Isaac Fainsod Charbit/ En memoria de mi papá Jacobo y mi tío Jimmy

No importa cuánto escriba sobre las diferencias entre México e Israel, hoy más que nunca tenemos algo en común, la lucha contra el Coronavirus

Enlace Judío- La verdad no sé cómo comenzar este blog. El objetivo era informar y entretener sobre cómo un mexicano que emigró a Israel hace algunos años encontró en una cultura ajena, cómo la parte social es diferente a lo que conoció en México y desarrolló la obligación de supervivencia para adaptarse a su nueva realidad. Pero en esta ocasión haré un paréntesis y usaré este blog de catarsis para sacar parte de lo que llevo dentro.

No importa cuánto escriba sobre las diferencias sociales, culturales y económicas entre México e Israel, hoy más que nunca tenemos algo en común y es la lucha contra el Coronavirus.

Yo por un lado me sentía afortunado por estar en Israel en esta época, ya que este país está afrontando de una manera totalmente diferente el Covid a comparación de México.

Aquí las pruebas son gratuitas a la primera sospecha de síntoma. Basta llamar por teléfono al servicio de salud pública y la operadora te asignará una cita en tu centro de salud más cercano., incluso el mismo día. Asimismo, hay estaciones de detección de corona al estilo auto drive. No solo eso, pues en caso de requerir hospitalización todavía hay muchas camas y respiradores disponibles. Incluso salió un reportaje en donde se investigó que el país compró respiradores de más que están en desuso.

Más allá de eso, el gobierno ha cometido muchos errores y aciertos. Los aciertos han sido los periodos de cuarentena general que hemos tenido (el primero de dos meses y el segundo de un mes) poniendo multas a comercios o personas que lo infringen. A pesar de que las cuarentenas terminaron, las penalizaciones continúan ya que el uso de máscara protectora es obligatorio en la calle, negocios y centros de trabajo. En caso de no respetar las reglas la multa oscila entre los 3,000 y 30,000 pesos mexicanos.

Israel fue unos de los primeros países que cerró su aeropuerto internacional (solo hay uno) y hasta el día de hoy no se puede ingresar si no eres israelí o no tienes alguna justificación importante para poder ingresar (nacimientos, entierros, bodas, etc..). El que llega tiene la obligación de estar en cuarentena por 14 días ya sea en su domicilio o en un hotel “Corona” subsidiado por el estado.

Asimismo, en este momento los eventos están totalmente limitados a un máximo de 20 personas y los restaurantes y centros de ocio siguen cerrados permitiendo únicamente envíos a domicilio. En si la gente aquí es muy consciente de lo que sucede, por supuesto, hay personas, grupos o ciudades pequeñas que no lo están y es ahí donde se desarrollan los mayores contagios.

Parte del problema es que con todas estas reglas y restricciones muchas empresas han cerrado o quebrado, elevando la tasa de desempleo de un 3% a casi un 20 por ciento. Gente que necesita cuidados especiales los han abandonado o no tienen acceso a actividades por el peligro de contagio generando un vacío y soledad (adultos mayores en su mayoría) y por supuesto, las escuelas se encuentran parcialmente cerradas (los kínder si están funcionando ahora). Todo lo que es actividad extracurricular, albercas, juegos en equipo y de más está cancelado, originando que los padres tengamos que buscar vías para que nuestros hijos se desarrollen y queden lo menos afectados con esta situación, pero en si la situación es más optimista que en muchos otros países.

En verdad yo me sentía mucho más seguro aquí que en México o en cualquier otro lugar o país menos desarrollado, pero nuevamente me equivoqué y no entendí la magnitud de esto hasta que me alcanzó.

No me contagié. No he estado cerca de personas con Covid, pero si algo me ha enseñado esta enfermedad, es que tiene efectos colaterales que nos afectan. Efectos o situaciones que cambian nuestra vida radicalmente y que nos muestran que todos estamos conectados.

A mi papá se le diagnosticó cáncer en marzo y falleció en abril. Hubiera dado cualquiera cosa por haber estado en México en esos últimos momentos con él. Poder abrazarlo y decirle lo mucho que lo quería o simplemente poder estar a su lado o en su entierro acompañando a mi familia. Esta falsa seguridad de estar en un lugar “protegido” me mostró que nadie tiene la protección de nada. Que algo tan simple como subirse a un avión y llegar a México en 18 horas era imposible e inseguro en ese momento y la impotencia se empezó apoderar de mí.

El segundo golpe llegó hace unos días cuando falleció mi tío. Un maestro sabio de la torá (biblia hebrea) y respetado en la comunidad judía. No pudo ante el virus y después de una larga lucha, su alma se elevó para cuidar a la familia. Nuevamente me encuentro en una situación en donde no puedo estar con mi mamá, ni abrazar a mi familia y lo único que me quedan son fotos y video llamadas.

Esta sensación me carcome el corazón. Estoy seguro de que no estoy solo y que millones de personas la están sintiendo en este momento alrededor del mundo. Gente que emigró a otros países y no llegó; que no se pudo despedir; que está impotente y preguntándose el por qué; que no puede hacer nada a pesar de haber hecho todo; que ve cómo se desprende una parte de ellos sin justificación. Eso es dolor de impotencia e injusticia.

Este período me ha hecho entender que no importa la seguridad que uno tiene, no importa lo que hagan los demás, no importa que un gobierno haga una cosa u otra, lo que importa es que nos cuidemos entre todos lo más que podamos, que todos dependemos de todos y que la única manera de superar y ganar esto es siendo empático y creando conciencia. Al final de cuentas, esta seguridad que yo tenía se esfumó y descubrí que México e Israel tienen esto en común: esta lucha que tenemos que continuar, aunque no queramos contra este enemigo traicionero que ataca de muchas maneras. Recuerda que todos dependemos de todos y que el dolor que tenemos dentro no se va a ir, pero podemos usarlo para ayudar a que los demás se protejan.

Yo no te pido que dejes de ir a trabajar o salgas a la calle. No podría nunca culpar a nadie. Solo pido que intentes hacer lo mejor que puedas para evitar contagiarte/ar y si te contagias que luches con todo para salir adelante y que logres vencer a este enemigo para que no se expanda más este dolor innecesario. Cree en lo que quieras creer, pero piensa por favor en los demás y en los que por alguna razón no alcanzamos a despedirnos de alguien como nos hubiera gustado.

* Twitter: @Ifainsod

* Email: isaacfblog@gmail.com

Fuente: Milenio.


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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