Empresaria, judía y mujer. Rachel el personaje más importante de Mad Men

Enlace Judío México e Israel- “Utopía los griegos le daban dos significados a esa palabra IU – Topos para referirse a ‘el lugar bueno’ y U – Topos diciendo ‘el lugar que no puede ser’” (Rachel Menken T1 E6) La serie de televisión Mad Men está construida completamente en torno a esta dicotomía. Don es un genio de la publicidad, vive en torno a ella y todos los eventos que se desarrollan en la serie están rodeados por las campañas publicitarias que genera. A través de ellas tenemos una imagen de lo que era el Estados Unidos de de los años 60 los cambios tanto políticos como culturales que se vivían con tanta rapidez y la forma de pensar de la gente. Entendemos sus sueños, sus esperanzas y sus miedos.

El protagonista es una máquina de crear ilusiones, entiende a fondo los anhelos más profundos de quienes lo rodean y los usa para pintar mundos donde el cliente puede satisfacerlos. Sin embargo, él mismo cae presa de su encanto: vive su vida desconectado, desde los lentes de una cámara sin involucrarse realmente con su esposa, su familia o compañeros de trabajo. Como si la vida misma fuera parte de las historias que vende y el efecto ilusorio que tiene sobre ella hubiera terminado por comerse la realidad en la que vive. Como si ese mundo alterno que se creó fuera necesario para aguantar la realidad. Las diez temporadas de la serie pasa su tiempo buscando curar el hoyo tan profundo que dicha división crea en su psique y de entre todos los personajes la única que lo entiende y comparte su sentimiento es Rachel Menken, una judía adinerada que maneja la tienda departamentos de su padre en la Quinta Avenida.

Rachel Menken.

Al igual que Don, su madre murió dándola a luz y el pasado de su actual fortuna, bajo ninguna circunstancia ha sido tan rosa como ahora se pinta. Su padre llegó de Rusia sin un peso y creó todo lo que tiene de la nada, ahora ella lo maneja. Sin embargo, al ser mujer y judía, difícilmente es tomada en cuenta y vista como empresaria; constantemente tiene que luchar por conseguir el trato que se merece. Es la única mujer a la que Don realmente respeta como amante, a ninguna de sus esposas, ni parejas las trata con el mismo cuidado que hace con ella y definitivamente a ninguna las trata como igual más que a ella. A ella es a la única que le permite ver sus sentimientos, que se permite mostrarse vulnerable, y con ella es la primera vez que podemos ver parte de su pasado.

También es ella la única mujer que rechaza a Don, que no se deja apantallar por su carácter y le pone un freno a sus peticiones irracionales. En cierta forma su fortaleza genera un contraste con el resto de los personajes. Es la única que al final de la serie realmente tuvo una vida completa tanto en el ámbito laboral como en el familiar e irónicamente gran parte de su éxito como persona radica en ser ajena desde su origen al mundo que la rodea. Al ser judía y mujer no se compra tan fácilmente las mentiras del sueño americano que todos los otros personajes anhelan. No da su vida a una empresa que no es suya; no cae en ideologías o políticas embusteras, ni reduce su entorno a eslóganes sencillos, ni preceptos morales que todo mundo acepta, de todos los personajes es la menos banal y ve las cosas tal cual son resaltando además su profundidad.

A diferencia de Don que también es extranjero al mundo en que vive, ella tiene un fuerte arraigo y amor a su pasado y eso la hace ser mucho más fuerte que él. Tiene un amor profundísimo a su padre, a la tienda en la que creció y al contrario de Don quien niega su origen cristiano, ella acepta con tranquilidad su judaísmo.

Las características que la separan y definen (el ser mujer, empresaria y judía) en la serie también se usan para representar el crecimiento y desarrollo que los dos grupos tuvieron en la sociedad a lo largo del tiempo en Estados Unidos y el cambio social tan grande que se vivió en la década de los 60.

Empresaria, judía y mujer

La escena más significativa para delinear el contraste en el personaje y su entorno aparece desde el primer capítulo de la serie en el primer encuentro que Rachel tiene con Don en la oficina. Antes de entrar al cuarto de reuniones Don, Roger y Peter (quienes manejan las cuentas de la empresa) hablan sobre un tal Menken y cómo ganarlo como cliente. Por ser judío, creen que será fácil impresionarlo, que con un trabajo sencillo y flojo como ofrecer cupones en la tienda, jugo de tomate, lo ganaran como cliente.

Les sorprende mucho encontrarse con una mujer que no sólo es inmune a sus trucos baratos, sino que aparte les habla con tono fuerte y les pide un trabajo de calidad. Rachel no hace nada que cualquier otro cliente no haría y, aún así, Don estalla en su oficina diciéndole que no va a permitir que una mujer le hable así. En la discusión, cuando ella exige ser tomada en serio, cuando expresa que lo que quiere para su tienda es que ésta destaque por su elegancia Peter le contesta que Menken no es Chanel es “otra tienda departamental judía y barata más.”

Lo que la gente de Sterling Cooper no está viendo es el cambio que Rachel quiere hacer para la tienda de su padre “convertirla en lo que siempre ha creído que se merece” Roger, Don y Peter no están viendo que los judíos en Estados Unidos ya no corresponden al estereotipo que el estadounidense tiene. Su mercado ya no es un mercado barato de inmigrantes que apenas y pueden sostenerse, sino un mercado refinado que como más adelante Don entiende y dice: “Sabe lo que quiere y está dispuesto a pagar por ello.” Muestra el cambio tan grande entre una generación y otra. Entre quienes llegaron de Rusia o Polonia aprendiendo apenas el inglés y sus hijos y nietos que supieron hacer fábricas, poner tiendas y adoptar como suya la forma de vida estadounidense.

Entre Israel y Estados Unidos

Sin embargo hay dos momentos en los que su identidad como judía resalta con mayor claridad. El primero ocurre cuando el gobierno de Israel contrata a Sterling Cooper (donde trabaja Don) para promover Israel como destino turístico en Estados Unidos y Don cita a Rachel para hacerle algunas preguntas.

Le hace dos preguntas: la primera es por qué para los sionistas es tan importante Israel y la segunda es por qué ella, Rachel, no está allá. Ella tiene mucha claridad en el tema, le habla del significado de la palabra ‘utopía’ y le dice que los judíos han estado en exilio mucho tiempo y han logrado sobrevivir en todas partes del mundo pudiendo hacer negocios con la gente que los odia: “Un país para esa gente, como los llamas, suena importante”. En cuanto a por qué no vivir ahí contesta: “Mi vida está aquí, mi abuelo llegó de Rusia y ahora tengo una tienda en la Quinta Avenida; visitaré, pero no tengo que vivir ahí.” Don puede entender el desarraigo de Rachel al mundo que la rodea, pues pertenece a otro lugar; puede entender el ideal de otro país donde uno pertenezca realmente, donde no sea percibido como extranjero, pero no puede entender el arraigo que la ata a su origen, la compañía de una comunidad con la cual construir un futuro- y por eso tampoco puede entender con profundidad a los sionistas.

En la segunda ocasión se encuentran en la sala de reuniones de la empresa con Rachel y su padre a punto de aceptar la estrategia de ventas. El señor es reticente a los cambios que se van a hacer en la tienda y al nuevo mercado que la hija quiere construir. Don trata de intimidar al señor para que acepte la propuesta, haciendo referencia a la historia misma de la tienda y a los años que el padre pasó sin dinero en los bolsillos. Le dice que la historia es muy bonita para contarla a sus nietos pero que en un futuro no va a servir de nada porque hoy su tienda tan sólo es un palacio de mármol a los cuales sus clientes ya no atienden porque se han vuelto refinados.

Rachel lo detiene y le dice que esa no es una historia barata que se pone en un panfleto el Día de la Independencia. “Mi padre en efecto empezó con nada y lo convirtió en todo lo que hemos estado discutiendo hasta ahora ¿Quién aquí puede decir lo mismo?” Don tiene razón el señor debe abrirse al cambio y a la modernidad si quiere que la tienda permanezca en los negocios. Sin embargo, se equivoca al hablar despectivamente de la historia pues piensa que el cliente teme a lo que Don describe: a quedarse anquilosado en el pasado; sin embargo, es justo lo contrario, el señor teme que el pasado sea olvidado.

Es la hija quien finalmente lo convence porque ella no tiene esa división que Don describe. Ella no escoge entre su pasado y su futuro, entre ser estadounidense y ser judía, entre tener familia y ser empresaria. Ella sabe que la sintonía es posible y que no tiene que abandonar partes de sí misma para alcanzar la plenitud. Por eso tiene la fuerza necesaria para hacerle frente a Don; a diferencia de Megan, que abandona su carrera y su vida para estar con Don, cuando a Rachel le proponen irse a Los Ángeles, dejarlo todo y ser felices en esa libertad, que en realidad es una dependencia. Ella contesta: “Tengo una tienda que dirigir” y queda fiel a sí misma, a su padre y a su origen.

A través de la determinación, esta empresaria judía, muestra mucho de los valores y principios de los judíos de esa época.

Otras mujeres judías empresarias: Lane Bryant, Madame Alexander y Ruth Handler.

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Aranza Gleason: Aranza Gleason se define a sí misma como una judía en el exilio. Nació con una raíz dividida como sus poetas favoritos; busca y ama al judaísmo, pero como a los personajes que lee, éste, también se le escapa de las manos. Estudió Lengua y Literatura Inglesa en la UNAM y ha trabajado en Enlace Judío desde el 2017. Le gusta leer, viajar y experimentar el mundo de forma libre.