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lunes 25 de noviembre de 2024
Placa conmemorativa del exilio sefardita

Irving Gatell/ Cinco cosas que no sabías del exilio sefardita

Enlace Judío México e Israel – En 1492 los judíos fueron expulsados de España. Con esto dio inicio lo que podemos llamar el exilio sefardita, mismo que influyó de manera decisiva en el todo el judaísmo a partir del siglo XV. Hay una serie de datos bien conocidos sobre ese tema, pero también algunas sutilezas que pocos conocen, pero que resultan muy significativas a la hora de comprender todo lo que representa ese exilio.

1.- El exilio no comenzó en 1492

En realidad, el decreto de expulsión de 1492 sólo fue la culminación de un complejo proceso de descomposición de la sociedad española en relación a su milenaria comunidad judía, y la fase crítica y final de dicho proceso comenzó en 1391. En ese año hubo una serie de disturbios generalizados que comenzaron en Sevilla, pero que pronto se extendieron por toda la península ibérica. Según las crónicas de la época, la desolación fue total en las juderías de Sevilla, Córdoba, Burgos, Toledo, Logroño, Barcelona y Valencia, así como en las de varias ciudades de Aragón.

Muchos judíos se vieron obligados a aceptar el bautismo para salvarse de una muerte cruel, y eso implica que el fenómeno del criptojudaísmo comenzó mucho antes de la expulsión definitiva de los judíos de España. Este dato es básico para entender por qué la Inquisición española ya estaba tan preparada para perseguir judeoconversos desde inicios del siglo XVI, o por qué Tomás de Torquemada tuvo tanta influencia en Isabel de Castilla en el asunto judío, siendo que su cargo era el de inquisidor general.

Así mismo, nos permite entender por qué para 1492 las comunidades sefarditas en Italia ya eran muy extensas, y pudieron recibir a muchos de los exiliados que no quisieron trasladarse al territorio controlado por los otomanos (turcos).

2.- El exilio también afectó a la comunidad judía de Sicilia

Sicilia fue conquistada por la Corona de Aragón desde 1282. Ello permitió que los judíos aragoneses y catalanes también florecieran en esa isla (lo mismo que en las Islas Baleares, también parte de la corona). En 1469, Fernando de Aragón contrajo matrimonio con Isabel de Castilla y eso eventualmente vino a ser una mala noticia para las comunidades judías. El decreto de 1492 expulsó a los judíos de los territorios de la Corona de Castilla, y eso afectó directamente a los que habitaban en los territorios aragoneses, si bien los dos reinos estaban claramente separados. Sin embargo, la fusión plena de las dos coronas se dio en 1516, y con ello, la suerte de los judíos aragoneses quedó sellada.

Un éxodo del que se habla poco es el de los judíos sicilianos, la mayoría de los cuales marcharon hacia lo que hoy es Italia. Para mala suerte de ellos, Aragón también se había posesionado del Reino de Nápoles en 1504, por lo que la migración tuvo que ser a la zona norteña —en las actuales privincias de Lombardía, Piamonte y Venezia, principalmente—.

Muchos de estos judíos continuaron su migración hacia el norte, llegando a territorio mayoritariamente ashkenazí. Gracias a ello, se dieron algunas fusiones culturales interesantes. Por ejemplo, los judíos sicilianos habían inventado una singular receta para celebrar Janucá: tortas de papa fritas en aceite. Las preparaban con papa machacada y queso salado (generalmente, queso feta). En las comunidades ashkenazíes esta torta de papá se volvió muy popular, pero hubo zonas en que la pobreza de los judíos no les permitía prepararlas con queso salado, por lo que muy pronto la recetó cambió, y el queso fue sustituido ¡por cebollas! De ese modo nacieron los latkes, el platillo que, hoy por hoy, es el más representativo de la comida de Januká en todo el mundo.

3.- Los exiliados de España se establecieron en todo el Mar Mediterráneo. Y más allá.

Son bien conocidas las comunidades judías sefarditas de Turquía y los Balcanes, pero pocos saben que el exilio sefardita le dio toda la vuelta al mar Mediterráneo.

Diversos contingentes huyeron de España y se trasladaron a lo largo de la costa norte de África, dejando comunidades dispersas en Marruecos, Túnez, Argelia, Egipto, Palestina, Siria, Turquía, Grecia, los Balcanes y Venecia. Allí se conectaron con los sefarditas que se habían establecido en Italia, provenientes principalmente de Sicilia. Así que el exilio sefardita, en realidad, rodeó todo el mar Mediterráneo.

Otro contingente se había establecido en Portugal, pero la mala suerte también alcanzó a estos en 1497, cuando este reino pasó a ser parte de la Corona de Castilla, por lo que todos sus judíos se vieron obligados a bautizarse. Curioso: no se les dio la opción del exilio, si bien ya en su papel de aparentes cristianos, comenzaron a moverse hacia las posesiones españolas en el norte de Europa. Estamos hablando del momento en que España quedó bajo el reinado de los Habsburgo, a partir de Carlos V de Alemania y I de España. Muchos de estos sefarditas, que se fingían católicos, se establecieron en Holanda, y de allí se extendieron hacia Londres o París. Londres fue la primera ciudad en donde pudieron dejar de fingirse cristianos y retomar el judaísmo de modo abierto. Luego, tras la independencia de Holanda y el decreto que permitió la libertad de cultos en ese país, se consolidó la más importante comunidad sefardita occidental en Ámsterdam.

Pero había pasado más de un siglo desde el bautismo forzado, por lo que estos judíos tuvieron que recurrir a rabinos venecianos o turcos para consolidarse. De cualquier modo, la comunidad sefardita holandesa pronto se consolidó como una de las más poderosas, ya que su conformación coincidió cronológicamente con el momento en que Holanda se convirtió en la principal potencia marítima, científica y artística de Europa.

A todo lo anterior hay que agregar que muchos judíos —sobre todo catalanes— optaron por otra ruta de exilio, y se trasladaron directamente hacia Alemania y Polonia. Otros más llegaron desde Ámsterdam, estableciéndose primero en Hamburgo —donde se integró un singular grupo de “portugalim”—, y luego distribuyéndose en las principales comunidades germánicas. Los modernos tests de ADN han podido corroborar que la herencia sefardita en el judaísmo alemán es más fuerte de lo que se pensaba.

Así que el exilio sefardita fue mucho más que Turquía, Grecia y los Balcanes. Sus principales sedes fueron Marruecos, Túnez, Argelia, Egipto, Tzfat (Safed, Israel), Aleppo (Siria), Estambul, Izmir, Salónica, Sarajevo, Venecia, Belmonte, Ámsterdam, Londres, París, Hamburgo, Berlín, Varsovia y Cracovia.

4.- Los exiliados sefarditas construyeron la red comercial más grande del mundo

Portugal y Holanda estuvieron profundamente vinculados entre los siglos XVI y XVII, y sus flotas navieras fueron las que conectaron —literalmente— a todo el mundo. Cuando la Corona Española obligó a los judíos portugueses a bautizarse, nunca se imaginó que estaba sentando las bases para la creación de la red comercial más grande del mundo.

La abrumadora mayoría de esos judíos no tuvo una conversión sincera, así que siguió practicando el judaísmo en secreto. Pero eso los ponía en riesgos delante de la Inquisición, razón por la cual muchos prefirieron reubicarse en lugares donde se sintieran más seguros. Así, algunos se fueron hacia Holanda, pero otros vinieron a América, justo cuando empezaba su colonización.

Muchas familias que estaban involucradas, o que se fueron involucrando en el negocio naviero, de pronto se vieron separadas y repartidas entre dos continentes. Algunos incluso llegaron a establecerse en las colonias holandesas en Oceanía y Polinesia. Esto, de pronto, se convirtió en una singular ventaja, ya que había comerciantes judíos holandeses que tenían familiares “cristianos” portugueses en todo el mundo. Así que tenían con quién llegar, a quién darle crédito, o quién les distribuyera o consiguiera mercancía.

Pronto los portugueses se convirtieron en la envidia de los castellanos, y se sabe que muchas denuncias ante la Inquisición fueron motivadas por vulgares asuntos de envidia comercial. Al final de cuentas, España no pudo hacer nada contra el poder de la Compañía Holandesa de Indias, que eventualmente se consolidó como la más importante para el comercio internacional. Un alto porcentaje de sus socios eran judíos.

5.- La primera comunidad judía de los Estados Unidos fue de exiliados sefarditas

Hacia finales del siglo XVI, Holanda logró imponer su control en algunas zonas de América. Tras conquistar en 1581 la provincia de Río Pomeroon (actual Guyana) y ciertas zonas aledañas que actualmente pertenecen a Brasil, varias familias judías se pudieron establecer allí aprovechando que los holandeses aceptaban la libertad de culto.

Pero en 1654 la suerte les cambió: España recuperó el control de esas zonas, y los holandeses fueron expulsados (y con ellos, los judíos).

Varios barcos zarparon rumbo hacia Ámsterdam, pero fueron interceptados por piratas franceses, que capturaron el barco en donde viajaban los judíos. El plan original era venderlos como esclavos en el Caribe, pero fueron tomados por sorpresa por piratas ingleses, y estos decidieron llevarlos de regreso hacia Europa. Sin embargo, esto sólo aplicó para los protestantes liberados. El grupo de familias judías se quedó en Nueva Ámsterdam (hoy Nueva York), esperando la autorización del gobierno de Holanda y de la Compañía Holandesa de Indias para su repatriación.

El gobierno holandés no le puso mucha atención al asunto, y ese grupo de familias sefarditas tuvo que empezar a hacer una vida lo más normal posible, así que pronto se hicieron de un lugar donde hacer sus rezos. Eso provocó la furia del gobernador de la provincia, un calvinista virulentamente antisemita de nombre Peter Stuyvesant, que escribió a la Compañía Holandesa de Indias exigiendo que ese grupo de judíos fuese retirado de Nueva Ámsterdam.

Lo que Suyvesant no sabía era que muchos de los accionistas de la compañía eran judíos, así que recibió una contundente respuesta negativa, y en 1655 los judíos fueron autorizados para quedarse allí, con todos los derechos y obligaciones de cualquier ciudadano.

De ese modo, se fundó la comunidad Shearith Israel, hoy por hoy, la más antigua en los Estados Unidos. Durante la guerra de independencia, Gershom Mendes Seixas —que hacía las funciones rabínicas, aunque no estaba ordenado— movió al grupo hacia Filadelfia durante la ocupación inglesa de la ciudad. Patriota convencido, Mendes Seixas luchó junto a las tropas de Washington y luego fue parte del grupo de fundadores del King’s College, que más tarde se convirtió en la Universidad de Columbia. Fue Jazán (cantor) de la sinagoga durante cinco décadas.

La sinagoga, a lo largo de su historia, ha tenido dos rabinos ashkenazíes. Entre 1956 y 1988, el rabino titular fue Louis Gerstein. Y desde 2013, su rabino es Meir Soloviechik, miembro de una ilustrísima dinastía rabínica: es hijo del Rav Eliahu Soloviechik, bisnieto de Ahron Soloviechik, y sobrino-nieto de Joseph Soloviechik, el más destacado líder la ortodoxia moderna.

 


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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