Enlace Judío.- Basado en una lista compilada por el judío Samuele Schaerf que fuera utilizada “para identificar y desenmascarar a los descendientes de la tribu nómada de Israel que han acampado en el suelo sagrado de Italia …” (QUIÉNES SON, CUÁNTOS SON, CÓMO SE LLAMAN LOS JUDIOS EN ITALIA; publicación perteneciente a la Biblioteca de la Cámara del Fascio), Adolfo Kuznitzky publica un artículo sobre los apellidos de los judíos en Italia.
De un relevamiento que Schaerf hiciera de los apellidos hebreo italianos, se valió Mussolini para identificar a sus enemigos raciales y la íntima relación que guardan Onomástica y Antisemitismo.
Otras citas demuestran que los apellidos desde el punto de vista lingüístico, revelan no solamente la historia de las personas, sino que, en el caso de los judíos, también la geografía en la que se movieron, ya que se considera que el 60% de los apellidos de los hebreos italianos se relacionan con ella, mientras que en el caso de los italianos, en general, asciende a un 37%. No es un dato menor y una casualidad que los cuatro apellidos de los premios nobel judeo italianos tengan esa modalidad (Fermi, Levi Montalcini, Segre y Modigliani).
Para Colorni los apellidos de los italianos de origen hebreo que hacen referencia a la geografía prevalecen por la escasez de otras matrices, debido a la exigüidad de los núcleos humanos que conforman y a la uniformidad de su estructura social.
Esa característica cuantitativa diferencial se explica por el proceso de formación de los apellidos en general. En general, la necesidad del uso del apellido (del latín apellitare que significa “llamar repetidamente”), agregado a los nombres propios (sistema nominal) para distinguirse de ellos, condujo al sistema “cognominale” que se distingue porque aquél permite a las personas su elección, mientras que el otro, es impuesto y hereditario. Históricamente siempre hubo una tensión entre ambos, porque el primero estaba sujeto a permanentes variaciones, a pesar de su contribución (menos en el caso de los hebreos), el segundo era cerrado y estable, porque uno señalaba el tiempo y el segundo podía marcar, entre otras cosas, lugares. Esto fue así debido a que su movilidad fue solamente lingüística, mientras que la del proceso nominal fue histórica, sin perjuicio de que los primeros hebreos lo hayan adoptado, aún sin que tenga connotaciones hebraicas, y por esa razón nos ocuparemos exclusivamente de los apellidos que las tengan, porque ocurrió, como en todos los países, que utilizaran apellidos de otro origen como es el caso de Marini (un rabino de Padova lo tenía). Otro aspecto de la onomástica italiana fue que la “contaminación dialectal” que sufrió debido a que su lengua – caso único entre los idiomas nacionales – había vivido exclusivamente entre la gente culta, en una selva de dialectos fuertemente diversos, tampoco influyó en los apellidos hebreos, ni siquiera en los de procedencia extraña que adoptaron. Esa influencia se advierte en los apellidos italianos cuyo origen puede establecerse por sus terminaciones. Una exhaustiva búsqueda de glosarios y artículos nos permitió determinar que entre los apellidos del piemonte que terminan en “ero” (Barbero), (“esio” Milanesio), “audi” (Grambaudi) “asco”, (Bagnasco), salvo la compilación fascista que registra a Moresco no se registra a ningún hebreo que los lleve o el muy importante Olivetti que siendo de esa región no la lleva.
De esa manera, las pistas para determinar ese parentesco hebreo, son la toponimia, y la movilidad lingüística. De esta última, lo más común es el “disfraz” idiomático del aspecto antroponímico (significado) del apellido, y que los linguistas italianos denominan “travestimento linguístico” y que consiste en la traducción que mantiene su acepción, (Hazan – Canterini). Otra situación es el de la “metátesi” que consiste en un cambio interno de letras, consonantes o fonemas es el caso del apellido Viel (Levi) o (ELIAU/VEALI). Della Pergolla alude a esa movilidad, cuando sostiene que el estudio de la onomástica hebraica, en cuando indidualiza aspectos de la formación, difusión, persistencia y transformación de los apellidos, permite hallar el hilo histórico filológico de las vicisitudes de la diáspora judía, al mismo tiempo que es un potente instrumento de lectura de estratificación, histórico cultural, antropológico y geográfico. La alusión a los estratos entendemos que la hace como sinónimo de capas o clases sociales, y nos parece pertinente, porque relativiza de alguna manera la citada afirmación de Colorni de la uniformidad social de los núcleos hebreos. Ya hemos visto que esa uniformidad se daba en función de la discriminación que los unía en la religión y la tradición, pero existían fuertes divisiones sociales entre ellos, y así es como los había muy pobres (la mayoría), y muy ricos, inclusive algunos accedieron a la nobleza.
Otro aspecto que debemos tocar es la prudencia con que se deben acometer esos estudios para no llegar a prejuiciosas conclusiones como, por ejemplo, la versión muy difundida (como la doble “n” para distinguir los apellidos alemanes) de que todos los apellidos italianos, que terminan con la desinencia “i” (o terminados en “ini”), corresponden a apellidos hebreos y ello es de una inexactitud total. En realidad esa letra puede responder a una terminación aumentativa, disminutiva o hipocorística como, por ejemplo, Tognon deriva de Antonioni o, simplemente, para imprimir pluralidad o cumplir una función genitiva que reemplaza a la preposición “de” (Giacomini hijo de Ciácomo) al igual que los patronímicos españoles (López hijo de Lope). Otra recomendación consiste en que no toda conclusión onomástica, lleva a una conclusión genealógica, como se advierte en la última cita en que el adoptado apellido Gonzaga no nos conduce a determinar la ascendencia de la neófita Dolce Pavía.
Tampoco los judíos monopolizan – como se cree – los apellidos geográficos no obstante su preponderancia, y para una mejor comprensión de estos últimos, se impone acudir a las corrientes históricas del ingreso de los judíos a Italia. Los primeros a considerar son lo que se han dado en llamar judíos autóctonos y son los que podríamos decir que están desde siempre y son decididamente tan antiguos como los otros pueblos que formaron a la nación italiana, aparte del proceso de proselitismo activo que hubo. Además de los mencionados, por las expulsiones llegaron desde España y luego de Portugal. Por las mismas razones desde Francia también arribaron y predominando los que eran de origen sefardita. Otra fuente de ingreso fue Alemania, por distintas razones, pero principalmente por las persecuciones. De otros países también afluyeron pero en cantidades menores. Ejemplificaremos esos distintos orígenes con cuatro casos: a Usseglio (italiano), Foa (francés), Otolenghi (alemán) y Zamorani (sefardí).-
Mencionaremos algunos apellidos de acuerdo a las pautas que expusimos para detectar indicios del origen hebraico:
Apellidos Toponímicos, Étnicos o Gentilicios:
a) Toponimia extranjera. En los mismos veremos que casi siempre están “italianizados” (en el caso de los que son de origen alemán un autor señala que ello se debió a la germanofobia de los italianos).
Entre los de origen español tenemos; Aragona, Algranati (Granada), Segre, Alamanzi, Porto (Oporto), Fonseca (apellido de Manín patriota veneciano), Durante, Duran (de Orán), Girondi. Entre los que provienen de Francia: Foa (Foix), Bedarida (Bedàrides), Momigliano (Montmelian), Cavaglione (Cavaglion), Carcassona (Carcassone), Lates (villa cercana a Beziers).
De los alemanes tenemos Artom, (uno de los más prestigiosos siendo su origen discutido por lo que se arriesgan dos hipótesis; la primera es que proceden de Hartheim y la segunda que se origina en Hartoum), Luzzatti (Lausitz), Morpurgo (Marburg), Otolenghi (de Ettlingen), Diena (Jena), Treves (Triers), Minzi (Mainz), Allpron (Heilbrun).
Entre los étnicos se registra: Grego (griego); Polacco (polaco); Tedeschi (Alemán); Gállico (francés; Zarfatti, como la biógrafa de Mussolini, también tiene ese significado).
b) Toponimia italiana: Con predominio de las regiones centrales y norte de Italia: Ascoli, Bassano, Pavía, Orvietto, Camerino, Viterbo, Peruggia, Fano, Cividale, Foligno, Rietti, Recanatti, Montefiore, Sonnino, Massarani, Vercelli; Milani, Romano, Padovano/i, Modigliani, Pugliese, Finzi (otro de los apellidos de más prestigio y difusión y se dan tres hipótesis acerca del origen: una que deriva de la ciudad italiana de Faenza, otra en Pinhas y la última se lo asigna en Pilsen).
Apellidos de Connotaciones Lingüístico Hebraicas:
Bolaffio (Abulaffia), Mestre (maestro o rabbi), Pacifici (Salomón), Sacerdote (Cohen), Buonaventura (Mazl Tov), Leone (Judah), Marco (Mordecai), Guglielmo (Benjamín) Césare (Hezekiah), Macri (Machir), Ascarelli (As Cari), Tranquillo (Manoach), Vivante (Hayyim), Benedicto (Baruch), Grassini (Gerschon), Meatti (Mea), Consiglio (Jecutiel), Consolo (Nachman), Del Vecchio (Zaken), Forti (Hazzak), Angeli (Malechai), Ferro (Barzilai y el oficio correspondiente es uno de los apellidos más “travestidos” del mundo), Pozzo (Beer), Bemporad (Ben Porad), Cammeo (Zafir), Colombo (Joná); por ese apellido de Madariaga deduce que Colón podría tener origen judío.
Otros apellidos que si bien no tienen connotaciones linguísticas hebreas claras, la tienen por la particular situación analizada, sobre todo en relación a los conversos, pero, como siempre, no nos dan certezas, sino aproximaciones, y además porque que nos consta que, en algunos casos, corresponden a hebreos: Debenedetti (tiene un significado religioso de bendición o de ser bienvenido, y sabemos que los catacumenos solían adoptar esos nombres, en algunos casos para sobreactuar su catolicismo); Battezzato: (ese nombre tiene un significado especial, porque si todos están bautizados; solamente tiene sentido si obedece a un segundo bautismo, como ocurre con Aguado en España, el banquero amigo de San Martín); Rubino (que en hebreo, según el glosario del Dialecto Giudeo Piemontés de Diena, quiere decir rabino, y porque como significa piedra preciosa podría ser una traducción de Zafir); Sabattini, Sabatello, Sabattini (por lo emblemático del día sábado y así es como el dramaturgo judío Sabatino López lo usa de nombre de pila) y Sábato (mencionado por su origen hebreo de Cerdeña como Macri); Del Monte (los hebreos de Roma vivían en el monte de San Lorenzo), Arias (a los judíos de Portugal que quedaron luego de la expulsión los llamaban Parias). También se puede hacer una deducción semejante de los que derivan de profesiones muy frecuentadas por hebreos como Astrólogo, Procaccia, Della Seta, Del Banco, Racca, Oréfice, Funaro o Fornari, o Pincherle (vendedor ambulante en alemán).
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