Enlace Judío México e Israel – Es el amor un grito de fuego. La zarza sagrada germina en el pensamiento, arde la luz santa, ilumina a los justos de los pueblos. La zarza, símbolo de lo que ha existido en los tiempos de los tiempos, antes de la Creación. Y es tanta la luz de Su Luz porque es la misma Voz de Dios que enciende el mundo con el conocimiento. De ahí beben los estetas, los profetas, los iluminadores de la paz.
Cuando parece que el mundo cae, la zarza del conocimiento arde otra vez, para los que quieran alcanzar las emanaciones de la llama que no se apaga nunca, la que arde en los cielos, habla las horas de la historia futura y engendra contenidos nuevos que habrán de salvar la tierra.
De esa zarza nos es dado saber aunque nos quememos con su fuego. Comprender es quemarse con la llama de lo Eterno, que fulgura en el Sinahí simbólico, monte concebido en la Conciencia del Creador del Universo.
Conciencia Universal, que es Cadencia, Rostro infinito que nos mira, un Ojo en el triángulo de la Eternidad, un Oído atento, una Boca que habla desde los círculos interlineados del Edén, para encendernos, acercar a los hombres al ESH EIN SOF y desea fundirse con nosotros, en el aquí y el ahora de nuestro pensamiento.
2.
Habla la zarza en el pensamiento, habla desde los palmos interlineados del trasmundo. Gira en infinitas reverberaciones el Eco de la aurora.
Fuego en los inicios del mundo: BERESHIT (Be ReshitEsh): Fuego blanco, fuego negro. Fuego en la apertura de la rosa celeste, donde cada pétalo arde por alguno de los justos que se fueron. Crece la Zarza en el pensamiento, es el fuego que resplandece en todas las culturas, el que ha brillado siempre, cuando el mundo lo ha necesitado.
Fuego de Promete/o que encadenado a la roca trajo los nombres griegos de lo divino al mundo. Fuego de Moisés que en la vara de su ardor relumbra para los que se inician en el camino de la Zarza Ardiente. Fuego simbólico que gira escribe en fulgurantes horas la traza de lo divino.
Fuego en el Sinahí. En la vereda del monte nos encontramos. Zarza revelada por el Misterio que nos encumbra. Zarza simbólica que guía a un pueblo que es todos los pueblos.
Fuego redentor que germina en los palmos interlineados del trasmundo. Zarza de la que nacen las zarzas que iluminan a los profetas de cada pueblo: Fuego blanco y fuego negro. Fuego redentor. Fuego sagrado y fuego profano. Fuego del primer día antes de la Creación del mundo.
Organuz, Fuego del Jardín de Uz reservada para los justos en el mundo por venir. Fuego del Eco sagrado que crea universos con su Luz, en sutiles reverberaciones que bajan a los mundos. Fuego del primer día, antes de que se crearan el sol, la luna y las estrellas: fuego del más allá del tiempo, el de los principios de la Luz de los labios de Dios: Yehíor: Luz de la Eternidad que puso el orden a la masa informe del abismo, al Tohubabohu entramado al misterio de los Principios.
Luz que retorna en cada generación para iluminar al mundo cuando el mundo está en un caos, fuego Ordenador que sale de la Boca Sagrada murmurante del Infinito. Ojo Santo que lo mira todo desde el triángulo sagrado del trasmundo. Fuego/Luz: oresh; shoresh: raíz de fuego en el árbol sagrado de la vida, raíz de amor en los universos todos.
Fuego blanco, fuego negro. Fuego sagrado y fuego profano. Fuego entrelazado. Fuego que hay que separar. Fuego que se hunde en el pensamiento y trae la paz. Fuego del Monte Sinahí que brilla para todos. Fuego del amor que atraemos purificados por nuestros actos de amor. Fuego de Adán y Eva, fuego de Noé, fuego de Job y de Jonás.
Fuego de Abraham, fuego de Itzjak, fuego de Yaacob. Fuego de cada uno de los profetas y profetizas que anduvieron el Libro en despertares. Fuego de Moisés, Aharon, Miriam; de las matriarcas ancestrales. Fuego del pergamino sagrado que en las luces de la Eternidad escribieron la eternidad y no sucumbieron, porque se atrevieron a mirar en los abismos, y abrieron las puertas del Tehom (ethome) para calcinar a sus demonios.
Fuego que es una Gracia del cielo y, a la vez, una lucha inerme a los pies de una montaña sagrada, o de un desierto interno/externo.
En cuatro niveles los desiertos, en cuatro niveles las zarzas sagradas. En cuatro niveles la lumbre de Dios, la Llama que nos significa otros, que nos purifica en el camino de la vida. Llama del árbol más profundo, cuyas raíces se enclavan en el cielo y bajan a la tierra.
Fuego que hay en cada Hombre y en cada alma, en cada nombre y alma embebida en cada cuerpo: neshamá. Fuego de la letra. Fuego que nombra al fuego. Letras sagradas en los Principios del Universo. Coronación del Infinito Redentor.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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