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domingo 22 de diciembre de 2024
Torá y jad en enseña de Emuná

Emuná: ¿por qué es necesaria una visión religiosa abierta?

Enlace Judío México e Israel – ¿POR QUÉ FUNDO EMUNÁ?

Mi papá era una persona que identificaba los problemas y los resolvía.

Cuando sus nietos comenzaron a crecer, esta era la situación: no había una escuela que reflejara y pusiera en práctica los ideales de educación en los que mi papá creía, que podríamos resumir como Torá uMadá.

Esta filosofía educativa literalmente quiere decir Torá y Ciencia, pero contiene toda una visión del mundo. Reconoce sin lugar a duda que la prioridad en la vida de todo judío, y por lo tanto en la educación de todo niño judío, es el apego a la Torá, sobre eso no hay discusión. Lo que distingue a este enfoque de otros puntos de vista religiosos, es la importancia y el lugar que da a la educación secular y al mundo en general.

En el universo de Torá u Madá, se educa dentro de los preceptos religiosos de la Torá, y se proporcionan conocimientos religiosos al más alto nivel, al que se llega mediante el estudio profundo, desarrollando en los alumnos una mente analítica. Al mismo tiempo, se considera muy importante también dar una educación secular de excelencia, una formación integral del alumno que lo prepare para graduarse y llevar una vida religiosa mientras que estudia, practica una profesión y participa en el mundo que nos rodea, sin olvidar nunca los principios sagrados de la Torá.

Aunado a eso, era fundamental para mi papá inculcar en los alumnos el amor al Estado de Israel y enseñar muy bien el idioma hebreo.
En esos momentos, no había una opción educativa en México que combinara estos tres elementos.

¿QUÉ ERA LA EDUCACION PARA ÉL?

La educación era la mayor pasión de la vida de mi papá. Mi papá educaba e instruía a todos con los que se encontraba en el camino.

Su primer trabajo en México fue como maestro y luego Director en la escuela Hatikva en Monterrey y después como moré en la escuela Yavne, en la Ciudad de México. Hasta el final de su vida había quienes lo llamaban “lerer” que quiere decir “maestro” en Yiddish, en recuerdo de esos años, y era un gran orgullo para mi papá.

Aunque con los años dejó de ser maestro formalmente, aun así, siempre siguió enseñando. Escribió un libro sobre negociación donde compartió muchos de los secretos para el éxito que aprendió con mucho trabajo en su vida profesional.

Mi papá veía a la educación de una manera integral, desde el punto de vista del alumno y del profesor también. Pensaba que el maestro no debía sólo transmitir conocimiento, sino educar profundamente a sus alumnos, y ser un ejemplo de vida para ellos.
Y si le hubieras preguntado cuándo termina la educación, ¡te diría que nunca!

¿CUÁL FUE SU MAYOR LOGRO EN EDUCACIÓN?

Definitivamente el éxito de Emuná es uno de sus grandes logros en educación. Una escuela que comenzó en una pequeña casa rentada con 12 alumnos y hoy en día tiene 600 alumnos y tres locales propios.

Además de estos logros que son fáciles de cuantificar, están aquellos que son todavía más importantes. Por ejemplo, que después de 35 años Emuná sigue siendo fiel al ideal educativo con el que fue fundada, y el impacto que ha tenido y sigue teniendo en la comunidad judía de México a través de la educación que imparte.

Pero cuando me preguntas del mayor logro educativo de mi papá, tengo que agregar que también estaba muy satisfecho con la educación que dio a sus hijos junto con mi mamá, que viva hasta 120 años, a través de su ejemplo constante. Los cuatro: Zvi, Rachel, Sara y yo somos religiosos, todos fuimos a la universidad, todos somos muy activos en proyectos para el bien del pueblo judío y de Israel, y todos estamos profundamente conscientes del privilegio que es poder ayudar a los demás.

¿CUÁL ES SU LEGADO?

Desde el punto de vista comunitario, creo que su legado más importante fue dar a la comunidad una opción religiosa distinta, que reconoce como valor supremo a D-os y a la Torá y simultáneamente acepta el reto de participar en el mundo que nos rodea. También es una postura religiosa inclusiva, porque en Emuná tenemos alumnos que usan kipá srugá, otros que usan kipá de terciopelo y algunos con peot, peyes, por dar un ejemplo, y todos son bien vistos, no sólo se tolera, sino que pensamos que esta mezcla de enfoques, siempre y cuando estén dentro de la ortodoxia, enriquece nuestra educación. Un egresado de Emuná tiene una visión religiosa distintiva. Es religioso, analítico y al mismo tiempo abierto.

Y aquí quiero reconocer y agradecer la importancia de los directores de Emuná y de todo su equipo de morim y maestros entregados para conservar y hacer crecer cada día el legado de mi papá. ¡El moré Avishay Fligelman y la maestra Mónica Lisker se entregan en cuerpo y alma para lograrlo, y lo consiguen! Y en su trabajo cuentan con el apoyo del Patronato de la escuela, formado por un grupo de padres comprometidos con nuestra visión, liderados por Ilana Medrez y por mí.

El legado de educación religiosa de mi papá se derivó de manera natural de su propia vida. Mi papá enfrentó muchos retos para mantener su religiosidad, y te voy a dar sólo tres ejemplos de épocas muy diferentes de su vida que lo ilustran muy bien:

– Recién cumplidos sus 13 años, escapó junto con su papá de Polonia, ocupada por los alemanes. Sentados en el tren, con soldados nazis por doquier, mi papá estaba aterrorizado. Viajaron de noche y llegó la mañana. Tenía en una bolsa en sus manos sus tfilín, y no sabía qué hacer. Dejar pasar un día sin ponerse los tfilín que apenas había recibido en su bar mitzve le parecía inconcebible. No se atrevía a preguntarle a su papá, porque cualquier palabra podía ser peligrosa en esa situación. Mi papá me contó cómo fue para él una decisión agonizante. Finalmente, decidió ir al baño a esconderse y ahí se puso Tfilín. Me decía mi papá que no estaba seguro de que su conducta haya sido la correcta desde el punto de vista halájico, pero para él había sido una decisión de vida: que no importaba la circunstancia, sería fiel a sus principios religiosos.

– Aproximadamente otros trece años más tarde, en México, cuando nació su primer hijo, mi hermano Zvi, mi papá buscaba mejores ingresos para su familia. Un paisano de la comunidad le ofreció que fuera su hombre de confianza en su tienda del centro de la ciudad. El sueldo era atractivo y mi papá quería tomar el trabajo, pero al hablar sobre los detalles, resultó que tendría que ir todos los sábados también. Mi papá le explicó que él respetaba Shabes, pero el señor le dijo que no tenía de qué preocuparse: no necesitaba hacer ese día nada en contra de las reglas de Shabes, no tendría que tocar siquiera dinero, sólo quería que estuviera ahí parado, para que sus empleados vieran que alguien los vigilaba. Me contó mi papá que fue una decisión dolorosa, porque necesitaba el trabajo, pero no difícil. Sabía que averá goreret averá, una transgresión lleva a otra, y aunque comenzara sólo observando, lo más seguro es que con el tiempo eso cambiaría, así que no aceptó el trabajo.

– Por último, te comparto una anécdota de muchos años después. Cuando mi papá ya era un hombre muy exitoso. Estaba en un país sudamericano, tratando de vender aviones israelíes de carga, Aravá. Era una venta muy importante y por ello estaba en una junta con el presidente del país. Todo iba muy bien, estaban a punto de cerrar el trato y llegó la hora de comer. Trajeron carne, y mi papá se excusó, diciendo que su religión le prohibía comerla. Entonces le trajeron camarones y se volvió a disculpar. Molesto, el presidente le preguntó qué sí podía comer, a lo que mi papá respondió que una ensalada sencilla estaría muy bien. El presidente, que tenía fama de explosivo, gritó enojado “!pues que traigan lechuga para que comamos como animales!!”. Mi papá prefirió arriesgar una gran venta, pero no rompió sus principios, así como había decidido a los 13 años en el tren.

Me preguntaste el legado de mi papá, entonces viene a mi mente que el último Pesaj que pasamos con él, toda la familia junta, antes de que falleciera, mi papá, ya muy débil, quiso tener una plática con toda la familia: hijos, nietos, bisnietos, justamente para transmitirnos su legado. Ahí nos exhortó a siempre recordar dos cosas: que toda la vida debíamos cuidar la Torá, cashrut, Shabat, y que antes de emprender cualquier acción con consecuencias, hiciéramos un análisis de costo y beneficio antes de decidir.

Si aplico este ejercicio a Emuná, la escuela que fundó mi papá hace 35 años, te puedo decir que el costo en dinero, en horas de trabajo y en entrega, ha sido y sigue siendo descomunal, pero los beneficios también han sido gigantescos, creo que fue una buena decisión, porque Emuná ofrece una manera distinta de educar dentro de la religión y el impacto que ha tenido y espero seguirá teniendo por muchos años en la identidad de la comunidad judía de México, es cada vez mayor.

Ese es el legado educativo de mi papá.

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío

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