En 1892, Beila Jonas era una joven estudiante de química de ojos brillantes en Drissa, Bielorrusia. Participaba en varios movimientos estudiantiles y estaba ocupada planeando el resto de su vida en Rusia, país al que llamaba hogar. Pero la vida, como dice el refrán, es lo que pasa mientras hacemos planes. Un desastre sacudió a la familia Jonas: Deborah, la hermana mayor de Beila, murió de tuberculosis en la lejana Palestina, donde vivía con su marido, Eliezer Ben Yehuda. Su muerte dio un vuelco a la vida de Beila y la orientó en una nueva dirección. A las pocas semanas, Eliezer, que había conocido a la hermana menor mientras visitaba a la familia, pidió su mano en matrimonio. Los dos se casaron en Constantinopla, y en la boda el novio dio a su nueva esposa un nombre hebreo: Jemda.
Siendo Jemda
Con apenas 19 años, Jemda Ben Yehuda apenas hablaba unas pocas palabras en hebreo cuando llegó a Palestina. En pocos meses aprendió el idioma y continuó la misión que su hermana había dejado inconclusa: ser la compañera de Eliezer en la fundación de la primera familia hebrea de la era moderna que sólo hablaría hebreo. Participó activamente en los esfuerzos de su marido y dirigió el proyecto del primer diccionario hebreo. Escribió artículos y relatos cortos que aparecieron en las revistas de su marido y, con el tiempo, se convirtió en escritora por camino propio. Publicó nueve libros -novelas, memorias y colecciones de cuentos- y durante toda su vida se mantuvo activa en el campo del periodismo.
La guerra con el diablo
El libro “War With The Devil” (La guerra con el Diablo) es uno de los dos manuscritos de Jemda Ben Yehuda, que se prepararon para ser impresos pero nunca se publicaron. No se sabe con exactitud cuándo se escribió, pero al menos una parte se escribió después de la muerte de Ben Yehuda en 1922. El libro es una memoria de la vida de Jemda con Ben Yehuda y cuenta principalmente la historia de su esfuerzo combinado para producir el diccionario hebreo. La imagen que se desprende es de dificultades materiales, pero también de un inmenso compromiso con el objetivo.
Sobre la vida con su marido, Jemda escribe: “Ben Yehuda siempre intenta que su mesa de trabajo sea más amplia y sus días más largos, para dormir menos. No descansa ni se relaja. Incluso limita la cantidad que lee y me pide que lea los periódicos y los libros nuevos y le dé un breve informe de los acontecimientos mundiales. Seguimos dando nuestros paseos diarios fuera de la ciudad a primera hora de la mañana y después de la puesta de sol, pero incluso entonces decidimos cosas y hacemos planes para mañana, el día siguiente, los meses y a veces los años. Después, lo que queda es simplemente convertir los planes en acciones y realizar los sueños, para no culparnos por ser perezosos o perder el tiempo. “Hay que terminar el diccionario”: estas palabras deberían brillar con letras de fuego y guiarnos allá donde vayamos. Y entonces, llegará la salvación. Los medios para imprimirla se presentarán. Seguramente. ¿Podría ser de otra manera?”.
El libro también ofrece una visión de la vida en Jerusalén durante el final de la era otomana. En un capítulo titulado “Régimen militar”, Ben Yehuda describe la vida en la ciudad durante la Primera Guerra Mundial: “En 1915, a los seis meses de la guerra, Jerusalén está bajo dominio militar. En el Monte Scopus, en la Augusta Victoria, la residencia de Jamal Pasha, la mayoría de los grandes edificios han sido confiscados… y Bek Pasha, el mariscal alemán con uniforme turco, reside en el gran Hospicio Ruso, frente a la Corte Rusa.
Se dice que incluso Jamal Pasha se somete a cada una de sus palabras, y mientras tanto ocupa el puesto de consejero: decide quién será colgado, quién se enfrentará a un pelotón de fusilamiento y quién será exiliado. Los alimentos escasean, no hay periódicos y las noticias de las victorias de las fuerzas aliadas viajan de boca en boca. Los bastiones de las Potencias Centrales se están derrumbando. Dentro de uno o dos días tomarán Egipto, y han comenzado a circular rumores silenciosos sobre un buque de guerra británico atracado en el puerto de Jaffa. Y como si los ingleses ya hubieran exigido a Jamal Pasha la entrega de Jerusalén, Bek Pasha ha dicho: “Que vengan a reclamarla, no podemos entregarla por correo…”
Fuente: Central Zionist Archives
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