimular y fortalecer el músculo de la imaginación sexual son:
Ser imaginativo y detallista. Imaginar hasta los más pequeños detalles; los lugares, el color de la ropa, un perfume o un aroma. Lo espacios y el mobiliario. La imagen debe hacer uso de todos los cinco sentidos, para ser más vívida
• El relato debe ser simple y sencillo. Lo importante es la fuerza del contenido personal que se utilice.
• Partir de la base de que lo que nos excita es estrictamente personal e individual. No podemos apropiarnos de fantasías de otro, aunque si podemos compartirlas. Además, la imaginación se origina en nuestra mente, por lo que no debemos ponerle límites ni censura. Se trata de descubrir lo que más deseo o placer nos provoque, vivirlo anticipadamente, y cuando sea posible, si llega a serlo, vivirlo.
Nuestro cerebro disfruta al crear imágenes eróticas, desde simbólicas hasta sexualmente explícitas.
Es un proceso que no cuesta un centavo ni exige esfuerzo alguno. Produce respuestas biológicas y hormonales, tan intensas como un estímulo directo; erecciones, fluidos y hasta orgasmos.
Las fantasías ocupan un espacio personalísimo en el que el límite es la creatividad o la culpa.
La existencia o falta de imaginación erótica es una medida de cómo está nuestra salud sexual. Fantasear es una señal de salud sexual.
Hay fantasías que al imaginarlas se nos hacen extremadamente deseables, pero luego nos damos cuenta de que deben de permanecer solo en la imaginación, ya que convertirlas en realidad podría resultar en algo peligroso, o, por lo menos, penoso.
Una fantasía puede ser un buen condimento para la excitación y la experiencia sexual. Para ponerla en práctica y que sea benéfica para uno y para la pareja, revisemos previamente esto:
I.- Observar la Regla de Oro en el sexo: “Que no me haga daño físico ni emocional, que no le haga daño a la pareja, ni a un tercero (pareja o animal)”
II- Que vaya de acuerdo con las creencias e ideología de los participantes
III- Que exista el nivel de confianza suficiente para poder expresarlas y compartirlas in que queden secuelas de celos o resentimiento.
Un plan seguro de exploración y acercamiento
Comenzar por contarse algunas fantasías. Esto puede ser muy sorpresivo, para lo que hay que tener la mente abierta.
De esta manera se va conociendo la posible compatibilidad.
El momento de las confesiones se debe dar en un ambiente erótico
Aceptar o rehusar unirse o cumplirla. Esto dependerá de la confianza e intimidad que exista entre la pareja:
-Que el protagonizar la fantasía produzca beneficios. Esto se traduce en placer mutuo. Nada es gratis
-Que haga que mejore la autoimagen. Esto hará que el desempeño sexual de ambos se beneficie
-Que la exploración sea divertida.
-Que exista complicidad. Esto hará más placentera y duradera la experiencia.
En resumen, la imaginación y sus productos, las fantasías, son una expresión de nuestra sexualidad. Conviene estudiarlas y analizarlas para desechar cualquier sentimiento de inadecuación o culpa y saber cuando guardarlas en nuestra mente, cuando compartirlas y cuando vivirlas. La imaginación es un terreno seguro que siempre está bajo nuestro control
Disfrutémoslo.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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