Dude/ Tener sexo, hacer el amor y amar ¿Cuál escoges?

En el amor aparecen tres etapas entrelazada, la lujuria, la atracción y el apego, sexo, hacer el amor y amar, cada etapa regulada por una mezcla de hormonas

Enlace Judío México e Israel – Casi todas las especies de mamíferos tienen relaciones sexuales, copulan en ciclos determinados que tienen que ver con su evolución respecto de aspectos climáticos y de disponibilidad de alimento. A estos ciclos se les conoce como estro o celo. Así, hay especies que solo entran en celo una o dos veces por año, otros, por ejemplo los cerdos, cada 20 días y otros mucho más frecuentemente, pero siempre de forma cíclica.

Muy pocas especies, dentro las que se cuenta la humana, algunos primates, ciertos tipos de murciélagos y la musaraña elefante, pueden copular en cualquier momento del ciclo reproductivo, es decir, cuando les den ganas.

En parte por esto, el sexo, que en el reino animal tiene el único propósito de la reproducción para la preservación de la especie, en los humanos adquiere otras dimensiones.

Helen Fisher, una especialista en Sexualidad Evolutiva hace una distinción entre:
  • Atracción Sexual
  • Amor Romántico y
  • Cariño

En otras palabras, en el amor aparecen tres etapas entrelazada, la lujuria, la atracción y el apego, sexo, hacer el amor y amar.

Este proceso ha sido descrito de muchas maneras, a través del tiempo y en diversas culturas, desde el punto de vista biológico, filosófico y religioso.

Biológicamente, cada etapa está regulada por una mezcla de hormonas que disparan procesos cerebrales y fisiológicos característicos.

La primera se centra en el impulso sexual indiscriminado, la excitación sexual, desencadenado por la elevación de la producción de testosterona. Generalmente tiene una breve duración, del orden de semanas o meses y su función es la búsqueda de pareja.

En la segunda etapa se da la atracción sexual selectiva, el enamoramiento. Esta depende de la presencia de hormonas que estimulan los circuitos cerebrales del placer, como la dopamina, serotonina y otras y su duración es mayor, de hasta tres años. Se caracteriza por el deseo individualizado hacia una persona, con sentimientos de responsabilidad hacia esta, independientes del deseo sexual. El efecto de estas hormonas es muy similar al de las anfetaminas y causa aumento del ritmo cardiaco, perdida de sueño y del apetito así como un estado de excitación.

También tienen un efecto antidepresivo. Similares substancias se encuentran, por ejemplo, en el chocolate. Es por esto por lo que este tipo de amor, así como el chocolate, sea adictivo.

Estas dos etapas son la preparación de una tercera que es la del apego o cariño, de más larga duración, a veces toda la vida, que produce la continuidad del vínculo con la pareja. Entre sus elementos están el sentido de responsabilidad, amistad mutua, intereses compartidos, etc.

Esta es la etapa del amor romántico que llega a ser más fuerte que el deseo sexual ya que implica el alcanzar una conexión emocional en la que generalmente, junto con el deseo sexual, está el deseo de exclusividad sexual, que no se da cuando tenemos sexo con alguien que no amamos.

Entonces, desde un frío punto de vista puramente biológico, podemos decir que la diferencia entre tener sexo y hacer el amor es resultado de que diferentes partes del cerebro entren en acción en cada uno de los actos y desencadenen emociones diferentes. El tener sexo libera determinadas sustancias químicas que al interactuar pueden llegar a crear sensaciones nuevas e intensas, pero casi siempre, su resultado es un desahogo. Cuando hacemos el amor, liberamos otro tipo de sustancias que -se podría decir- crean una especie de dependencia que solo puede ser satisfecha por el contacto con el otro.

Baruch Spinoza dijo que “el amor es una alegría acompañada por la idea de una causa exterior” Esta causa es “la voluntad que tiene el amante de unirse a la cosa amada” y el deseo es “el apetito de unirse a la cosa amada.

Hacer el amor implica mantener relaciones sexuales, pero tener sexo no necesariamente quiere decir que tú sientas amor por la otra persona, o viceversa

El tener sexo es un deseo de contacto, en el que hay acaricias y estímulos para ofrecer placer a la otra persona. Estas acciones tienen como objetivo llegar al orgasmo, sin la idea de tocar las emociones profundas del otro. El propósito es satisfacerse y satisfacer.

Por otro lado, el amor trae consigo un inevitable deseo de tener contacto físico íntimo con la persona hacia quién lo sentimos, pero una relación sexual significa necesariamente que se esté enamorado.

No siempre que practicamos sexo estamos haciendo el amor, aunque siempre que hacemos el amor tenemos sexo.

La diferencia puede resumirse en una sola palabra: sentimientos.

Es muy común, a cualquier edad, en las etapas iniciales de una relación, confundirse y creer que estamos haciendo el amor cuando en realidad solo estamos teniendo sexo o viceversa.

Al hacer el amor, se dedica más tiempo a los juegos, hay más caricias, más sensualidad antes de la penetración y las palabras tienen un papel muy importante mientras que al tener sexo, lo que predomina es la excitación y la carrera hacia el orgasmo.

¿Qué es mejor; hacer el amor o tener sexo?

Depende de lo que se esté buscando Es importante tener claro el objetivo personal, para evitar confusiones, malentendidos y sufrimiento de alguno de los dos.

No hay uno que sea mejor que el otro, siempre que las dos personas estén de acuerdo en lo que buscan y lo que esperan pues la intimidad es un elemento muy importante de la vida.

Una causa muy frecuente de frustración y dolor intensos es el que una persona involucre los sentimientos cuando la otra solo busca satisfacción física temporal. Hay ocasiones en que la línea que separa el tener sexo de hacer el amor es muy delgada

Pero…¿Y el Amor?

En todo lo anterior, el sexo siempre está presente, pero al entrar al terreno del amor entramos a un terreno mucho más amplio y complejo.

El diccionario de la Real Academia contiene, entre otras definiciones, las siguientes:

  • Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
  • Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
  • Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
  • Tendencia a la unión sexual.
  • Esmero con que se trabaja una obra deleitándose en ella.
Hay una gama muy grande de tipos de amor. Algunos son:

Amor propio, Amor romántico, Amor sexual, Amor incondicional, Amor filial, Amor fraternal, Amistad, Amor platónico, Amor a los animales y a las plantas, Amor hacia Dios y más.

Los que nos interesan aquí son los dos primeros.

El apego de un individuo de una especie animal hacia otro como medio para garantizar la procreación, en los humanos evolucionó para convertirse en una de las partes más importantes de sus vidas en la que se involucran sentimientos, pasiones, emociones y que es tema, causa y efecto de manifestaciones artísticas, religiosas, sociales, económicas y hasta bélicas, como el caso de la Guerra de Troya.

Platón, en su libro Symposia dice que, de en la mitología griega, los dioses del Olimpo habían creado, para que les sirvieran, a seres perfectos, de forma circular. Al verlos tan perfectos, temieron que algún día se rebelaran y dejara de servirles, por lo que Zeus decidió cortarlos por la mitad. Estos, en pánico, salieron corriendo hacia todos los puntos del planeta y desde entonces, buscan su otra mitad, para, al encontrarla, volver a ser un solo ser.

Erich Fromm en “El arte de amar” dice que una de las causas de sufrimiento existencial en los humanos es el sentimiento de asilamiento dentro de las fronteras físicas propias y que “el amor es un poder activo que atraviesa las barreras que separan al humano y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentido de aislamiento”

De lo anterior vemos que amar es una necesidad vital para la mujer y el hombre, no solo con el fin de procrear sino de trascender, de dar significado a su vida, de paliar la soledad existencial y, de manera muy importante, de tener placer, físico y emocional.

Todos somos básicamente capaces de amar, todos somos “amables”, que el latín significa digno de ser amado.

Todos tenemos las herramientas físicas y mentales para amar física, emocional y mentalmente. Son dones de Dios y de la naturaleza.

Sin embargo, a través de la historia y a consecuencia de la “educación” y de la evolución de los rituales religiosos, esto parece ser una tarea muy difícil y complicada y su logro, una especie de premio, reservado para pocos.

De ahí que existan ideas de que el sexo es sucio o pecaminoso, que el amor, tanto físico como romántico debe ser regulado por leyes civiles o religiosas, siendo estas creación de otros humanos, que generalmente tienen como fondo el ejercicio de poder y control sobre los demás.

Conocer, en el sentido en que aparece en la Biblia, es tener relaciones sexuales, es hacer el amor.

Una idea muy común es que no podemos amar a otro si antes no nos amamos a nosotros mismos, no podemos dar lo que no tenemos. Si esto lo traducimos a lenguaje bíblico, primero debemos conocernos a nosotros mismos para estar la posibilidad de conocer a otros.

No hay ningún tipo de relación entre dos personas que sea incorrecta, indebida ni pecaminosa si se lleva a cabo de mutuo acuerdo, con respeto y con conciencia de lo que queremos y lo que no.

Pero, como dice Helen Fisher: “El amor es como un pastel de chocolate. No nos sirve conocer sus ingredientes. Hay que probarlo”

Casi todos sabemos querer
Pero pocos sabemos amar

José José


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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