Enlace Judío México e Israel –“Recoge lo quebrado, y tráeme ahora, la fragancia de aquellas promesas, que nunca te atreviste a hacer, las astillas que llevas, lo que dejaste atrás. Que venga la sanación del cuerpo, que venga la sanación de la mente, y dejen que los cielos escuchen, el himno penitencial. Que venga la sanación del espíritu, que venga la sanación del ser. Sostén las puertas de la misericordia, la soledad de la nostalgia, donde el amor ha sido confinado. Que venga la curación del cuerpo, que venga la curación de la mente. Oh, mira la oscuridad ceder, aquella que alejo la luz. Ven curación del cuerpo, ven curación del espíritu, ven curación del corazón”.
Se titula “Come healing”, y lo compuso Leonard Cohen, con una emotiva melodía. Lo comparto adaptado, con emoción, cariño y el deseo que sirva de inspiración a cada uno y todos nosotros en el caos que como humanidad nos toca vivir en este tiempo.
Neilá. Está comenzando a oscurecer, pero dentro de cada uno hay luz, hay rúaj, un espíritu especial. El sol se pone y una nostalgia diferente comienza a invadirnos.
Nos sentimos más completos, más reconciliados con Dios, con los otros y especialmente con nosotros mismos. Hemos dedicado un día a las preguntas existenciales de nuestra vida.
Hoy fue un día muy intenso, de perdón, de dudas, de memorias y recuerdos, de fe, de esperanza, de idishkait, de estar juntos espiritualmente. Neilá siempre me conmueve profundamente. Y con la misma intensidad con que Kol Nidrei me llena de temor, Neilá me llena de fe y esperanza.
Y Dios entre nosotros, Dios en cada uno de nosotros. Anoche rezamos: “No escondas Tu rostro de mí, Tú has sido mi ayuda. No me abandones”. Y el resto del año, Dios se dirige a ti:
“No escondas Tu rostro de mí, se Tú mi ayuda. No me abandones. Hablando de esconder, alguien dijo que somos lo que hacemos. Siempre recuerdo una caricatura en la cual está dibujada una persona escondida debajo de una cobija. Y la persona exclama: “Cuando tenía cinco años, me mandaron a la escuela, y yo no estaba preparado. Cuando tenía diez, me mandaron de campamento, y yo no estaba preparado. A los diez y siete me eligieron una carrera universitaria y yo no estaba preparado. A los veinticuatro me empujaron al matrimonio y yo no estaba preparado. A los veinticinco tuve a mi primer hijo y no estaba preparado. Y ahora que tengo cincuenta, me voy a quedar aquí y no pienso salir hasta no estar preparado”.
Esta caricatura nos hace sonreír y nos hace pensar, porque todos nos hemos sentido así en algún momento de nuestras vidas. A todos nos gustaría quedarnos debajo de las sábanas y no salir hasta no estar preparados. Pero, preparados o no, querámoslo o no, no podemos permanecer debajo de las sábanas. Tenemos que salir adelante, tenemos que crecer, tenemos que cambiar, tenemos que vivir. “Somos lo que hacemos”.
Porque son las acciones que repetimos una y otra vez las que reflejan nuestro carácter. Y nuestro carácter se forma de lo que heredamos y lo que nosotros mismos agregamos por nuestras acciones. Las tradiciones, los ideales, los rituales, los valores se complementan con nuestros propios logros. Y nosotros lo transmitimos a la próxima generación. Y debemos transmitir una canción de vida. De valores.
Un ejemplo de valores se refleja en esta historia. El corredor keniano Abel Mutai, estaba apenas a unos pasos de completar la carrera, pero al llegar se confundió con las señales colocadas y se detuvo pensando que ya había completado la carrera. Un corredor español, Iván Fernández, estaba justo detrás de él y, al darse cuenta de lo que estaba pasando, comenzó a gritarle al keniano que siguiera corriendo. Mutai no sabía español y no entendía. Fernández lo ayudo y llevó a Mutai a la victoria. Un periodista le preguntó a Iván: “¿Por qué hiciste eso?” Iván respondió: “Mi sueño es que algún día podamos tener una especie de vida en la que nos empujemos y nos ayudemos unos a otros para ganar”. El periodista insistió “¿Pero por qué dejaste ganar al keniano?” Iván respondió: “No lo dejé ganar, él iba a ganar. La carrera era suya”.
El periodista insistió y volvió a preguntar: “¡Pero podrías haber ganado!” Iván lo miró y respondió: “Pero ¿cuál sería el mérito de mi victoria? ¿Cuál sería el honor en esa medalla? ¿Qué pensaría mi madre de eso”?
Los valores se transmiten de generación en generación. ¿Qué valores estamos enseñando?
En el final de este Iom Kipur tan especial por tantos motivos, debemos salir debajo de nuestra cobija, encarar la vida, tener confianza en nosotros mismo, y empezar la tarea. Transformar nuestras plegarias, nuestras promesas, en acción.
Cada uno de nosotros está aquí para arreglar algo, para sanar, para volvernos más fuertes.
Debemos ser conscientes de que, con cada dificultad, cada fracaso, cada prueba, aprendemos a ser mejores personas, más completos. Y el secreto de la vida es que lo que parece ser un final, podemos transformarlo en un nuevo comienzo.
La vida es más de lo que falta.
Aprendamos a contar nuestras bendiciones. Creamos en nuestras capacidades. Recuerda: “Un pájaro parado en un árbol nunca tiene miedo de que se rompa la rama, ya que su confianza no está en la rama sino en sus propias alas. Cree siempre en ti mismo”.
Neilá un momento especial en un día tan especial. Mi bendición para que podamos encontrar sanación del alma, sanación del cuerpo, sanación de la mente, que podamos ajustarnos por nuestros valores y nuestras acciones a este nuevo mundo, apreciar el valor de estar en comunidad y tenernos unos a otros. Que Dios bendiga a los que se sacrifican para salvar las vidas humanas y que pronto encuentren una solución.
Que al recitar Shema Israel, el agudo sonido del Shofar, nos despierte y nos lleve a la acción.
Que este momento sea una oportunidad para que cada uno puede crear una posibilidad, para conectarnos, para perdonarnos, para volver asombrarnos con la vida, para cuidarnos mutuamente, para encontrar y vivir por nuestros valores, para crecer en sabiduría. Que nos sintamos cerca de Dios y EL sienta esa cercanía.
Hay una grieta en todo, así es como entra la luz…
Que seamos rubricados en el Sefer Ha Jaim para escribir nuestra página más significativa junto a todos nuestros seres queridos.
Amén ve Amén.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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