Enlace Judío – A 4 cuatro días de la intensificación de las hostilidades entre Israel y Hamás —en un nivel nunca visto— estos son los datos que debes conocer para que tengas una visión completa del asunto.
Los 5 datos específicos sobre el inicio del conflicto
1. La situación comenzó a tensarse desde el viernes, cuando hubo disturbios en la explanada de las mezquitas. En parte, organizados por grupos extremistas palestinos en contra de las fuerzas del orden israelíes con motivo de la celebración del Ramadán (algo que sucede todos los años), pero también motivados como reclamo por el desalojo de familias en el barrio de Sheikh Jarrah en Jerusalén Este.
2. Los grupos palestinos y propalestinos han difundido información falsa. Según ellos, este desalojo es parte del proyecto colonialista israelí, para despojar a los palestinos de sus tierras y entregarlas a los colonos judíos. La realidad es esta: el desalojo de las familias es resultado de un largo juicio ante los tribunales israelíes, en el que todo el problema es que no se ha pagado el alquiler. Primero hubo que decidir quiénes eran los legítimos dueños de la propiedad y desde 1982 se estableció que los dueños eran judíos. Los palestinos que viven en esas casas aceptaron este dictamen. Por lo tanto, se estableció que debían pagar alquiler, cosa que no se hizo. La decisión judicial de desalojar a las familias no tiene nada que ver con alteración demográfica o proyectos colonialistas. Es el desalojo de familias que llevan 39 años sin pagar el alquiler.
3. Los disturbios en Jerusalén el lunes llegaron a niveles muy violentos y eso resultó en varios policías israelíes heridos, además de cientos de palestinos heridos o arrestados. Altos funcionarios de Hamás en Gaza lanzaron un amenazante ultimátum a Israel en el que le exigieron despejar de fuerzas de seguridad la explanada de las mezquitas y Sheikh Jarrah, así como liberar a los detenidos palestinos en días recientes por estar involucrados en disturbios. Al cumplirse el plazo del ultimátum, dispararon las primeras tandas de cohetes, varios de ellos contra Jerusalén. Allí empezó la escalada.
4. En el marco de las primeras horas de la escalada circuló otra noticia falsa, según la cual la Policía israelí había incendiado la mezquita de al Aqsa. En las redes sociales circuló un video —a todas luces manipulado— en el que se veía el aparente incendio de la mezquita, mientras cientos de judíos celebraban por Yom Yerushalaim en la zona del Muro Occidental (Kotel). La realidad es que el incendio que hubo, sofocado en unos minutos, fue en un árbol en la explanada de las mezquitas y fue causado por los propios palestinos por uso de fuegos artificiales.
5. Hay que recalcar esto: los dos eventos críticos —primero las manifestaciones violentas en Jerusalén y luego los primeros misiles lanzados por Hamás— se justificaron parcialmente en una noticia manipulada (la de los desalojos de Sheikh Jarrah) y se terminó por reforzar con una noticia falsa (la del supuesto incendio de la mezquita).
Los 5 datos del conflicto en los últimos cuatro días
1. Hamás ha disparado más de 1,500 cohetes, todos ellos contra la población civil de Israel.
2. Israel ha contestado con cientos de operaciones de bombardeo en la Franja de Gaza.
3. El sistema Cúpula de Hierro ha demostrado una efectividad asombrosa y ha evitado que los cientos de cohetes disparados contra cada ciudad israelí resultaran en una masacre. Hasta el momento, 7 personas han muerto en Israel a consecuencia de los cohetes. Dos de ellos, árabes israelíes.
4. Los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza han dejado un saldo de más de 80 muertos hasta este momento, aunque no se descarta que algunos de ellos hayan fallecido por los propios cohetes de Hamás que han caído en territorio palestino (más de 300). Se ha destruido una gran cantidad de infraestructura militar de Hamás (fábricas de misiles, depósitos de armas y lanzaderas de cohetes) y se ha eliminado a importantes líderes terroristas. Se destruyeron también las sedes de Hamás en las que se hacían las operaciones de inteligencia y de comunicación.
5. En Israel no se descarta una posible invasión terrestre a Gaza y será el curso de los acontecimientos lo que decida si esta se llevará a cabo.
Ahora vamos con el análisis de los hechos, vistos en el contexto global del conflicto.
Las motivaciones de Hamás
No es un secreto que Hamás, desde su fundación, tiene como objetivo explícito la destrucción del Estado de Israel. La justificación para ello es estrictamente religiosa (recuérdese que Hamás es un grupo islámico fundamentalista y salafista, extensión de la Hermandad Musulmana): si esa región del mundo ya fue controlada alguna vez por el islam, nadie que no sea musulmán tiene derecho a poseerla.
Por supuesto, Hamás sabe que las buenas conciencias occidentales no toleran ese tipo de discurso, así que en su propaganda suelen decir que están luchando contra “la ocupación israelí”. Pero Gaza es un territorio autónomo, que Israel abandonó por completo unilateralmente desde 2005. Así que no hay justificación alguna para hablar de una ocupación israelí.
No olvidemos: cuando grupos extremistas como Hamás hablan de “la ocupación ilegal israelí de territorio palestino”, se refieren a la existencia misma de Israel. “Liberar los territorios ocupados” no significa, para estos grupos, lograr la plena independencia de Gaza (que ya la tienen) o de Cisjordania (Judea y Samaria), sino de destruir al Estado de Israel y poner en su lugar un Estado exclusivamente palestino.
En este conflicto, en particular, ha sido evidente que Hamás sólo buscó un pretexto para lanzar el ataque. Sus líderes, al igual que todos los líderes políticos del mundo, saben perfectamente que no hubo ningún incendio de ninguna mezquita en Jerusalén. De lo contrario, desde un principio habría habido múltiples quejas a todo nivel en la comunidad internacional.
Las víctimas civiles en Gaza
Hamás siempre pone un gran énfasis en las víctimas civiles, especialmente en los niños, para presentar a Israel como un país genocida y autor de crímenes de guerra. Sin embargo, los tribunales internacionales nunca han podido levantar un caso judicial contra Israel o contra sus líderes políticos y militares.
Las leyes de guerra establecen de manera muy precisa dos cosas. Una, que todo lugar que sea utilizado para lanzar ataques contra un país o ejército enemigo, se convierte automáticamente en blanco militar legítimo y puede ser atacado sin responsabilidad penal alguna por parte del otro ejército en combate. Y la otra, que justo por esa razón todo ejército tiene la obligación de realizar sus operaciones bélicas fuera de zonas residenciales o civiles, o de lugares como hospitales y escuelas. La responsabilidad de mantener a los civiles fuera de la zona de guerra es del propio ejército de cada país.
Sistemáticamente, Hamás ha violado esas dos normas convirtiendo amplias zonas residenciales de Gaza en lugares desde donde se disparan los cohetes dirigidos contra la población civil israelí (otro hecho que está considerado crimen de guerra, porque no es un ataque contra otro ejército, sino contra la población civil). Hamás no se ha puesto ningún límite en ello, y utiliza como sitios militares escuelas, hospitales o instalaciones de la ONU (cuyo personal ha permitido, sin queja alguna, que esto suceda).
De acuerdo a las leyes internacionales de guerra, esto hace directamente responsable a Hamás de las víctimas civiles palestinas que se puedan generar en el conflicto.
La respuesta militar israelí
Con frecuencia se levantan múltiples quejas contra las repuestas militares israelíes. La más común es que son desproporcionadas. Es decir, más duras de lo que deberían ser.
¿Pero qué significa “más duras de lo que deberían ser”? Es decir: ¿Israel debería responder del mismo modo que Hamás? Si Israel hiciera eso en esta ocasión, tendría que haber disparado 1500 cohetes contra la población civil de Gaza, y eso significa que un amplio porcentaje de las ciudades gazatíes estarían convertidas ya, literalmente, en un terreno baldío, con un saldo probable de miles o decenas de miles de muertos.
Así que dejemos de lado este reclamo irracional.
El hecho objetivo demostrable por el análisis frío y neutral de los datos corrobora que, en realidad, el Ejército de Israel sigue siendo el más comprometido en causar la menor cantidad posible de bajas civiles.
Los números no mienten: Israel ha realizado cientos y cientos de operaciones de bombardeo en Gaza. Eso ha incluido la destrucción completa de tres torres de apartamentos en las que se ubicaban oficinas del grupo Hamás. Sin embargo, las víctimas mortales —y me disculpo por tener que hablar de un modo tan frío y aparentemente carente de toda empatía, pero ni modo; el análisis de las cifras es así— ascienden sólo a más de 80.
Entiendo que muchos se puedan o se quieran quejar de que diga “a sólo más de 80”, pero mi punto es el siguiente: si Israel estuviese disparando indiscriminadamente a la población civil de Gaza, después de cientos de bombardeos (atención: no son cientos de bombas, sino cientos de bombardeos) no estaríamos hablando de 80 personas fallecidas, sino de miles.
La proporción en este caso es de 0.14 víctimas mortales por bombardeo (repito: no por bomba, sino por bombardeo).
Los números no mienten: el Ejército israelí está enfocado en la destrucción de la infraestructura militar de Hamás y otros grupos terroristas, no en el aniquilamiento de los civiles palestinos.
Por ello, el Ejército israelí aplica políticas y protocolos que no usa ningún otro país del mundo: antes de realizar un bombardeo, notifica a la población de la zona (por internet, llamadas telefónicas, mensajes SMS y hasta volantes que son lanzados desde algún avión o algún dron) que un sitio específico va a ser bombardeado.
Generalmente lo hace con 25 o 30 minutos de anticipación. Luego, entre 3 y 5 minutos antes del bombardeo, una primera bomba de salva cae en el edificio para avisar que el ataque es inminente. De este modo, se le da tiempo a la población para ponerse a salvo, aunque eso signifique que también los terroristas se van a poner a salvo.
Ya sé que no es agradable la situación. Con avisos o sin avisos, un bombardeo es un bombardeo y un edificio destruido es un edificio destruido. Pero no se olvide un detalle: es una guerra. Y reitero: no existe ningún otro ejército del mundo que tenga protocolos remotamente similares.
Es completamente falso que en Gaza esté ocurriendo un genocidio, un exterminio, limpieza étnica o siquiera una verdadera masacre. Del mismo modo, es un hecho objetivo que los civiles en Gaza están expuestos a convertirse en víctimas mortales, debido a que la política deliberada de Hamás —demostrada por la abundante evidencia en videos y fotos— es la de realizar sus operaciones militares desde zonas habitacionales.
Hasta la fecha, la peor masacre de palestinos fue perpetrada por el ejército jordano en septiembre de 1970 (el famoso “septiembre negro”). En aquella ocasión, por lo menos 30 mil palestinos fueron asesinados en apenas 3 semanas.
Nunca en la historia el Ejército israelí se acercó, remotamente, a esas cifras. El episodio de mayor violencia entre palestinos e israelíes fue la segunda intifada, que en el lapso de 5 años (2000 a 2005) dejó un saldo de alrededor de 5,500 muertos totales, de los cuales unos 4,000 fueron palestinos.
Si el Ejército de Israel hubiese eliminado palestinos al mismo ritmo que los jordanos lo hicieron en 1970 (un promedio de 10,000 por semana), el saldo final de la segunda intifada habría sido de 2.6 millones de palestinos muertos. En ese mismo escenario, el saldo final de la guerra entre Israel y Gaza que se llevó a cabo en 2014, y que duró 7 semanas, habría sido de por lo menos 70 mil muertos. En aquella ocasión, murieron más de 2,000 palestinos.
Sí, es una tragedia. Eso nadie lo puede ni lo debe negar.
Pero así es la guerra. Y no se olvide que es una guerra que ha sido declarada, en todas sus ocasiones, por el grupo terrorista Hamás, cuyo objetivo final —explícito en su carta orgánica— es la destrucción de Israel.
En 2005, Israel se desconectó unilateralmente de Gaza y permitió que esa zona se convirtiera en un territorio palestino autónomo. El grupo Hamás declaró eso como una victoria, y anunció que el siguiente paso sería la destrucción total de Israel y “la liberación” de “toda Palestina”. Desde entonces, decenas de miles de cohetes —literalmente— han sido disparados contra la población civil de Israel.
Hay un hecho objetivo demostrado por la experiencia de los últimos 16 años: no importa qué haga o qué deje de hacer Israel; Hamás no quiere la paz.
Hoy, como desde hace muchos años, sigue vigente la célebre frase que resume el conflicto de Israel primero con los árabes, y luego con los palestinos: “El día que los árabes bajen las armas, habrá paz; el día que Israel baje las armas, no habrá Israel”.
Querido lector, saque usted sus propias conclusiones.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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