Enlace Judío México / Aranza Gleason – Una de las cosas más interesantes de la Torá es la forma en que retrata el libre albedrío. Constantemente nos confronta con personajes que tienen que hacer decisiones morales en sus vidas y cuyas acciones traen consecuencias de suma importancia para el mundo en que vivimos. Usualmente el lenguaje que usa hace que la decisión que estos personajes deben tomar no sea clara y la realidad en muchos momentos se vuelve un espejo de las acciones que van tomando. Ello nos enseña mucho de cómo el judaísmo observa la interacción de D-os y el hombre a través del libre albedrío.
El libre albedrío
En primer lugar nos muestra hasta qué punto el judaísmo acepta la libertad humana frente al determinismo divino. No existe la idea de destino como los griegos la conocían; el hombre es el constructor de su propio camino. Sin embargo, también se entienden que a través de sus acciones el hombre interactúa con D-os. Se nos dice que al malvado se le abrirán las puertas del pecado, mientras que al justo se le abrirán más posibilidades para demostrar su rectitud. Es decir, el hombre toma iniciativa y D-os se muestra en la realidad conforme a las decisiones que cada individuo toma. Si alguien decide pecar, D-os le pone situaciones donde puede continuar ese camino y por el contrario si actúa con bondad se le dan pruebas con las cuales puede refinar su carácter, acercarse más a D-os y ver caras nuevas de Él. Pues finalmente la Torá sostiene que el mundo fue creado para fomentar la enseñanza moral del hombre guiada por la mano de D-os.
Todas las historias de la Torá tienen más de una enseñanza moral para quien la lee, sin embargo, también nos muestran dimensiones nuevas del mundo y de D-os que sin leerlas nos serían desconocidas. Al fin y al cabo la Torá nos muestra que la realidad es construida por el dialogo que existe entre D-os y el hombre, el balance entre las intenciones y los resultados. También nos muestra que el origen del mundo es moral y que en el centro de la moralidad existe la libertad, pues ésta no sería posible si las acciones del hombre fueran irrelevantes; carecieran de injerencia o de medida contra la cual pueden ser contrastadas.
En la Torá hay tres ejemplos de hombres que exacerban la importancia del libre albedrío con su historia, a través de ellos se nos muestra la importancia de la libertad, la forma en que D-os se manifiesta en la realidad que nos rodea y la interacción entre D-os y el hombre a través de la toma de decisiones morales. A continuación hablaremos de ellos.
Adán y la realidad creada con un sentido moral
La primera historia en la que vemos interactuar a D-os y al hombre se encuentra en el Génesis con el paraíso y la Caída de Adán. Hay un midrash que nos narra cómo D-os creó los árboles pequeños para que Adam tuviera que rezar por la lluvia antes de disfrutar de su fruto. Así se nos muestra lo que el texto inicial infiere, que la creación del mundo tuvo un sentido moral, donde el centro de la existencia de la materialidad radica en la relación del hombre con D-os.
Vemos como D-os coloca en el centro del mundo el árbol del conocimiento y el árbol de la vida de los cuales el hombre no debe tomar. Vemos como la materia responde a los deseos de Adán y cómo esto cambia una vez que Adán peca y vemos el cuerpo del primer hombre y la primer mujer siendo impurificados por su pecado. Todos mostrando la importancia de la moralidad en la historia.
Sin embargo, el momento más significativo de la historia ocurre cuando D-os le pregunta a Adán dónde está y por qué se esconde de su Presencia. Ambas preguntas son espirituales, no geográficas, son la forma que D-os tiene de presentarle a Adán la posibilidad del arrepentimiento o el pecado nuevamente. Se encuentran los dos caminos abiertos frente a él para que Adán escoja. En lugar de arrepentirse termina por culpar a su mujer sellando así el destino de su cuerpo y descendencia.
El faraón de Egipto. La maldad y el libre albedrío
En cuanto al faraón es la clara muestra en la Torá de cómo D-os nos da la posibilidad de cimentar nuestro camino en pasos equivocados. A lo largo de los siglos los rabinos se han preguntado qué significa que D-os “endureció” el corazón del faraón para no dejar salir a los hebreos durante la época de las plagas ¿Se puede realmente hablar de libre albedrío cuando D-os mismo interviene en los sentimientos de la persona involucrada?
La respuesta que se ha dado es que el faraón muestra el caso típico de un “rashá” (malvado), un individuo que continuamente escoge desconocer a D-os. Con cada dialogo que se llevó a cabo con Moisés, el faraón tuvo la posibilidad de arrepentirse y dejar ir a los hebreos y en cada oportunidad decidió no hacerlo, sin embargo, el endurecimiento de su corazón es a la vez una consecuencia y causa de sus acciones. Habla de la forma en que el hombre y D-os son socios en la creación conjunta del mundo.
En algunos rezos le pedimos a D-os que circuncide o abra nuestro corazón; representa la disposición y la avidez mental para reconocer a D-os y tener discernimiento moral. El corazón endurecido muestra exactamente lo contrario, un hombre incapaz de sentir empatía y de actuar conforme a lo que D-os pide. En ambos casos es D-os quien crea el resultado al interior del hombre. Al faraón le era cada vez más difícil ver la realidad y liberar a los hebreos porque cada respuesta negativa que daba quedaba marcada en su cuerpo y su forma de actuar constante. El paso lo tomaba el hombre la consecuencia y situación la ponía D-os.
El corazón endurecido también habla de límites que el hombre rebasa que ya no tienen retorno, que afectan tanto el carácter de quien las realiza que le vuelven virtualmente imposible el arrepentimiento y perdón divino; pues el crimen del hombre ha sido tan grave que ciertos aspectos nobles de la persona se han cerrado en él para siempre. El asesinato, por ejemplo es el ejemplo perfecto de casos como éste; quien se acostumbra a matar pronto pierde la sensibilidad de lo que la muerte representa y deja de sentir dolor por los cuerpos a los que asesina. Son puntos de quiebre y no retorno.
Abraham y las pruebas de D-os
Un hombre cuyo ejemplo de vida funciona como antítesis al faraón es Abraham. Es el ejemplo del hombre que rechaza la idolatría y se apega a D-os hasta las últimas consecuencias. A través de él es que se entiende la idea de pruebas divinas en el judaísmo. A lo largo de su vida D-os le pide acciones determinadas a Abraham a éstas le llamamos pruebas y con cada una de ellas Abraham creció emocional y espiritualmente pudo revelar para sí y frente al mundo una cara de D-os que era desconocida. Lo conocemos como el padre del monoteísmo y de la fe precisamente por su fortaleza la seguir a D-os y demostrar al mundo Su Presencia tanto con el ejemplo de su vida como con la doctrina que promovía.
Él demuestra el caso contrario del faraón pues tomó cada oportunidad que tuvo para crecer y D-os le fue abriendo ese camino que él ya había empezado. Y así como la naturaleza del faraón cambió al permitir la explotación de los judíos, con cada prueba que Abraham supera su naturaleza cambia, acercándolo cada vez más a la Revelación y a D-os.
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