Por fin llegó el momento. Después de imaginar, planear, proponer y encontrarnos con el objeto de nuestro deseo, nos sentimos listos para consumar lo que hemos estado viendo en la pantalla de nuestra mente.
Pero… saltar directo a la cama, ¿es la mejor opción? ¿No podemos aumentar todavía la temperatura, la excitación y hacer del encuentro algo memorable?
Claro que sí. Continuemos con el foreplay piel con piel, entre sábanas. Hay mucho que podemos hacer antes de llegar al clímax, antes de la penetración y el orgasmo.
Como ya hemo visto, todos estos preliminares pueden ser tan largos o tan cortos como queramos y podamos, lo importante es que dediquemos tiempo y pensamiento para prepararnos, emocional, mental y físicamente para tener el sexo más placentero posible. El aspecto físico de esta ecuación se vuelve muy importante porque va a producir, en la mujer, lubricación e hinchazón de los pezones y de los labios vaginales, aumentando la sensibilidad y la facilidad de la entrada del hombre y él va a experimentar una erección más potente.
El proceso de desnudarse es una magnífica oportunidad de continuar con el juego preparatorio. Uno de los enemigo de la pasión es la manera de desvestirse. Quitarse la ropa va de la mano con irse quitando inhibiciones. Es muy excitante el que uno desvista al otro y viceversa. El roce de los dedo en la piel, el sentir deslizarse las prendas y ver el cuerpo y las reacciones del otro es muy erótico, además de que la cercanía de los cuerpos propicia las caricias y los besos en todas partes.
Hay que saber quitarle la ropa a otra persona como se debe. Las mujeres se quejan de que ellos son flojos, pero ¿cuándo fue la última vez que le abrieron lentamente la camisa a su pareja, le quitaron los pantalones y realmente observaron su cuerpo?”. ¿Recuerdan cuándo fue la última ocasión que su pareja les hizo esto? Después de cierto tiempo juntos, desvestirse puede convertirse en un acto mecánico. Así que remóntense a aquellos primeros días cuando apenas empezaban a conocerse y todo era nuevo, acaríciense por encima de la ropa y vayan quitando prenda por prenda, muy lentamente. Obsérvense y redescúbranse. “¿A quién no le excita sentir que es el objeto de deseo de su pareja?”
Una simple mascada se puede convertir en un instrumento de placer intenso. La usamos para vendar los ojos de la pareja y así, acariciarle todo el cuerpo, con los dedos, con la lengua y con todos los objetos que se nos puedan ocurrir, como: plumas (de ave), esponjas, telas diferentes, suaves y ásperas, cepillo para el pelo o un pedazo de hielo suavemente deslizado. Podemos untar aceite o crema con un olor agradable y más aún, crema chantilly, Nutella, mermelada o jalea que tendrá un nuevo y sorprendente sabor cuando la lamamos, acompañados de los suspiros de placer de la víctima.
El ombligo es una copa perfecta para tomar un trago de vino. Tiene la ventaja de que al derramarse hacia la cintura y los muslos, nos impulsará a evitar que se manchen las sábanas y tendremos que utilizar la lengua y los labios para absorberlo.
La recomendación para saber que hacer es pensar en qué nos gustaría que nos hicieran a nosotros, dónde, cómo, con qué intensidad y por cuanto tiempo. Se vale, es más, es muy importante ir haciendo saber al ejecutante lo que sentimos, lo que no nos gusta, para que lo evite y, sobre todo, lo que si nos gusta, para que lo continúe. Y la otra persona, al saber qué es lo que le causa placer y excita a su pareja, se excitará todavía más.
Los hombres y las mujeres no somos tan distintos en cuanto al deseo sexual. Pareciera que los hombres se excitan más rápido, pero esto no es porque tengan más deseo que ellas, sino porque poseen menos inhibiciones; las mujeres las tienen más a menudo y muchas veces son psicológicas.
¿Qué es eso que ayuda a quitar tales obstáculos, borrar las inhibiciones y ponerse en el estado de ánimo adecuado? Precisamente, ¡el foreplay!.
Es muy erótico saber que le causa placer a la pareja, y lo es más el verlo.
Todos sabemos que basta con que te prohíban algo para que te den más ganas de hacerlo. Así que, dile que no puede tocarte y muéstrale cómo lo haces tú misma/mismo. Resulta superexcitante ver al otro autoestimulándose, La vista es muy erótica Será como una función triple equis privada. ¿Te da pena y no sabes cómo empezar? OK, pretextos para tocarse uno mismo hay muchos: Para las mujeres: pueden comenzar por untarse crema humectante o acariciar la pierna que ‘te lastimaste’ unas horas antes. Una vez que hayas atrapado su mirada (no será difícil), sube la intensidad. Eso sí, tienes que advertirle que sólo puede ser un espectador. Ver cómo se le cae la mandíbula será tu mejor recompensa.
Rudeza Necesaria
Jalarse el pelo es un juego erótico que tiene que ver con nuestros instintos más salvajes. En los animales, durante el cortejo sexual siempre hay un jugueteo que puede parecer como una pelea, y jalarse el pelo es parte de eso. Precaución: la barrera entre excitación y rechazo es muy delgada”, no hay que ser bruscos, pero sí firmes; esto también ayuda a tener mayor control para, por ejemplo, obligar al otro a mirarte a los ojos y después darle un beso apasionado.
En situaciones de estrés se elevan los niveles de cortisol, una hormona asociada con la testosterona, y ésta a su vez está relacionada con el deseo. La testosterona está presente tanto en hombres como en mujeres. En el contexto adecuado, este juego erótico es excitante y pone el cuerpo a tono.
Además, cada vez que sentimos un pequeño dolor, el cuerpo segrega endorfina, una sustancia que calma y hace sentir mejor. Para que esto no se convierta en una guerra de jalones de pelo, un día toma el control uno y otro día, el otro.
EN BUSCA DE LAS ZONAS DESCONOCIDAS
Se llaman Zonas Erógenas a aquellas que nos generan placer sexual. Generalmente, cuando se habla de estas, se piensa en los genitales, los pechos, las nalgas y poco más, pero fuera de los genitales y los pezones, las zonas erógenas son muy distintas en cada persona. Estimular ciertas partes del cuerpo quizá ‘prenda’ muchísimo a unos, pero a otros puede disgustarles o no producirles ninguna sensación en especial.
El reto es descubrir los puntos, fuera de los obvios, que te encienden más a ti y a tu pareja. Recurran a masajes y tómense el tiempo para recorrer todo su cuerpo hasta encontrar esas zonas B. Si tu pareja te empieza a masajear, sin tocarte los genitales, pero sí las zonas erógenas, te va a generar un deseo delicioso.
El menú es casi infinito como lo son todas las variaciones que pueden hacer de cada encuentro, algo único y especial.
Existen muchos elementos ambientales, como la música, los aromas, la iluminación, la literatura erótica, ver una película pornográfica juntos y servirse alimentos y bebidas propios para la ocasión.
Todas las veces que tenemos un encuentro sexual, de un modo o de otro practicamos juegos previos. Estos pueden ser casi instantáneos e imperceptible y a veces burdos.
Lo importante es hacerlo consciente y parte de una más placentera vida sexual.
El armado de cada momento es parte del placer. El poder hablar y escuchar lo que excita o enfría a nuestra pareja es una parte muy importante del imprescindible foreplay, el generador, cuando es bien llevado a cabo, de volcanes a punto de hacer erupción.
…Siempre listos
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