El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu se comunicó este martes con el exespía judío estadounidense Jonathan Pollard y esperó que pronto llegue desde EE. UU. a Israel.
Netanyahu dijo a Pollard que se sentía complacido por escucharlo y le aseguró que en Israel podría sentirse como en su casa, tanto él como su esposa Esther, que padece cáncer.
“Deberían tener una vida cómoda ahora que ambos pueden perseguir sus intereses y cuidar de Esther con el mejor tratamiento médico del mundo”, dijo Netanyahu.
Netanyahu les dijo a Jonathan y Esther: “Los estamos esperando, incluso en esta época de coronavirus con los brazos abiertos. Recibirán de nosotros un verdadero abrazo del pueblo de Israel. Me alegro de que su pesadilla haya terminado. Y pueden regresar a casa, a Israel. Eso será en verdad un gran momento”.
La libertad condicional a la que estaba sujeto Pollard desde el año 2015 llegó a su fin el pasado viernes 20 de noviembre, con lo que el exespía quedó finalmente libre tras pasar previamente 30 años en prisión por espiar a EE. UU. para Israel en los años 80.
Jonathan Pollard, nacido en Texas en 1954 en el seno de una familia judía, decidió de manera voluntaria en el año 1984 espiar para Israel, mientras trabajaba como analista de información de inteligencia en el centro contraterrorista de la Marina de EE. UU.
El coronel Aviem Sella, de la Fuerza Aérea de Israel, en ese entonces en Washington, fue la figura que contactó a Pollard con las autoridades de inteligencia israelíes.
Bajo supervisión de una unidad de inteligencia del Ministerio de Defensa de Israel, Jonathan Pollard espió y entregó documentos clasificados de EE. UU. a Jerusalén.
Entre el material al que obtuvo acceso Pollard, se encontró información sobre el desarrollo de armas químicas en Irak y Siria, imágenes satelitales de Túnez y datos sobre ejércitos árabes, entre otras cosas.
Oficiales estadounidenses, algunos de los cuales consideran muy graves los detrimentos causados por Jonathan Pollard a la inteligencia norteamericana, creen que parte de la información obtenida por él terminó por causas desconocidas en manos de la Unión Soviética, luego de ser transferida a Israel.
En 1985, Jonathan Pollard y su entonces mujer Anne Henderson, que también se había involucrado en actividad de espionaje, fueron descubiertos por las autoridades estadounidenses.
Dos años después, Pollard fue sentenciado a cadena perpetua por un tribunal estadounidense por delitos de espionaje, la cual purgó en una cárcel en Carolina del Norte. El derecho a solicitar libertad condicional se le concedió hasta que cumpliera 30 años tras las rejas.
Israel reconoció años después haber coludido a Jonathan Pollard en acciones de espionaje y exhortó a EE. UU. de manera continua por su liberación. En 1995 le otorgó la ciudadanía israelí a Pollard.
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