Las Cuatro Especies de Sucot y la búsqueda de la felicidad

Enlace Judío México e Israel / Rab Yehuda Prero – Nuestros sabios nos enseñan (Vayikra Rabba 30:12) que las cuatro especies mandatorias en Sucot representan cuatro categorías diferentes. El “lulav”, una palmera frondosa, es de un árbol que tiene “sabor” pero no olor. El “hadas”, mirto, tiene un olor agradable, pero no tiene sabor. Los “aravot”, sauces, no tienen ni olor ni sabor, y el “etrog” (un fruto cítrico especial de Sucot) tiene tanto olor como sabor. Rab Samsón Rafael Hirsch escribe que todo lo que recibimos de D-os cae en una de estas cuatro categorías.

Explora las descripciones de dichas categorías. Hay ciertos elementos básicos en la vida que forman parte de nuestra existencia, como el aire que respiramos, la luz que nos ilumina, el concepto de belleza y el sentido del olfato. El mirto (hadas), que tiene olor pero no sabor, representa dichos elementos que por su naturaleza no adulterada nos sostienen y nos dan alegría. Nuestro disfrute es pasivo y no requiere ningún esfuerzo, como el olor. En la naturaleza también encontramos objetos que pueden ser utilizados por el hombre en su estado natural, pero necesitan que éste realice al menos una acción para poder beneficiarse de ellos. El “lulav” (la palmera), que tiene sabor pero no olor, representa dichos objetos como la fruta y la verdura. Por último, hay artículos que requieren trabajo y esfuerzo para extraer beneficios de ellos. Estos últimos no existirían si no fuera por el trabajo productivo del hombre. Las casas, la ropa, los utensilios y similares están representados por el “aravá” (el sauce), que no tiene ni sabor ni olor. El “etrog” que tiene tanto olor como sabor, es la encarnación de la plenitud y la perfección, un objeto que da alegría ilimitada y no requiere de esfuerzo para ofrecernos beneficios.

En Sucot se nos ordena tomar las Cuatro Especies. Se nos ordena tomar para nosotros, al mismo tiempo, cuatro objetos que representan todo lo que podríamos obtener de D-os. Debemos agarrarlos, y hacer lo que el versículo dice “regocíjense ante Hashem (nuestro) D-os”. En el momento preciso de la cosecha, inmediatamente después que nuestro destino para el año que viene ha sido sellado, estamos obligados a entender que D-os es el Único que nos da todo lo que tenemos. Nos ha dado estas cosas para que las usemos como un medio para un fin, no como un fin en sí mismas. Son herramientas, para que podamos vivir y prosperar en el servicio a D-os, realizar sus mitzvot (mandamientos), y regocijarnos que nos fueron dados estos regalos, delante de D-os, en Sucot.

El mandamiento de tomar las Cuatro Especies está inextricablemente ligado al mandamiento de habitar la Sucá, el cual es ordenado en el momento en que la cosecha está casi por terminarse. Nuestras casas y bodegas están abastecidas, y no sentimos la misma preocupación que nos llevó a suplicar a D-os por un año exitoso. Ahora podemos sentarnos y esperar los próximos meses de invierno con comodidad y tranquilidad.

Por supuesto, ésa es la imagen ideal, el mejor de los casos. Hay muchas personas para las cuales esto es sólo un sueño; la cosecha fue pobre. Lo que se almacenó no es suficiente para la supervivencia, de uno mismo o la familia. Todas las mañanas pueden despertar sin saber cómo el pan llegará a su mesa para alimentarse, o dar alimento a sus esposas, sus hijos y todos los que dependen de ellos.

Todos nosotros, sin importar la situación en la que nos encontremos, debemos ir a la Sucá. Vivir en la Sucá puede recordarnos que aunque tengamos dinero, la fortuna de uno va y viene. Lo que tenemos es de D-os y solamente de Él. Nuestros antepasados vivieron en tiendas en el desierto, no en mansiones ni en una finca ajardinada. Sólo D-os les proveyó en ese momento – y ese hecho nunca cambiará. Y ello podría traer consuelo a los indigentes. D-os proveyó y sostuvo a toda la nación de Israel durante 40 años en el desierto. Nos protegió de la intemperie, entendió nuestras necesidades y nos entregó lo que se requería. Estuvo ahí para nosotros entonces, y siempre estará ahí para nosotros, incluso cuando la situación parezca desesperada.

La Sucá nos recuerda que todo lo que poseemos viene de D-os. Las Cuatro Especies nos recuerdan que debemos usar todo lo que D-os nos dio para servirle, ya que por eso lo recibimos. Se supone que la Sucá debe evitar que le demos demasiada importancia a las posesiones terrenales que hemos acumulado. Las Cuatro Especies nos enseñan cómo evaluar adecuadamente el verdadero valor de estas posesiones – como herramientas vitales en el servicio de Hashem. La Sucá nos enseña cómo elevar a D-os por encima de las posesiones terrenales, y las Cuatro Especies nos enseñan cómo elevar nuestras posesiones terrenales a instrumentos sagrados usados al servicio de D-os.

Quizás este simbolismo es la razón por la que algunos tienen la costumbre de recitar específicamente la bendición sobre el “lulav” y el “etrog” en la Sucá. En el lugar donde se nos recuerda que todo lo que tenemos es de D-s es donde santificamos las especies con una bendición, y nos recordamos a nosotros mismos que todo lo que tenemos es para ser santificados también, al servicio de D-os.

Fuente: torah.org

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Sefora: Séfora es una mujer adulta con corazón de niña, cree fuertemente en que el único sentido del hombre es ético y como tal tiene una misión en la vida. Quiere recuperar una tradición perdida y agradece a Dios todos los días haber nacido como mujer. Le gustaría llegar a ser excelente ama de casa un día. Recuerda que la raíz de su nombre es hebrea (Tzipora) y quiere decir pájaro, símbolo de la libertad; para ella, el bien más preciado. Ve en el judaísmo una fuente de vida muy valiosa y se acerca a rabinos, escritores y personajes judíos para interpretar su mundo. Busca traducir palabras bellas para que más personas puedan encontrase en este mar.