En la Perashá de esta semana encontramos a Abraham nuestro primer patriarca, en una larga conversación con los Hititas, uno de los pueblos que vivía en la tierra de Canaán. Abraham les pide a los Hititas comprar una parcela de tierra en la ciudad de Qiryat Arbá, en la zona de Hebron, para enterrar allí a su esposa Sará recién fallecida.
En esta conversación vemos que los Hititas, un pueblo idólatra muy poderoso, tratan a Abraham con muchísimo respeto.
Y lo que es más: lo llaman a Abraham “Nasí Eloqim”, un representante de Dios en nuestro seno. Esto es muy extraño, ya que los pueblos idólatras eran bastante celosos de su culto.
Los dioses —y sus representantes humanos—competían unos con otros por demostrar su poder y superioridad. Abraham no solo practicaba otra religión, sino que su religión era “monoteísta”, lo cual significa “exclusivista”. En otras palabras, mientras que otras religiones proclamaban: “Mis dioses son más poderosos que tus dioses”, la religión de Abraham afirma implícitamente: “Tus dioses, simplemente no existen”.
Esto podría haber sido considerado por los Hititas como algo ofensivo. Y especialmente sabiendo que Abraham era un iconoclasta, ¡que había destruido los ídolos de su propio padre! Abraham era distinto hasta en el plano físico. Ahora tenía la circuncisión, que lo hacía diferente a los demás.
En esos tiempos no existía la tolerancia. Vimos por ejemplo en el caso de Yosef y sus hermanos en Egipto, que los egipcios no comían en la misma mesa con los judíos porque consideraban su comida algo abominable.
¿Cómo fue entonces que Abraham, siendo tan diferente, era tan respetado por los Hititas, y seguramente por los otros pueblos de la región?
Creo que la clave esta su sencillez, humildad y respeto.
1. SENCILLEZ: Abraham, que era visto como el representante de Dios en la tierra, tenía todos los motivos para actuar con superioridad hacia los demás hombres. Exigir, por ejemplo, recibir ofrendas, como ocurrió con MalquiTsedq, un sacerdote a quien Abraham le entregó su diezmo. Pero lejos de esperar que los demás se ocupasen de él materialmente, Abraham se ocupaba de servir a los demás. Se sentaba en su tienda esperando a los viajeros que necesitaban sombra, pan y agua, para asistirlos y atenderlos personalmente.
2. RESPETO: Dios se comunicó con Abraham y le prometió que le daría a él y sus descendientes la tierra de Canaán. Pero Abraham nunca se comportó con arrogancia frente a los habitantes de Canaán. Su gran fe en HaShem le podría haber impulsado a decir a los demás: “Esta tierra va a ser mía”. Y mientras que muchos hombres hubieran encontrado infinidad de razones para comportarse con desdén hacia los idólatras, Abraham se comportó con muchísimo respeto e integridad con los Hititas. Abraham es el epítome de “nobleza obliga”, cuando más elevado uno está, mejor se debe comportar hacia los que tienen menos privilegios que uno.
3. HUMILDAD: La humildad de Abraham queda mucho más en evidencia cuando comparamos a Abraham, como hicieron nuestros Sabios, con Bil’am. Bil’am era un profeta pagano y HaShem se comunicaba con Bil’am. Esto hacia que Bil’am mirara a todos los demás desde arriba. Claro, si Bil’am “hablaba con Dios”, ¿quién podría compararse a él? Tanta era la arrogancia de Bil’am, que hablaba de sí mismo en tercera persona. La arrogancia de Bil’am también hacía que Bil’am se sintiese superior, que nunca ayudara a nadie, a menos que viera alguna recompensa material por su ayuda, y que fuera exigente, ambicioso y despreciativo de los demás. Todo eso “gracias” a su superioridad espiritual.
Como vemos, si bien Abraham tenía ideas diferentes, y seguramente sabía que sus ideas eran “superiores” a las creencias de las personas que vivían a su alrededor, el comportamiento de Abraham era irreprochable: Abraham se ocupaba y asistía generosa y gratuitamente a toda persona que necesitaba pan y agua. Abraham rezaba por la gente que era espiritual y moralmente inferior a él, como lo hizo cuando rezó por Sodoma y Gomorra. Y Abraham trataba con respeto y deferencia a todo el mundo, sin importar la fe que profesaban.
De esta manera, no solo que Abraham NO era juzgado negativamente por sus creencias diferentes, sino que por el contrario, gracias a su excelente comportamiento con los demás, Abraham se transformó en la inspiración de otras personas para conocer y apreciar a HaShem, el verdadero y único Dios.
SHABBAT SHALOM
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