Enlace Judío México e Israel – Las vacunas han traído esperanza al mundo. ¿Qué podemos esperar de la evolución de la pandemia? Dos expertos en virología conversaron con Carol Perelman para tratar de responder a esta y otras preguntas.
“Del 100% de gente que tiene anticuerpos contra el virus, el 50%, solamente, tiene una gran cantidad de anticuerpos neutralizantes, es decir, que bloquean muy bien el virus. Y lo que vimos es que eso está asociado a los pacientes que tuvieron una enfermedad severa.” Habla el doctor Pablo Murcia, especialista en zoonosis y epidemiología de virus, en una conversación con Carol Perelman para Enlace Judío.
El científico argentino, radicado en Escocia, ha seguido la evolución del SARS-CoV-2 desde el comienzo, como parte de dos de los 25 equipos de trabajo del Centro de Investigación de Virología de aquel país, y ha sido justo en el campo de la serología donde más se ha adentrado para intentar comprender los entresijos de la respuesta inmune al temible virus.
Por eso, tanto él como su alumno y colega, el doctor Carlos Sanders, médico especialista en virus y antivirales, opinan que es imperiosa la necesidad de vacunarse, incluso con la polémica Sputnik V, cuyos resultados preliminares no permiten sacar mayores conclusiones sobre su eficacia, si bien parece una vacuna segura.
“Los ensayos se hicieron en un grupo pequeño de personas (…) y por otro lado, la distribución de la edad tampoco era muy amplia, esas son las cosas que recuerdo (de los primeros reportes). En cuanto a seguridad estaba bien, el nivel de anticuerpos estaba bien (…) ahora, qué es lo importante, si a mí vos me decís o me doy la Sputnik o no me doy nada, cuando tienes un virus que si tienes más de 70 años tienes 25% de chances de morirte, yo me doy la Sputnik”, dice Murcia.
Veterinario de carrera, Murcia ha construido una sólida trayectoria científica y académica en el campo de la zoonosis, es decir, el estudio de las enfermedades infecciosas que se transmiten de animales a personas. Respecto al intrincado proceso que lleva a un virus a pasar de un animal a un ser humano y, de ahí, a convertirse en una pesadilla como la que ha supuesto el nuevo coronavirus, Murcia comenta:
“La mayoría de los virus emergentes, es decir, los virus nuevos que infectan a humanos y se transmiten en la población y luego incluso llegan a establecerse, son virus de origen animal. Y las enfermedades o los patógenos que se transmiten de animales a humanos se llaman enfermedades zoonóticas o patógenos zoonóticos.”
Agrega que “los virus, lo único que intentan, es replicarse y mantenerse en el ambiente sin importar si infectan un humano, un perro o un elefante.” Se trata, dice, de “parásitos intracelulares obligatorios”, es decir, entidades biológicas que no pueden replicarse fuera de una célula.
Pero ¿cómo saltan de una especie a otra? Murcia llama la atención sobre tres componentes fundamentales de esta carrera de los virus por la proliferación. El primero es el componente ecológico:
“Si decimos, este virus saltó de un murciélago a un humano, tiene que haber algún contacto directo o indirecto, tienen que venir estas dos especies a un mismo lugar.” Como él, otros expertos han señalado que la invasión humana de los territorios salvajes, así como la destrucción de los hábitats silvestres, que propicia la migración de especies de murciélagos y otros animales hacia zonas habitadas por humanos, son responsables parciales del surgimiento de este y otros virus con potencial pandémico.
El segundo componente es “la afinidad molecular que hay entre las proteínas del virus y las proteínas del huésped”, explica Murcia. El virus, para poder infectar a un animal de cualquier especie, “tiene que establecer unas interacciones moleculares con las proteínas nuestras, en nuestro caso, que son súper refinadas, son muy exquisitas. A veces, un virus no puede infectar a un animal o a un humano, simplemente porque no hay compatibilidad.”
Pero hay un tercer elemento y no es menos fascinante: se trata de la evolución, que “juega un rol muy importante, porque la evolución lo que hace es que introduce cambios en el genoma de un virus, en los genes de ese virus para que esas proteínas puedan tener una mayor compatibilidad” con las nuestras e infectarnos.
Para Murcia, no hay duda de que el SARS-CoV-2 es un virus que proviene de una especie de murciélagos. Lo que no se sabe es si, además, el virus contó con la ayuda de un “huésped intermediario” como el pangolín. Los huéspedes intermediarios, explica, cumplen dos funciones: por un lado, facilitan la preadaptación del virus para hacerlo más compatible con nuestras proteínas y, por el otro, sirven como vehículo para la transmisión del virus hacia los humanos.
La influenza, según Murcia, es un buen ejemplo de un virus que pasó de las aves a los caballos.
Carlos Sanders, quien actualmente cursa su doctorado en la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido, recuerda que “esto que pasó en este coronavirus pudo haber pasado en México” o en cualquier otro lugar, pues las interacciones entre humanos y otros animales son muy frecuentes. “Estas cosas pueden estar pasando mientras hablamos”, dice.
Por eso, más que culpar a algún gobierno o alguna persona por la crisis sanitaria que enfrenta el mundo desde hace más de un año, habría que pensar que se trata de “un conjunto de eventos desafortunados para la humanidad.”
Entre no vacunarse y la Sputnik V… ¡A vacunarse! Expertos, desde Reino Unido. La primavera por venir
Murcia no solo ha vigilado la evolución del virus y medido los efectos inmunológicos que su infección provoca en los seres humanos: también integró al equipo de expertos que, consultado por el gobierno del Reino Unido, buscó predecir o modelar escenarios para el invierno europeo desde el verano de 2020, cuando la pandemia alcanzaba su pico en América Latina y tan pronto como esta había cedido temporalmente en Europa.
El grupo de la Academia de Ciencias Médicas de Escocia, integrado por 37 expertos, realizó sus modelos predictivos para elaborar un reporte que le permitiera al gobierno tomar las medidas necesarias para enfrentar la segunda ola de la pandemia, que se esperaba para el invierno.
Los expertos trataron de “hacer una especie de pronóstico de lo que sería una situación mala pero no solamente por este virus sino por todos los problemas de salud asociados con el invierno”, como influenza, traumas por caídas y otros.
“Este reporte salió en julio, un martes, y el viernes el gobierno asignó tres mil millones de libras para el sistema de salud nacional.” Gracias a ello, la situación no se ha desbordado. De hecho, en algunos aspectos, este ha sido un mejor invierno que otros: “está muy complicado pero, en cierta forma, podría ser mucho peor… Algo que está claro es que, con todas estas medidas” se está evitando la incidencia de otras enfermedades respiratorias.
“Con todo, el sistema está al borde del colapso por la gente que requiere cuidados intensivos o semiintensivos por covid”, lamenta Murcia.
Pero hoy, a diferencia del verano pasado, los científicos como Murcia o Sanders cuentan con un elemento adicional para sentir cierto optimismo: las vacunas. Pero, ¿qué tanto la mutación del virus representa una amenaza para la efectividad de las vacunas.
“Estos virus, su genoma está hecho de ácido ribonucleico, que lo que hace es que son virus que mutan mucho, que evolucionan muy rápido (…), su genoma se puede adaptar más fácil a las presiones del ambiente”, dice Murcia.
“La cantidad de cambios que tienen estas variantes es un poco más rápida de lo que se esperaba y no está claro por qué. Lo que sí está claro es que el virus no solamente ha mutado sino que va a seguir mutando, va a seguir cambiando. Y eso, con respecto a las vacunas, no creo que sea un gran problema.”
A pregunta expresa de por qué otros coronavirus no mutan tan aceleradamente, Murcia aclara que sí lo hacen pero “no los hemos secuencia tanto. La cantidad de genomas que hemos secuenciado de este coronavirus, estamos hablando de cientos de miles. Es un virus que lo hemos estudiado casi como a ningún otro en un lapso corto de tiempo.”
Y si a otros virus no se les ha estudiado con tanto detenimiento como para observar todas sus variaciones, el ritmo vertiginoso con que mutan, se adaptan y evolucionan, es porque se trata de virus que no causan tantos estragos como el SARS-CoV-2.
También Sanders se dice optimista respecto a la efectividad de las vacunas, aunque también es cauteloso: “Parecer ser que la variante británica no va a comprometer la efectividad de las tres vacunas principales, llamémosles Moderna, Pfizer y AstraZeneca, pero sabemos que no es la única variante que existe. Tenemos una variante sudafricana, tenemos una variante brasileña, más las que se agreguen en este contexto. Entonces, tenemos que estar vigilando este universo de distintas variantes que vengan y corroborar que la vacuna no se encuentre comprometida, y si se encuentra comprometida”, actualizarla.
Uno de los factores que podrían incidir en que el virus cambie más aceleradamente es, paradójicamente, la propia vacuna. A esto, Murcia lo conoce como “presión inmunológica”, una fuerza que incide en que el virus se vea forzado a mutar para poder seguirse replicando. Sin embargo, dice que no está claro si el SARS-CoV-2 tiene un genoma lo bastante plástico (flexible) como para conseguir las mutaciones que le permitan prevalecer.
Primos estacionales
Médico de carrera, Sanders suele ser abordado por gente que quiere saber más sobre el virus, buscar respuestas en medio de la incertidumbre que millones padecen desde que se anunció la llegada del covid-19. “He tenido conocidos, vecinos, que me han preguntado sobre los coronavirus estacionales. A mí me pudo haber dado un coronavirus hace diez años y a veces estas personas tienen la creencia de que se trata del mismo virus o que, de alguna forma, anticuerpos que pudieron o no haber desarrollado durante esa inicial infección los van a proteger de esto.”
Aclara que no es así: aunque una persona se haya infectado de otro coronavirus, el SARS-CoV-2 es nuevo entre nosotros y no tenemos los anticuerpos que necesitamos para ser inmunes a él. Coincide Murcia: “Son virus todos de la misma familia pero son claramente distintos (…). Lo que está claro también es que la inmunidad mediada por anticuerpos contra uno no protege contra otro.”
Ante la ausencia de tratamientos efectivos, y cuando aún está por vivirse un periodo aciago, los expertos recomiendan seguir con las medidas de prevención y, cuando sea posible, vacunarse.
“Creo que es el momento en que uno está en la peor parte de la tormenta”, dice Murcia, “pero, con vacunas, cada vez sabemos más del virus… es cuestión de estar bien agarrado a la silla y cumplir con todas las medidas sanitarias que tenemos y evitar el contacto con gente y esperar que los programas de vacunación sigan su curso…“
Si somos paciente, dice, pronto “vamos a volver a una vida muchísimo más normal que la que hemos experimentado en los últimos meses.”
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