Enlace Judío México e Israel – A los 5 años, luego de que su familia tuviera problemas financieros, Simón Cohen y su familia se mudaron a Monterrey, Nuevo León. Y recuerda haberse despedido de la Ciudad de México a bordo de un Volkswagen color naranja.
Cohen recordó que su infancia no estuvo rodeada de lujos. Padeció asma, por lo que su médico le indicó tomar clases de natación. En ese tiempo, su padre emprendió un negocio de textiles, que años más tarde se convirtió en una pequeña empresa familiar.
Cohen estudió Comercio Internacional en el Tecnológico de Monterrey y logró ser un nadador de alto rendimiento que conquistó un campeonato nacional y centroamericano, pero que se quedó a un paso para participar en las Olimpiadas de Atlanta, en 1996.
“Ahí fue donde me formé como ser humano, porque la natación es un deporte muy individual, pero se entrena en equipo. Aprendí la disciplina, a pensar en los demás y a tener una visión de equipo, sin dejar de trabajar en mí”, mencionó.
Cuando le dijeron que no iba a los Juegos Olímpicos tenía 22 años, Cohen acudió entonces a trabajar con su padre. Donde enfrentó el hecho de que no coincidían en el estilo de liderazgo ni con la forma en la que llevaba sus negocios.
“A mi padre le iba bien y luego mal. Siempre estaba entre ondas. Además, como todos los de su generación, creía que el jefe era el que mandaba y que los empleados tenían que obedecerlo”, resaltó.
“En una ocasión, mi padre pidió un préstamo en dólares y las tasas de interés eran del 140%. Me puse a exportar para generar más ingresos y poder pagar, pero me di cuenta que las empresas de logística daban un servicio muy malo. Y dije: si no hay quién atienda a las pymes, yo lo quiero hacer”, recordó.
Cohen fundó Henco Global en 1998. Su primer aliado fue un proveedor alemán que quería invertir en Monterrey, y su primer colaborador fue un compañero de la universidad. Logró posicionar la firma como uno de los agentes de carga más conocidos del mercado.
Posteriormente ya como Director General, tenía la meta de que su familia tuviera estabilidad económica y comenzó a trabajar en jornadas más prolongadas descuidando su salud. La carga excesiva de trabajo fue un golpe directo a su corazón.
“Estaba muy equivocado en pensar que se trabaja por dinero. Hoy sé que se trabaja para ser mejor, para satisfacer las necesidades de los clientes, para tener felicidad. Y la consecuencia de eso es un beneficio económico”, lamentó.
El empresario judío, de 46 años, comentó en una entrevista con Expansión que se dio cuenta que, ante todo, quería ser feliz. Que si bien es un capitalista, no debe sacrificar su vida personal ni la de sus colaboradores.
Luego de esto fue que creó el método High Performance Happy People, una cultura organizacional basada en humanismo, que defiende la igualdad y el trato digno, así como crecimiento personal y profesional constante.
Esta filosofía parte de la pregunta, ¿Cómo hacer que los demás sean mejores? Cohen reconoce que un líder es aquel que saca lo mejor de su equipo, pero que perdura en su ausencia.
“No hay jerarquías verticales, tampoco órdenes”. En su organización todos son iguales y trabajan en equipo, pero sin descuidar el bienestar de cada uno, resaltó Cohen.
Su metodología consiste en que todos los valores de la empresa, la filosofía, el ADN y las acciones estén encaminadas a hacer felices a los colaboradores.
“Yo personalmente habló con ellos. A las reuniones de la empresa también asisten los familiares, y tenemos audiencias abiertas, unas 150 veces al año”, explicó.
Gracias a la metodología, la empresa ha crecido diez veces, desde su fundación. Su plantilla laboral pasó de 70 a 500 colaboradores, la eficiencia ha aumentado más de 100% en los últimos cinco años, y el índice de rotación de Henco es cercano a cero.
“En términos empresariales, la felicidad es importante porque no hay una persona en el mundo que no quiera ser feliz. Cuando una persona se siente feliz y está bien con su vida personal es muy eficiente en su vida laboral”, opina.
Para alcanzar este desarrollo, Cohen también considera que las personas no deben dejar de formarse, por eso cada año su compañía ofrece diferentes cursos de capacitación.
Durante el año 2020, cada colaborador tomó 30 cursos, desde técnicos hasta psicológicos y de habilidades blandas, bienestar físico y emocional. Cohen asegura que en total se invirtieron 7 mil 500 horas en capacitación.
Fuente: Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío
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