Emilio Cohen/ Recuento personal después de la guerra

La gran capacidad humana del autoengaño. Así se siente el cese al fuego en Israel, también el "regreso a la normalidad" después del año de intensidad pandémica

Enlace Judío México e Israel – Por fin un cese al fuego. El sentimiento que reconozco dentro de mi y en general del estado de ánimo colectivo es esa dulce sensación de regresar a la comodidad. Así como cuando suena el despertador en la mañana y sucumbes ante la silenciosa seducción de tu almohada y dices; ” Una horita más, necesito descanso”. La gran capacidad humana del autoengaño. Así se siente el cese al fuego, así se siente también el susodicho “regreso a la normalidad” después del año de intensidad pandémica (Israel ya se olvido del Corona, todo está como si nada en las calles).

Desde mi visión del mundo y de la vida humana, lo que pasa a nivel colectivo es un reflejo de lo que pasa también en la dimensión individual. Así como cuando nos enfermamos debemos  enfrentar una crisis y una profunda incomodidad para permitir el proceso de sanación, y así como las crisis personales nos muestran los rincones de nuestra conciencia que debemos de reparar y sublimar, así también los acontecimientos históricos-colectivos tienen un montón de mensajes que apuntan hacia la oportunidad de reparación y de redención de la sociedad, de la humanidad.

Son tres aspectos que tomaron mi atención reflexiva en los once días de conflicto bélico entre Israel y Hamás.
  • La magnificación del odio de ciertos sectores judíos hacia los árabes  (1)
  • Lo inquietante que es ver un antisemitismo global vibrante (2)
  • La importancia de llevar la atención a lo que está bien. (3)

(1)

Mientras sonaban sirenas en todo Israel y estallaban disturbios musulmanes contra judíos en diferentes ciudades israelíes, comencé a notar una rabia, un desagrado, un odio a mi alrededor. Yo vivo en el sur de Jerusalén,  en un conjunto de barrios donde convergemos judíos de todo el mundo, funcionarios extranjeros de la ONU y árabes.

Este tejido social me parece fascinante, escuchar diferentes idiomas,  vivir con otras culturas, que literalmente coexisten e interactúan, a mi parecer, en paz. Y yo, como soy optimista y romántico de hueso colorado, celebro esta visión día a día, religiosamente.

Pero en estas dos semanas surgió aquello que solo está oculto, latente, en los corazones de muchos de mis hermanos. Mensajes violentos, comunicando odio y voluntad de aplastar (de todo tipo de formas) a nuestros vecinos árabes. Me dolió darme cuenta de mi naivismo pero sobre todo me dolió darme cuenta de que estos sentimientos están en los corazones de algunos de mis vecinos y de algunos compañeros con los que rezo en la sinagoga.

Hago el intento de ponerme en los pies intelectuales de grupos que acentúan la elevada condición espiritual de la Tierra de Israel y como esta  pertenece como herencia ancestral al pueblo judío, puedo también empatizar con una noción de triunfo histórico ante las innumerables desgracias que el pueblo hebreo ha experimentado en su pasado y como ahora es que nos toca ser libres y autónomos en nuestra tierra ancestral.

Pero donde me cuesta trabajo empatizar es en el odio, en la carencia de sabiduría que ronda por las psiques de muchos israelíes,  y digo carencia de sabiduría, porque generalmente las emociones  negativas que anulan el valor del otro me parecen expresiones automáticas donde se cuelan también dolores de  heridas personales no sanadas. La discordia entre grupos se nutre también de la enfermedad emocional de los individuos que los conforman.

Pero independientemente de las causas de estos sentimientos de odio, lo que más preocupa es que odiar no es algo judío. El camino espiritual  y ancestral de Israel consiste fundamentalmente en emular los atributos divinos del Creador. La raíz de todo lo que existe, según los sabios, es un amor inconmensurable que emana vitalidad y bienestar a todos los universos.

La Torá ve en la paz el receptáculo donde puede contenerse la bendición abundante. Los sabios nos recuerdan la importancia de ser herederos espirituales de Aharon “Aquel que hace la paz y ama la paz, que ama a todas las creaturas y las acerca a la Torá “ Hay muchas razones para que Israel se mantenga alerta y seguro, principalmente  ante un peligro amenazante de grupos extremistas islámicos, pero esa no es una razón para cultivar el odio en nuestros corazones.

Así como el gran templo de Jerusalén fue erigido para el beneficio de toda la humanidad, así también, me parece , que nuestros corazones deben ser un catalizador de amor en el mundo. Emulando el amor incondicional del Creador hacia todo lo que existe.

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Ahora si, el monstruo ancestral del odio hacia el pueblo Judío se está despertando como un volcán que anuncia una destructora erupción. Si es que el antisionismo en verdad es un antisemitismo, entonces no puedo entender como las comunidades judías alrededor del globo no estarían promoviendo que sus integrantes consideren emigrar a Israel.

El motor del proyecto de todo el Estado de Israel es crear un espacio seguro y eterno para el pueblo hebreo. Ya llevamos más de un año y medio sin gobierno establecido en el Estado de Israel y vemos como espectadores de una película aburrida a los políticos israelíes echando tierra (por no decir otra palabra) los unos a los otros.

Pero lo que me sorprende es que en tiempos de sirenas y peligro todos apoyan contundentemente a Tzahal (Ejército Israelí), porque todos sabemos que no tenemos a donde ir y por lo tanto (aparte de La Providencia Divina) el proyecto del Estado de Israel es el elemento de seguridad más confiable que los judíos de todo el mundo poseemos en nuestras manos.

(3)

Bilaal es mi peluquero y  el de mis hijos, y es  musulmán, es un  personaje amable, carismático, trabajador y muy talentoso. Da servicio a clientela judía desde la mañana hasta la noche, no para. Mientras me siento y me pongo en sus manos, le veo hablando por teléfono en hebreo y deseando shabat shalom numerosas veces, entran y salen personas a su localito solo para saludar y también para preguntar a qué hora pueden caerle para una pelada.

Le regala paletas a mis hijos mientras permanecen sentados y en silencio, me indica que las paletas son kosher para que también yo me sienta en silencio. Cada vez que estoy con él me sorprendo de la capacidad que tenemos los hombres y las mujeres de coexistir cuando honramos de forma definitiva el lugar que el otro tiene en el mundo.

Abu Mustafa tiene unos 70 años, barre mi calle desde las 5:30 hasta las 9:30 de la mañana. No para. A veces usa una hoja gigante de palma para barrer toda la cochambre de la calle. Cuando me acerco a platicar con él me cuenta como la hoja de palma es una maravilla de la naturaleza y como es el mejor utensilio de limpieza urbana.

Le he sacado café de mi casa y en los días de ramadán me dice que está ayunando. Cuando salgo en bici y paso por donde esta le grito “Abu Mustafa!!!!” y el me contesta “ajla boker” (¡buena mañana!) agradezco su presencia no solo por la limpieza de la calle si no por que veo en él a un hombre honesto y trabajador, que a pesar de las dificultades sociales, económicas y espirituales está disponible para un encuentro amistoso con un judío de kipá.

Mohamad es el boticario del “super farm” de a lado de mi casa. Las veces que he tenido que comprar alguna medicina, me ha echado la mano como un caballero. Se ha dado el tiempo de explicar con detalle y paciencia las dosis de los medicamentos que he tenido que llevar.

Un día fui por una medicina para mi esposa que está embarazada, me aclaró la diferencia entre un medicamento natural y otro convencional, cuando no entendí una palabra en hebreo me la tradujo en ingles. Al cabo de dos semanas cuando volví a ir y le saludé por su nombre , me miro a los ojos y me pregunto por el bienestar de mi esposa.  Salí sonriente y lleno de esperanza.

Ya hemos logrado mucho, es verdad hay todavía mucho por hacer, y mientras estemos vivos no cesarán la responsabilidad de reparar y resanar el mundo, las zonas cómodas son una ilusión pasajera. El cese al fuego es solamente una aspirina.

El maestro jasídico del siglo 19 Rabi Najman de Breslov enseña que  debemos de buscar activamente los puntos buenos de nuestra condición personal y los puntos buenos de nuestros semejantes, me atrevo a decir que también debemos de ver los puntos buenos en la realidad, ver lo que si esta bien. Es así que podemos despertar alegría verdadera.

Y cuando hay alegría verdadera todo es posible, la alegría es el imán más poderoso que tenemos para escuchar los mensajes de amor y redención que el Creador tiene para nosotros.

¡Cada día que pasa estamos más cerca!


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío. 

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