Las velas de Janucá. Cómo prenderlas paso a paso

El próximo jueves 10 de diciembre se prenderá la primera vela de Janucá. En esta fecha los judíos celebramos que los asmoneos ganaron la guerra contra los helenistas y el pueblo judío volvió a adquirir libertad de credo. Dentro de la tradición judía, el evento histórico adquirió un sin fin de significados que hablan primordialmente sobre la fe, la búsqueda de D-os, el Exilio y la Redención. La dualidad entre la luz y la oscuridad se convirtió en uno de los motivos más importantes de la festividad y surgieron relatos tanto populares como históricos que buscaban preservar la memoria de lo que había ocurrido. Entre ellos el más famosos fue el de un frasco de aceite ritual que encontraron intacto los asmoneos y con el cual pudieron purificar y consagrar el recinto, haciendo posible así la restauración de los servicios religiosos. Sin embargo, no es el único también se cuentan relatos de éxito en el desarrollo bélico de la historia y milagros ocurridos a los judíos durante el Exilio. Todos ellos se recuerdan a través de prender las velas de Janucá, las cuales son el centro de la festividad y la forma de cumplir con el mandamiento de celebrarla. Cómo hacerlo y qué significan es un tema que vale explorar. Además, explicaremos cómo hacerlo paso a paso.

Razones para celebrar Janucá

En dos lugares distintos se mencionan las razones por las cuales celebrar Janucá, la primera se encuentran en los rezos en donde agradecemos a D-os por los milagros realizados a nuestros antepasados. En este caso el milagro consiste en que D-os “entregó a los muchos a manos de los pocos, a los fuertes a manos de los débiles” Es decir se ve como que el éxito de las batallas necesariamente provinieron de D-os.

La segunda razón se encuentra en la Guemará en donde se recuerda el milagro del aceite. Lo que ocurrió fue que los griegos habían impurificado el templo en Jerusalén durante su ocupación; habían introducido un ídolo al templo y roto todos los frascos con el aceite necesario para la purificación y consagración del templo. El aceite que se usaba para ello no era cualquier aceite de oliva, sino era un aceite especial y sagrado, que se hacía a través de una metodología muy precisa y tomaba tiempo producir. Para asegurar su pureza, tenían el sello del Sumo Sacerdote. El primer milagro fue que los asmoneos pudieron encontrar dicho aceite que permanecía puro, pues los helénicos precisamente habían intentado impurificar por completo los objetos sagrados y habían roto todos los frascos y por alguna razón no vieron este último. El otro milagro fue que el aceite en vez de durar un día como se esperaba, duró ocho, suficiente para fabricar más y continuar el brillo de la menorá ininterrumpidamente . En recuerdo a estos eventos (los milagros de la guerra y los milagros del aceite) es que se prenden las luces de Janucá ocho días.

Aceite o cera

El mandato de encender un fuego en Janucá puede cumplirse con distintos materiales, el más común por su belleza y practicidad son unas velas de cera, largas y coloridas que se consumen evaporándose. Es la imagen más popular de Janucá y la forma más usada en Estados Unidos, sin embargo, los círculos más religiosos prefieren usar aceite de oliva en vez de cera u otro material, pues éste era el material que se usaba para prender el fuego del Tabernáculo y del Templo. Además el aceite tiene una variedad muy grande de significados, por ejemplo representa la nación de Israel, la espiritualidad y la fuerza que surge en momentos difíciles. Pues era el elemento con el cual se ungía a los reyes y un elemento que surge sólo tras exprimir fuertemente el fruto del olivo.

El candelabro de nueve brazos

Ya sean velas o recipientes con aceite las velas se colocan en un instrumento llamado Januquilla. Éste es un candelabro de nueve brazos, que tiene ocho brazos colocados en línea recta al mismo nivel y un noveno separado, más alto, y al frente o a un lado. Las velas que se colocaran en los brazos del mismo nivel son propiamente las luces de Janucá, éstas son sagradas durante la primera media hora que permanecen prendidas; no se pueden mover, no se pueden tocar y no se les puede dar ningún uso, por ejemplo el de leer con su luz, o alumbrar un cuarto, únicamente se pueden contemplar. La vela que se coloca en el espacio separado se llama “shamash” su nombre quiere decir “ayudante” y no se considera sagrada, halájicamente se coloca en ese lugar por prevención por si uno por descuido usa la luz de las velas, que sea la luz del shamash y no la de las otras velas la que usó. El Shamash además generalmente se usa para encender las otras velas.

Treinta y seis velas

En Janucá la luz de las velas debe ir incrementando con cada noche que pasa, por eso cada noche se aumenta el número de velas que se prenden; la primera noche se prende el shamash y una vela, la segunda noche, el shamash y dos velas, la tercera, tres y así sucesivamente hasta la octava noche en que se prenden todas las velas del candelabro. En total al final de las ocho noches se prendieron 36 velas sagradas de Janucá (44 cuando se cuenta el shamash).

Ese número 36 tiene múltiples significados en la Torá y la festividad, pues las luces de Janucá representan la luz primigenia, la luz de los sabios que sostienen el mundo, la luz de la Torá y todos guardan relación con el número 36. Por ejemplo son 36 justos los que sostienen el mundo y 36 horas que la luz de la Creación fue guardada.

Colocación de las velas

El orden en que se colocan las velas y se prenden también es particular. Se colocan primero las velas de derecha a izquierda sin contar el Shamash y se prenden de izquierda a derecha, prendiendo primero la última vela que fue colocada; el sentido se marca desde la posición del que prende. Por ejemplo, en la tercera noche se colocaría la primera vela hasta el extremo derecho del candelabro, la segunda en el espacio izquierdo inmediato y finalmente la tercera.

Prender la januquilla

Antes de prender las luces de Janucá es importante decir dos bendiciones que nos recuerdan el mandato que estamos realizando y las razones por las cuales lo hacemos. El responsable de decir la bendición y encender el fuego de las candelas varía de tradición a tradición y de casa a casa. Por mandato halájico sólo es necesario que se prenda un candelabro por noche en la casa, siempre y cuando el que prende considere en su pensamiento al resto de los integrantes de la casa. Sin embargo, si los miembros de la casa están en ella deben de atender al acto y generalmente las familias prenden la januquilla juntos, esperando a que lleguen todos los miembros de la casa. En la tradición sefardita se prende un sólo candelabro y es el padre de la familia, el jefe de la casa quien lo hace. En cambio en el caso ashquenazí, es una costumbre muy difundida que todos los miembros de la casa prendan su propia januquilla o prendan al menos una vela de la januquilla familiar. En este caso aunque todos realizan la acción de encender un fuego es el padre de la casa a quien se le da el honor de recitar las bendiciones.

Al acabar las familias suelen reunirse alrededor de las velas para cantar canciones, recordando los milagros que D-os ha hecho tanto al mundo como a Israel y hacer juegos o comer comida típica de la celebración.

Fecha y hora en la que se prende

Janucá se celebra por ocho noches desde el 25 de kislev; las candelas deben de encenderse únicamente una vez que ya haya anochecido y al menos 102 minutos antes del amanecer. La fecha tiene un significado bastante representativo, ocurre el día 25 el momento en que la luna ya ha empezado a menguar y su luz es más débil. Aparte, el mes kislev es el mes más oscuro y frío del año y el mes que sigue a jeshván el único mes que no tiene festividades judías. Prender las luces de Janucá en este momento representa primordialmente prender una luz espiritual en medio de la oscuridad. Por lo mismo es que las velas o candelas de Janucá se prenden en la noche.

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Aranza Gleason: Aranza Gleason se define a sí misma como una judía en el exilio. Nació con una raíz dividida como sus poetas favoritos; busca y ama al judaísmo, pero como a los personajes que lee, éste, también se le escapa de las manos. Estudió Lengua y Literatura Inglesa en la UNAM y ha trabajado en Enlace Judío desde el 2017. Le gusta leer, viajar y experimentar el mundo de forma libre.