Enlace Judío – Después de concertar un equilibrio inestable en los nexos entre Israel y Gaza —equilibrio que en cualquier momento puede estrepitosamente quebrar— la Casa Blanca emite ambivalentes señales a Jerusalén.
De un lado, el presidente Biden reveló mesurada comprensión —incluso apoyo— a la reacción militar de Israel respecto a las agresiones emanadas de Gaza. Prometió además reponer y ampliar la capacidad militar del país después del flaco y parcial acuerdo que articularon las partes. Y para complementar y ampliar estos gestos el flamante secretario de Estado Antony Blinken arribó en los últimos días a Israel.
Actitudes que debieron complacer al primer ministro Netanyahu. Como hijo y nieto de judíos que padecieron múltiples trastornos en Europa, se suponía que Blinken revelaría particular simpatía respecto a los dilemas que en estos días abruman a Bibi. Los hechos, sin embargo, apuntan en otra dirección.
Primero, el funcionario norteamericano permaneció en Israel apenas un día y no pocas horas dedicó a un encuentro en Ramallah con los principales líderes palestinos. Su pública plática con Netanyahu fue relativamente breve y fugaz. Inmediatamente después se trasladó a El Cairo cuyo gobierno hoy se desempeña como árbitro en los recientes choques entre Jerusalén y Gaza.
Segundo, durante su breve estancia, Blinken fue constantemente acompañado por conspicuas figuras leales al primer ministro. Sin embargo, en horas de la medianoche y sin aviso previo alguno recibió en el hotel jerosolimitano a Yair Lapid, que en los últimos días se empecina en enhebrar una difícil coalición que tendría a Naftalí Bennet como uno de sus líderes.
Discreto encuentro que enciende no menudos interrogantes en torno a la verdadera postura y preferencias de Washington respecto a la estructura y orientaciones del próximo gobierno del país.
Un hecho más parece validar esta inclinación: el presidente Reuven Rivlin fue cordialmente invitado por el gobierno y el Senado de EE. UU. a llegar a Washington antes del término de su mandato en el próximo mes de julio.
Como bien se sabe, son frías las relaciones entre Rivlin y Netanyahu a pesar de la común filiación partidaria e ideológica que los unía en el pasado. Y cabe agregar que Biden se demoró 30 días para establecer algún contacto personal con Bibi.
En suma: hechos que parecen revelar cuál es la verdadera preferencia de la Casa Blanca en momentos en los que Israel parece marchar hacia un quinto torneo electoral.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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