Rabino Yosef Bitton/ Yoná: El profeta con una misión imposible

Es apropiado estudiar el libro de Yoná durante Elul, ya que el texto menciona que HaShem concedió a los habitantes de Nínive 40 días para arrepentirse

Enlace Judío México e Israel – El libro de Yoná se lee en el día de Kippur, por la tarde, en la oración de Minjá. Y fue elegido por nuestros Sabios para esa ocasión porque la historia de Yoná tiene que ver con la idea de Teshubá, el arrepentimiento. Creo que también es apropiado estudiar el libro de Yoná durante el mes de Elul, ya que el texto menciona que HaShem concedió a los habitantes de Nínive 40 días -el mismo lapso de tiempo desde el principio Elul hasta Yom Kipur- para arrepentirse y rectificar su comportamiento.

ויהי דבר ה’ אל יונה בן אמיתי לאמר

El profeta Yoná vivió alrededor del año 800-780 antes de la era común, en la época del rey Yerob’am ben Yoash. Residía en el reino de Israel (también conocido como “las 10 tribus”, que se separó un siglo antes del reino de la tribu de Yehudá). La capital del reino de Israel era la ciudad de Shomrón.

La situación en el reino de Israel no era muy buena desde el punto de vista religioso. Los reyes de Israel, en su afán por alcanzar un mayor éxito comercial y militar, hicieron alianzas con pueblos vecinos, como los fenicios de Sidón (el Líbano de hoy). Estas alianzas tuvieron un impacto cultural y religioso muy negativo. El rey Ajab, por ejemplo, se casó con la princesa fenicia Izebel, que importó y popularizó en Israel el culto al ídolo Ba’al. HaShem envió muchos profetas para advertir a Israel de sus malas acciones, como Eliyahu haNabi o su discípulo, Elishá. El profeta Yoná pertenece a esta “escuela” de profetas. Sin embargo, cuando Dios le habló a Yoná, no le pidió que profetizara a su pueblo.

קום לך אל נינוה העיר הגדולה

HaShem le pide a Yoná que vaya a Nínive, una ciudad no-judía, y comunique Su palabra a sus habitantes. Nínive (en hebreo Ninevé) se encontraba a las orillas del río Tigris, donde hoy está Mosul, en Iraq. Nínive no era una ciudad común. Fue la capital del primer imperio en la historia, Asiria, que en el momento del Profeta Yoná estaba en su mayor apogeo. Hay algo más sobre Nínive: el texto llama a Nínive “ha’ir haguedola”, “la gran ciudad”. Sabemos que Ninevé era una gran ciudad (‘ir guedolá) ya que llevaba 3 días en recorrerla a pie. Pero, ¿qué significa el énfasis “la” gran ciudad? Hoy, gracias a los descubrimientos arqueológicos modernos, que confirman una y otra vez todo lo que afirma nuestra Torá, podemos comprender mejor el significado de esta expresión. Matt Rosenberg, en el libro titulado “Las ciudades más grandes a través de la historia”, indica que en aquellos tiempos, hasta el año 612 aec , Ninevé era “la ciudad más grande del mundo”. ¡Tenía un área de más de 7 km cuadrados!. Para comparar recordemos que la Ciudad Vieja de Jerusalem, por ejemplo, tenía un área de 0.9 kilómetros cuadrados, y Shomrón, que era más grande que Jerusalén, tenía alrededor de 1.5 kilómetros cuadrados. Además, Ninevé era una megaciudad en términos de su población, como dice al final del libro. La expresión hebrea hair haguedolano significa simplemente “una gran ciudad” sino “la ciudad más grande o más importante” del mundo. HaShem no envió a Yona a denunciar la corrupción de un pueblo pequeño. HaShem lo envió a una Nueva York (o Ciudad de México, o Buenos Aires) de esa época.

וקרא עליה כי עלתה רעתם לפני

Y en esa gran e intimidante metrópoli, el profeta judío tenía que denunciar en voz alta sus actos y advertirles que Dios ya no estaba dispuesto a ignorar y tolerar sus malas acciones. ¿Qué estaban haciendo mal los habitantes de Nínive? Como veremos más adelante en el capítulo 3, el texto habla de hamás. En hebreo bíblico la palabra hamas significa “corrupción”: robo, soborno, abuso, promiscuidad, etc. La Torá usa esta palabra para describir el crimen cometido por la generación del diluvio. Nuestros rabinos también observaron que otras expresiones usadas tanto aquí como en el capítulo 3 con respecto a la iniquidad de Nínive (‘aleta ra’atam, nehepejet, etc.) nos recuerdan las expresiones usadas por los Torá en la historia de Sodoma y Gomorra. Estas sutiles referencias no dejan lugar a dudas sobre la intención Divina: Nínive, como la civilización humana en el momento del diluvio, o Sodoma y Gomorra en el tiempo de Abraham, merecía ser destruida y borrada del mapa.

Ahora podemos entender mejor para qué Dios envió un profeta a Ninevé.

El profeta de Israel tenía que ir a la ciudad más grande del mundo –que también era la ciudad más inmoral– para denunciar públicamente el estado general de corrupción’ y transmitir la advertencia Divina: si los habitantes de Nínive no se arrepienten, la ciudad será destruida.

Esta era la misión imposible del profeta Yoná.


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